En Cuba, y sobre todo en La Habana, suele llamársele «llega y pon» a la vivienda precaria, construida a la carrera y de cualquier manera, casi siempre situada en barrios marginales o zonas aisladas, pero fácilmente comunicada con la ciudad.
Estas «casas» de personas muy pobres, que en algunas ocasiones carecen de servicios básicos, vienen a ser, en la mayor de las Antillas, el equivalente de lo que en otras geografías llaman favelas o chabolas.
Llega y Pon – Frase habanera y centenaria
El origen de «llega y pon» se remonta a los primeros años del siglo XX cuando ocupaba la alcaldía de Marianao el coronel del Ejército Libertador cubano, Baldomero Acosta.
Baldomero, quien estuvo al frente del Ayuntamiento de la «Ciudad que progresa» casi todo el tiempo entre 1908 y 1931 tenía fama de buena gente y de recibir a todos los pobres que le solicitaban audiencia. Así que mucha gente que no tenía donde vivir acudía a verle, y él los mandaba a todos para alguna parcela propiedad del municipio luego de decirles:
«Tú, vete hasta allá… Llega y pon… Si alguien te dice algo, diles que yo te mandé»
Con el paso de los años, estos asentamientos aislados, que comenzaron en el municipio de Marianao, se extendieron a otras partes de La Habana metropolitana y crecieron en número y tamaño,
En ellos vivían, en condiciones infrahumanas, aquellos que no podían siquiera pagarse un cuarto y, aunque se hicieron numerosos intentos en la República por erradicarlos; y la prensa los etiquetó como una «vergüenza nacional», lo cierto es que nadie pudo acabar con ellos.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 el concepto de «llega y pon» cayó casi en el olvido; en buena medida gracias a que el nuevo gobierno, como parte de su política social realizó grandes esfuerzos para la erradicación de estos barrios insalubres.
Sin embargo, con la llegada de la crisis de los años 90 y el llamado «Período Especial», los «llega y pon» volvieron a multiplicarse, asociados, fundamentalmente a los fenómenos migratorios. La Habana y otras ciudades del país comenzaron a verse (sin que ya nadie pudiera detener el fenómeno) de barrios de llega y pon… Habían regresado, para quedarse.
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