La antigua quinta del Marqués de Campo Florido se encontraba situada en la calle Samá No. 26 esquina a Santa Lucía (la actual confluencia de la Avenida 57 con la calle 134) en el pueblo de Marianao, en las afueras de La Habana.

Fue edificada en 1851 por el I Marqués de Campo Florido, Don Miguel de Cárdenas y Peñalver, quien fuera a principios de la centuria decimonónica uno de los vecinos más acaudalados de La Habana.

Quinta de los Marqueses de Campo Florido
La antigua casa quinta de los Marqueses de Campo Florido a comienzos del siglo XX, cuando ya sus propietarios originales la habían abandonado

De la quinta del Marqués de Campo Florido a la Fábrica de Tabaco Beck

Descendía Don Miguel de Cárdenas del médico Bartolomé de Cárdenas Vélez de Guevara, quien había llegado a La Habana a mediados del siglo XVI, proveniente de una de las familias que había participado en la conquista de Granada.

Como todo aristócrata habanero, el I Marqués de Campo Florido construyó su quinta de descanso en Marianao, que era, a mediados del siglo XIX, el sitio de veraneo preferido de la alta sociedad desde el descubrimiento de los manantiales de El Pocito.

A la muerte de Don Miguel de Cárdenas y Peñalver, el título de I Marqués de Campo Florido, junto con su espléndida quinta neoclásica de Marianao pasó a la propiedad de Miguel de Cárdenas y Cárdenas, II Marqués de Campo Florido, quien lo ostentó hasta su muerte en 1891.

Correspondió entonces la Sucesión a Gabriel de Cárdenas y Achondo, pero este se alzó en armas contra España y alcanzó el grado de comandante en la última guerra de Independencia, por lo que fue despojado de sus derechos de sucesión y el título de Marqués de Campo Florido pasó en 1919 al Conde de Casa Lombillo.

La casa quinta de Marianao, por su parte, fue abandonada por los marqueses, quienes edificaron sus nuevos palacios de verano en zonas más exclusivas.

El imponente edificio tuvo desde entonces distintos usos: Fue residencia del potentado Ramón Gutiérrez quien, además de alcalde de Marianao, fue quien fomentó el reparto Columbia; del eminente pedagogo y secretario del Tribunal Supremo Antonio Mesa Domínguez; y, por último, del Dr. Fernández Ronseró, un odontólogo local.

Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 el inmueble pasó a manos del gobierno cubano que emplazó en él la fábrica de tabacos Beck. Posteriormente – y ya muy venido a menos sería utilizado como almacén de tabaco en rama.