La panadería El Roble fue un muy famoso comercio de víveres situado en la intersección de las calles Carvajal (hoy calle 114) y Calzada Real (hoy Avenida 51), barrio de Los Quemados, en Marianao. Su existencia en el lugar desde una fecha tan temprana como el año 1835 motivó que los vecinos del lugar la convirtieran en punto de referencia geográfica, y hasta el día de hoy se le conoce a su ubicación como la «Esquina del Roble».

Amén de la calidad de su género, el éxito de la panadería El Roble derivó, en gran medida de su estratégica ubicación, pues se encontraba situada justo en el cruce que conectaba Marianao y Los Quemados con los caminos de la Playa hacia el norte y del central Toledo y su batey hacia el sur.

Cima y fin de la panadería El Roble

Esa privilegiada condición garantizaba a la panadería El Roble, fundada por Andrés Amís en 1835 una constante afluencia de clientes a cualquier hora del día; situación que se mantuvo inalterable durante las sucesivas administraciones que gerenciaron el local (la de Iglesias en 1884 y la del asturiano José Suárez Solís a partir de 1889).

Precisamente, este último, que era, además, maestro de obras, llegó a ser un personaje particularmente querido en el pueblo de Marianao por su carisma y magnanimidad.

Ya entrado el siglo XX la panadería El Roble que incluía, además, una dulcería y un almacén de locería y ferretería, giraba bajo la razón social de «Bóveda, Ríos y Cía» y continuó disfrutando de una numerosa clientela.

Sus gerentes eran los señores Jesús Bóveda Ríos, Francisco Iglesias y Delfín Bóveda quienes manejaban el negocio valorado en 75 000 pesos de capital activo y que contaba, además con dos sucursales dentro del mismo municipio de Marianao: el Café Ampudia (frente al Hospital Militar) y otra panadería, «La Moderna» en Calzada Real No. 83.

Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959, la panadería El Roble fue nacionalizada por el gobierno de la Isla y pasó a ser administrada por el Estado.

Languideció entonces por la contracción de la oferta y la falta de inversión hasta los años 70 del siglo pasado en que, debido al pésimo estado en que se encontraba, se decidió la demolición de la antigua panadería.

El resto del local (la locería y ferretería) sobreviviría para ver el nuevo siglo, hasta que un voraz incendio lo destruyó por completo.

Hoy de la famosa panadería sólo queda el recuerdo en el imaginario popular de los marianenses que siguen llamándo a su antigua locación la «Esquina del Roble».