Leopoldo González Carvajal Zaldúa, I Marqués de Pinar del Río fue un aristócrata, empresario y político español. Dueño de dos de las más importantes fábricas de tabaco de Cuba durante la segunda mitad del siglo XIX, fue, además, presidente del gremio de fabricantes de tabaco, coronel de milicias, senador del Reino y Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica y del Mérito Naval.
Nació en Avilés, Asturias, el 29 de mayo de 1838 en una familia de navieros. Realizó estudios en la Universidad de Oviedo, pero decidió dejarlo todo y probar suerte en la Siempre Fiel Isla de Cuba, donde recibió la protección y consejo de Manuel González Carvajal, primo de su padre y miembro destacado de la aristocracia habanera.
De la mano de su pariente, Leopoldo González Carvajal se introdujo en el negocio tabacalero, con el que construyó una inmensa fortuna que le alzó entre sus contemporáneos hasta convertirle en uno de los hombres más poderosos e influyentes de la sociedad colonial cubana de la segunda mitad del XIX.
Consejal del Ayuntamiento de La Habana, Leopoldo González Carvajal fue, a su vez, diputado a Cortes por el partido Unión Constitucional, el defensor más acérrimo del poder colonial en la Isla.
Leopoldo González Carvajal de Rey del Tabaco a Marqués de Pinar del Río
En 1885 el rey Alfonso XII lo ennobleció con el título de Marqués de Pinar del Río y al año siguiente fue electo senador del reino por La Habana, dignidad que mantuvo hasta el año 1899 en que cesó la soberanía española sobre la Isla de Cuba.
Sus negocios abarcaban todo el sector tabacalero, desde el cultivo a la exportación; la ganadería, los ferrocarriles, el gas y la electricidad; a la vez que era propietario de múltiples fincas rurales y urbanas, así como de numerosos inmubles, entre ellos el famoso hotel Plaza, en cuyo edificio radicara el Diario de la Marina, periódico en el que Leopoldo González Carvajal también tuvo intereses.
Conocedor del valor del crédito social, el I Marqués de Pinar del Río fue cofundador de varias de las sociedades de beneficencia, instrucción y recreo más importantes de su época como «El Pilar» y «La Caridad», a través de las cuales articuló una densa red de clientes políticos.
Prueba de su poderío y caudal son las sendas quintas que el Marqués de Pinar del Río hizo construir en el Cerro primero y en Marianao después, los dos lugares de veraneo preferidos a mediados del siglo XIX.
La primera, neoclásica, con su larga columnada y sus leones de mármol dormidos, se encuentra en la Calzada del Cerro, No. 1357 y pertenece al Asilo Santovenia; la segunda, ecléctica fue por casi un siglo el Asilo Carvajal (nombre que se le dio en honor del primer Marqués cuando fue donada a la iglesia católica por sus hijos) y fue demolida a comienzos del siglo XXI.
Al estallar la última guerra de Independencia de Cuba, el I Marqués de Pinar del Río corrió a ocupar su puesto justo donde le dictaban sus convicciones políticas y vistió el uniforme de coronel del Cuerpo de Voluntarios.
Terminada la guerra, Leopoldo González Carvajal se contó entre los españoles que no aceptaron la nueva realidad. Liquidó parte de sus negocios y juntos a su esposa, la marquesa de Avilés regresó a su tierra natal.
Sus últimos años los pasaría, sin embargo, en La Habana, apartado de la vida política, aunque no de la pública.
Como muchos de los «indianos», Leopoldo González Carvajal Zaldúa, I Marqués de Pinar del Río, nunca se olvidó de su tierra. Así, fue un gran benefactor de su ciudad natal, donde donó la primera planta eléctrica y realizó otras obras de carácter social.
Al conocerse la noticia de su muerte, acaecida en su quinta del Cerro en La Habana, el 2 de marzo de 1909, el Ayuntamiento de Avilés en pleno, sin diferencias políticas, le rindió homenaje al I Marqués de Pinar del Río, uno de sus más ilustres hijos.
Los restos de Leopoldo González Carvajal Zaldúa descansan en La Habana en el bellísimo panteón que, aún en vida, ordenase construir en la Necrópolis de Colón.
Trackbacks/Pingbacks