Existen varias versiones sobre el origen del nombre «Marianao«. La más conocida habla del vocablo aborigen «Mayanabo» que significa «junto al agua». Otra versión refiere que el término se originó a partir del nombre de la dueña de un sitio de labor que existía en el lugar en el momento de fundarse el poblado. La señora, de origen portugués se habría llamado María Nao o María Nabo. Por último, algunos aseguran que el territorio se acabó por llamarse de esa forma porque frente a sus costas naufragó un barco (nao) en el que perdió la vida una mujer de llamada María.
Los terrenos que luego ocuparía el término municipal de Marianao fueron mercedados entre 1575 y 1587 en los corrales Sábalo Hondo o Wajay, Jaimanitas y Cano. Sin embargo, el territorio permaneció casi despoblado hasta las primeras décadas del siglo XVII.
A juicio de los historiadores, los primeros en asentarse en Mariano, fueron «gente de mar» y soldados que se establecieron allí cuando, a mediados del siglo XVII, se construyó, en la parte más saliente de la playa, un torreón con el propósito de vigilar los movimientos de los corsarios y piratas que un día sí y otro también amenazaban las vidas y haciendas de los vecinos de San Cristóbal de La Habana.
Ruinas del torreón de Mariano, primera construcción que se levantara en el territorio.
El 13 de diciembre de 1720 el Cabildo de La Habana concedió al prebístero Don Francisco Zayas Bazán terrenos realengo situados a tres leguas de la ciudad, en el lugar conocido como «Quemados de Mayanabo» para que estableciera un pueblo, cuyos primeros vecinos fueron frailes dominicos, belemitas y agustinos. Esta primitiva población se levantó entre los arroyos Auditor y Quiebra Hacha, de cuya confluencia nace el río Marianao o Quibú.
Un voraz incendio destruyó el caserío en 1726. En ese momento algunos vecinos abandonaron el lugar y se fueron al norte donde fundaron el poblado de La Ceiba; los que decidieron quedarse reconstruyeron sus casas y renombraron el lugar como Quemados o Quemados Viejo.
Casi una década después surgía al este un nuevo pueblo: Quemados Nuevo, el cual con el paso del tiempo devino en cabecera del partido de San Francisco Javier de los Quemados. En esa misma época, más al sur y junto al río comenzaría a levantarse el caserío de Marianao.
Al atacar los ingleses La Habana en 1762 y ser nombrado coronel de milicias el Regidor Don Laureano Chacón, a quien se le ordenó hostigar al enemigo por el oeste de la ciudad, éste situó su cuartel general en el Wajay con el objetivo de que los invasores no cometieran correrías en todo el territorio comprendido entre los caseríos de Marianao, Santiago de las Vegas y Puentes Grandes.
Marianao, Los Quemados y Wajay, que en ese entonces pertenecían a la jurisdicción de La Habana, tomaron parte activa en la defensa de la villa. En Wajay, las milicias del valiente coronel Chacón resistieron firmes el embate de los británicos y el 23 de julio Los Quemados era nuevamente incendiado durante la retirada española en medio de la acometida de los invasores.
La iglesia de Los Quemados fue elevada a la dignidad de parroquia bajo la advocación de San Francisco por el Obispo Espada en 1780. Tres décadas después en 1812 Los Quemados de Marianao dejaba de ser cabeza de partido y se constituía su alcaldía. A su jurisdicción pertenecían entonces los pueblos de Marianao, Los Quemados (cabeza de partido), Quemados Viejo y Ceiba del Quemado.
Ya en 1794 la Junta Económica del Real Consulado durante el el gobierno del ilustrado Don Luis de las Casas, creador de la Sociedad Económica de Amigos del País, comenzó a actuar para crear calzadas, puentes y canales de navegación, y en 1816 dispuso la construcción del camino de La Habana a Guanajay que en tres años alcanzaba el territorio de Marianao vía Los Quemados.
En 1820 – 1821 se destinó dinero para la atención de este camino y su extensión hasta Guanajay. Esto motivó que a ambos lados de la calzada, en el tramo correspondiente al poblado de Marianao se hiciera un extenso reparto de solares que contribuyó al desarrollo urbano. Sería entonces que el Real Consulado financiaría, a un costo de 110 millones de pesos (una fortuna para la época) la construcción de un puente sobre el río Marianao (Quibú) entre el futuro barrio de Pocito y el poblado de la Lisa; puente que , con el paso de los años sería conocido como «Puente de la Lisa».
Un acontecimiento que contribuyó al rápido aumento de la población de Marianao y a su urbanización, fue el hallazgo de un manantial cerca del río en los terrenos pertenecientes a Doña Beatriz Navarrete, cuyas aguas fueron analizadas en 1830 y declaradas como medicinales. De inmediato, el agua del «El Pocito» comenzó a comercializarse en La Habana y varias familias de la capital se instalaron en sus alrededores, a la vez que el lugar se convertía en zona de veraneo.
El descubrimiento del manantial provocó una avalancha de temporadistas hacia Marianao y la localidad comenzó a disputarle al Cerro, Jesús del Monte, Calabazar y Puentes Grandes, la preferencia de las clases adineradas de La Habana que solían acudir todos los veranos seducidas por la belleza de Los Pocitos.
En marzo de 1848 se estableció la primera línea de diligencias don servicio diario para los temporadistas que acudían cada vez en mayor número de La Habana a Marianao. Hasta ese entonces las diligencias sólo habían realizado el recorrido entre la capital y el pueblo los domingos y días festivos.
El 24 de junio de ese mismo año, en el lugar donde luego se construiría el Teatro Principal se inauguró una glorieta para que sirviera de punto de reunión y esparcimiento a vecinos y temporadistas. Fue este centro de diversiones un imán poderoso que atrajo a la juventud habanera que de forma entusiasta y masiva comenzó a viajar a Marianao para esparcirse en contacto directo con la naturaleza.
Como resultado del auge económico de Cuba a mediados del siglo XIX se constituyó en 1857 la Sociedad Anónima Fomento de Marianao, presidida por el millonario Salvador Samá. Esta empresa contribuyó notablemente a la prosperidad del territorio: construyó una nueva Valla de Gallos, nuevos baños junto al río e hizo levantar el un teatro, para lo cual hizo derribar la glorieta construida una década antes.
Inaugurado el 17 de junio de 1858 con la comedia «Un clavo saca otro clavo» de la Compañía Martínez Casado, el Teatro Concha (como se nombró en honor al Capitán General de la Isla de Cuba Don José Gutiérrez de la Concha) se convirtió en el punto de reunión preferido de las aristocráticas familias que visitaban Marianao en «época de baños».
Sin embargo, la gran obra de la Sociedad de Fomento de Mariano sería, sin dudas, la construcción del Ferrocarril de La Habana a Marianao, a la que autorizó el gobierno colonial el 3 de septiembre de 1857. El camino de hierro se inauguraría el domingo 19 de junio de 1863 a las 12:00 del día en una ceremonia que fue presidida por el mismísimo Don Domingo Dulce y Garay, Marqués de Castell Florite y Capitán General de la Isla de Cuba.
En el año 1875 fue trasladada de Puentes Grandes a Marianao la administración de Correos y el 7 de abril de 1877 se constituyó la Sociedad El Recreo en la que se dieron cita los más ilustres y encopetados personajes de la sociedad colonial, quienes llegaron a construir casi un centenar de quintas vacacionales o de descanso, que se alineaban a ambos lados de la Calzada de La Habana a Guanajay, rodeadas de jardines y árboles frutales.
Desafortunadamente, la Guerra de los Diez Años (1868 – 1878) había sumido a Marianao en una profunda decadencia de la que no se recuperaría hasta el siglo XX.
Municipio Marianao
Tras años de gestiones y súplicas, el Ayuntamiento de Marianao se constituyó el 1ro de enero de 1879. Su primer alcalde fue Don José Valmaña y la primera reunión del consistorio se realizó en la casa No. 137 de la calle Real.
En aquellos años, tanto Marianao, como los ayuntamientos de Bauta y El Cano, dependían judicialmente del partido de Bejucal; pero como la distancia era muy larga y los caminos malísimos, los tres municipios solicitaron y obtuvieron en 1888 la separación de aquel y la creación de un juzgado de primera instancia en Marianao.
A principios de 1883 se comenzaron las obras del ramal del Ferrocarril a la Playa bajo la dirección de Don José López Trigo y el 22 de marzo se inauguró la obra, con la cual dio Marianao otro paso largo en dirección al progreso.
Durante la Guerra del 95, Marianao estuvo en varias ocasiones bajo amenaza de ataque por parte del Ejército Libertador cubano, lo que obligó a las autoridades coloniales a mantener una fortísima presencia militar en la población. En la elegante Quinta Durañona se instaló un hospital militar y el Marqués de Cervera fue designado por Valeriano Weyler al frente del Ayuntamiento local como Alcalde en comisión y Comandante Militar de la Plaza.
Un hijo de Marianao, Baldomero Acosta – quien luego sería Alcalde por muchos años durante la República – destacó en las filas mambisas, en las que alcanzó el grado de coronel, operando en la zona comprendida entre Mariel y Marianao al frente del Regimiento Goicuría. Baldomero sería uno de los jefes presentes en la fatídica jornada de San Pedro, el 7 de diciembre de 1896 en la que cayera muerto el Lugarteniente General del Ejército Libertado cubano Antonio Maceo.
Detrás de las líneas de fuego, contaron los patriotas, con una eficiente red de laborantes que desde Marianao hacían fluir a los campos de Cuba Libra todo tipo de aseguramientos. En esas peligrosas labores destacaron Luis Benítez, Vicente Prieto, Fernando Linares, el Dr.Manuel Herrera y su esposa Luisa Quijano, entre otros.
El 26 de julio de 1897, en horas de la noche, el coronel Baldomero Acosta realizó un ataque relámpago sobre Marianao. Los españoles, tomados por sorpresa sólo atinaron a resistir desde sus cuarteles mientras los cubanos cargaban con todo tipo de vituallas del pueblo y se retiraban organizadamente antes de que arribaran los refuerzos de La Habana.
Finalizada la guerra los españoles se retiraron de Marianao y la plaza fue ocupada el 10 de diciembre por las tropas norteamericanas del Coronel Young. Una semana después, el 18, hacían su entrada triunfal por la Calzada Real las tropas del Ejército Libertador cubano al mando del Mayor General Mayía Rodríguez. Entre ellas, al frente de su Regimiento Goicuría destacaba el hijo ilustre de Marianao, Coronel Baldomero Acosta.
Dos meses después, el 23 de febrero de 1899, el júbilo de los vecinos llegaba a la apoteosis durante la entrada de las huestes del General en Jefe, Mayor General Máximo Gómez.
El término de Marianao fue una de las sedes de la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana (que luego sería conocida como «Asamblea del Cerro»): en El Cano, que los americanos habían unido a Marianao, y en «Villa Carmen», en la Playa, fueron los lugares donde se efectuaron la mayoría de sus sesiones.
Las condiciones de salubridad del término municipal fueron apreciadas tanto por los cubanos como por los americanos: El general Mayía estableció el campamento del Quinto Cuerpo en la Playa y los estadounidenses se decantaron por una altura situada en el barrio de los Quemados de Marianao a la que llamaron «Columbia» y que, andando, el tiempo se convertiría en la más grande fortaleza de la Isla y centro del poder político – militar.
Marianao jugó un papel de gran importancia en los experimentos científicos realizados por el ejército de Estados Unidos para comprobar la teoría del sabio cubano Carlos J. Finlay. Fue la finca San José en Real y José Miguel Gómez, reparto Redención, donde el ilustre médico camagüeyano inoculó a varios padres jesuitas; y donde, años más tarde, las tropas de ocupación establecieron el famoso Campamento Lazear en el que se probó definitivamente que el mosquito aedes aegypti era el agente transmisor de la fiebre amarilla.
El 14 de junio de 1900 al dejar sus cargos las autoridades españolas el General de Brigada del Ejército Libertador cubano Francisco Leyte Vidal fue nombrado alcalde de Marianao, siendo luego ratificado por el pueblo en las elecciones municipales efectuadas un par de días después.
Al general Leyte Vidal se debió que durante el ejercicio de su cargo la administración del cementerio del pueblo pasara de manos de la Iglesia al Ayuntamiento; se organizara la policía municipal; se abriera una Escuela para Varones en el barrio de La Lisa y un asilo para los huérfanos de la guerra y la Reconcentración en la Quinta Almendares. También eximió de impuestos (en aras del desarrollo del pueblo) a cuantas industrias quisieran establecerse e hizo construir la Plaza del Mercado, que recibió.
Francisco Leyte Vidal sería alcalde de Marianao hasta el año 1902 en que renunció para ocupar un asiento en la Cámara de Representantes. Para cubrir el cargo vacante se designó al Sr. Manuel García Godínez, quien se apuntó el éxito de la llegada de los tranvías eléctricos al pueblo el 15 de noviembre de 1903. Sin embargo, Godínez sería, finalmente, destituido por el General Emilio Núñez, Gobernador de La Habana, en lo que sería la antesala del enfrentamiento entre conservadores y liberales que terminaría en la Guerrita de Agosto.
En ese mes del año 1906 se alzarían contra el reeleccionismo del presidente Tomás Estrada Palma, los generales Enrique Loynaz del Castillo, Pino Guerra, Quintín Banderas y los coroneles Ernesto Asbert, Baldomero Acosta y Dionisio Arencibia. Quintín establecería su campamento en Marianao en la finca Torrens, donde sería brutalmente macheteado por las fuerzas del Gobierno.
El 14 de septiembre las fuerzas del General Loynaz dejaban decidida la guerra en favor de los liberales al batir a la Guardia Rural comandada por el también General del Ejército Libertador Alejandro Rodríguez en el combate del Wajay. Como consecuencia de esa lucha fratricida Cuba perdería su soberanía e independencia al más que pedir, exigir, Tomás Estrada Palma la aplicación de la Enmienda Platt.
Ocupada la Isla nuevamente por los estadounidenses, el 1ro de octubre de 1908 tomo posesión como alcalde de Marianao el coronel Baldomero Acosta, quien fue suspendido del cargo en noviembre de 1909 y repuesto en él por orden judicial en febrero de 1909.
Bajo su gestión se colocó, el 30 de octubre de 1910, la primera piedra de Pogolotti, primera barrida obrera construida en Cuba y a cuyo acto fundacional acudió el nuevo presidente de la República, Mayor General José Miguel Gómez. Pogolotti tuvo como origen la ley aprobada en julio de ese año 1910 en que se autorizada la construcción de 2000 casas para obreros cuya propiedad sería adjudicada por sorteo. La obra le fue adjudicada al Sr. Dino Pogolotti de la «Compañía Nacional Constructora», el que comenzó a levantar las viviendas en los terrenos de su finca San José.
Tarja alegórica a la fundación del barrio de Pogolotti. Dice textualmente:
Eneste lugar el día 30 de octubre de 1910 fue colocada por el honorable presidente de la República Mayor General José Miguel Gómez, la primera piedra de la barriada obrera que conforme a la ley de 18 de julio de 1910 construye el Estado dirigida por los secretarios de Agricultura Comercio y Trabajo, Dr. Rafael Martínez Ortiz; de Sanidad y Beneficencia Dr. Manuel Varona Suárez; de Hacienda Sr. Francisco de P. Machado y Sr. Luis Valdés Barrero, representante a la Cámara por La Habana, autor principal de la Ley.
Constructor Dino Pogolotti
Junto a las primeras 1000 casas se construyó, además, una escuela pública para el reparto, que terminó de construirse el 10 de abril de 1912 en la calle Emilio Zola entre 4ta y 5ta y cuyo primer director fue Domingo Hernández.
Desde 1908 circulaba en Marianao el periódico El Sol, surgido como órgano oficial del Partido Liberal Histórico. El Sold de Marianao se mantendría circulando de forma ininterrumpida durante toda la República y se convertiría en el más fiel exponente de los intereses y la cultura local. En 1938, el Ayuntamiento otorgaría al director del periódico, César San Pedro, el título de «Hijo Adoptivo de Marianao» en reconocimiento a la incansable labor del medio de prensa en pro del municipio.
El primer periódico editado en Marianao fue El Pueblo, en febrero de 1880, al que luego seguirían La Evolución (1892) y ya durante la República «El Eco de Marianao», El Bobo (luego renombrado como El Nacional), Hatuey, Tricolor, la Revista Ilustrada, La Tribuna, Marianao Comercial, El Machete, el Boletín del Pueblo y el Boletín Parroquial (estos dos en Wajay), y las revistas Almendares y Alturas.
Las calles de Marianao comenzaron a modernizarse el 2 de diciembre de 1910 cuando la Huston Contractin Company obtuvo la concesión para la construcción de las aceras de la Calle Real. Luego serían construidas las aceras de las calles General Lee, Samá y Martí. En el mes de abril de 1913 dispuso el Ayuntamiento la pavimentación con adoquines de granito y base de cemento del tramo de la Calzada Real entre las calles Santa Lucía y Paseo y en abril de 1914 la de la calle General Lee.
La República de Baldomero
Desde que se convirtió en alcalde, el Coronel Baldomero Acosta se interesó vivamente por la urbanización del término municipal: Entre 1909 y 1913 se expidieron 1505 licencias de construcción y se edificaron inmuebles por valor de casi 2.5 millones de pesos.
Los repartos más importantes surgidos en esos primeros años de la «República de Baldomero» (como se le llamó a Marianao por el poder que detentó el coronel por tres décadas) fueron: Buenavista (autorizado en 1912), Buen Retiro (1912), La serafina (1913) y Clarisa (1914).
Antes se habían fomentado los bellos y aristocráticos Almendares y Miramar, autorizados en 1904 y 1911 respectivamente; a los que seguirían Ampliación del Almendares en 1914 y Country Club en 1916, este último un espacio campestre idílico lleno de quintas al «estilo americano» con un lago artificial y fácil comunicación con la Playa, en la que se habían levantado los clubes más exclusivos de la gran burguesía cubana.
Baldomero Acosta, que tenía fama de «buena gente» entre las personas más pobres, autorizó también la creación de asentamientos marginales a la altura del puente de la Lisa, los famosos «llega y pon» a donde fueron a parar los elementos más menesterosos y desclasados.
En la alcadía del eterno coronel se construyeron, además, una nueva sede para el Ayuntamiento en la manzana que conformaban las antiguas calles Martí, San Carlos, San Isabel y San Francisco; el Parque de los Mártires, en las inmediaciones de la misma; el Oriental Park y el balneario público de La Concha en la Playa de Marianao.
El Hipódromo Oriental Park se inauguró el 14 de enero de 1915. Considerado como uno de los más bellos de América, fue propiedad primero de la «Cuban American Jockey Club» y después pasó al control de «Sindicato Territorial de La Habana».
El reparto rústico en las fincas «La Coronela» y «Barandilla», en el cual se construyeron bellas y espaciosas fincas de recreo fue aprobado en sesión del Ayuntamiento de fecha 25 de noviembre de 1918. Y, siguiendo el ritmo del progreso que tanto florecimiento viene dando a Marianao, en diciembre de ese mismo año se abrió la carretera que comunica al Country con la cabecera y la que unía a esta con la playa a través de la antigua calle Luisa Quijano.
Ese mismo año 1918 quedó inaugurado el acueducto de Marianao, que traía el agua desde una tubería maestra instalada en la presa del Husillo en el río Almendares, abasteciando del preciado líquido hasta los lejanos barrios de Arroyo Arenas y El Cano. Anteriormente el municipio se abastecía de agua en virtud de un contrato con el Ayuntamiento de La Habana por el cual recibía 46 000 metros cúbicos de agua mensual, que resultaban insuficientes para su vida doméstica y comercial.
Cuando ya estaban olvidados los rudos desastres de 1791 y 1846, el ciclón que atravesó la provincia de La Habana el 20 de octubre de 1926 provocó el pánico en Marianao que resultó arrasado por la fuerza del meteoro. Se derrumbó el Teatro Principal y sufrieron grandes destrozos el central Toledo, los colegios de La Salle, Belén y la Encarnación, la Planta Eléctrica e innumerables propiedades.
En 1932, el presidente de la República, General Gerardo Machado, quien era hostilizado por una general oposición en todo el país, consideró perjudicial para sus intereses políticos la permanencia de Baldomero Acosta en la alcaldía de Marianao y amparado en una acusación falsa de desfalco (que fue desestimada por los tribunales) ordenó su destitución, siendo ocupada la vacante por el Presidente del Consistorio José Fariñas. Terminaba de esa manera abrupta la «República de Baldomero»
La Ciudad que Progresa
El término de Marianao que desde los primeros momentos se sumo a la lucha a muerte con Machado, fue escenarios de numerosos actos de terror, siendo el más significativo de todos el atentado en que perdiera la vida el Presidente del Senado de la República, Clemente Vázquez Bello en el Country Club el 27 de septiembre de 1932.
A la caída de Machado comenzó un desfile de alcaldes como consecuencia de la inestabilidad política que sacudió al país durante la década de 1930:
El primero en ocupar el cargo fue el Capitán Azcuy, quien renunció tras el golpe de Estado del 4 de septiembre que hizo caer al gobierno provisional de Carlos Manuel de Céspedes. Le seguirían (todos de factos) el teniente Raúl Gómez en octubre de 1933, sustituido a los pocos días por el tambien teniente Pablo Mesa, quien reestructuró la policía municipal, que había quedado sin mandos tras la «revolución de los sargentos» y regresó el Matadero al control del municipio.
A este lo sustituyó el 12 de enero de 1934, al caer el Gobierno de los 100 Días, el señor Pedro Varela quien, en el poco tiempo que ejerció el cargo, inauguró la Casa de Socorros en la Quinta Almendares, creó la Biblioteca Municipal, construyó el Cuartel de Bomberos e inició la construcción del Parque de los Mártires. Varela sería sustituido por el capitán Nilo Picazo y este a su vez por el capitán José Figarola, bajo cuya alcaldía se terminaría de construir el Parque de los Mártires y la Avenida 4 de Septiembre, antiguo Paseo de la Reina.
Con el objeto de restablecer el legal funcionamiento de las instituciones del Estado, se celebraron elecciones generales el 10 de enero de 1936. En ellas compitieron Pedro Acosta por el Partido Libera, Federico Mesa por el Nacionalista, Antonio Alzola por el Conjunto Nacional Democrático y, !una vez más! el coronel Baldomera Acosta, quien resultó superado por sus contrincantes. La República de Baldomero estaba definitivamente muerta.
Resultó vencedor en los comicios Pedro Acosta, quien murió alevosamente asesinado en la madrugada del día 23 de enero de 1939 en el reparto Buenavista. Su muerte se atribuyó a la rivalidad política que sostenía con su victimario Rutilio Ramos.
Le sustituyó por reglamento Ortelino Alpízar Quijano quien edificó una nueva Casa de Socorros en Real y Paseo, arregló varias calles de los barrios más pobres, se preocupó del ornato y la salubridad y reparó el Puente de la Lisa, el cual se encontraba en lamentable estado.
En las elecciones de 1940 fue elegido como alcalde de Marianao, Ortelio Alpízar Quijano quien se propuso realizar un ambicioso plan de obras públicas que no pudo llevar a cabo como consecuencia de su prematura muerte ocurrida siendo sucedido en el cargo por el presidente del Ayuntamiento Juan Isidro Viera Prieto.
Francisco Orúe, quien ocupó la alcaldía del término entre los años 1948 y 1958 es el más recordado de los ediles del municipio. Fue este carismático político el que popularizó la frase de «Marianao, la ciudad que progresa» que terminó por estamparse en el escudo municipal. A su gestión se debió la construcción en la década de 1950 de la Plaza Cíviva de Marianao, el Anfiteatro y el nuevo Ayuntamiento.
Después de 1959
Tras la división político – administrativa de 1976, Marianao mantuvo su condición de municipio, pero le fue cercenada la mayor parte de su territorio con la cual se crearon los nuevos municipios de La Lisa y Playa.
En la actualidad el término municipal imita al norte con el municipio de Playa, al este con los municipios de Plaza de la Revolución y Cerro, al sur con el municipio de Boyerosy al oeste con el municipio de La Lisa ocupando una extensión superficial de 21,69 Kilómetros cuadrados (insignificante si se compara con la extensión de Playa (36.2 km cuadrados) y La Lisa (37.5) que hasta 1976 pertenecieron a su territorio.
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