El famosísimo hotel y restaurante Cafe Raúl se encontraba situado en la intersección de la Avenida 51 con la calle 134 (antiguas Calzada Real y Santa Lucía), punto geográfico que, por mucho tiempo, fue considerado como el «Km cero» de Marianao, en dura porfía con la esquina del Antiguo Bilbao.

Construido en la segunda mitad del siglo XIX, el Café Raúl se llamó originalmente Hotel Oriente.

Al igual que su vecino el Hotel Bilbao, el Oriente era un gran caserón de dos pisos de aspecto soso, con un restaurante en la planta baja y habitaciones de alquiler en el nivel superior, a las que se accedía a través de una estrecha escalera de madera situada en una de las esquinas del propio restaurante.

En una de esas habitaciones instaló su cuartel general el jefe del Departamento Occidental, Mayor General Mayía Rodríguez, cuando sus tropas ocuparon Marianao tras el fin de la Guerra Hispano – Cubano – Norteamericana; y desde el mismo Hotel Oriente lanzó el 12 de marzo de 1899 la proclama en apoyo a la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana que provocó su choque con el General en Jefe Máximo Gómez y su ulterior renuncia.

Poco tiempo después de la llegada del tranvía a Marianao, el Hotel Oriente cambió de nombre y fue rebautizado como «El Eléctrico», en alusión directa al nuevo ingenio que tan importante resultaba para el progreso del municipio.

Al mismo tiempo, los vecinos del lugar conseguían que frente al hotel se estableciera una parada de tranvías para evitar que los pasajeros se mojaran al llover, acontecimiento que le vino de perillas a Menéndez y Fernández, los propietarios de entonces, que vieron multiplicarse su clientela.

Del Hotel El Eléctrico al Café Raúl

En 1915 el Hotel El Eléctrico fue adquirido por Raúl Ruiz, quien volvió a rebautizar el negocio y le impuso su propio nombre. Nacía así uno de los orgullos del comercio de Marianao, cuya fama ha perdurado en el imaginario popular hasta el sol de hoy: el Café Raúl.

A pesar de que el establecimiento fue cambiando luego de dueño, los propietarios posteriores mantendrían el nombre de Café Raúl, conscientes de que ya se había convertido en punto de referencia dentro de la geografía marianense.

El hotel funcionó hasta los años 40 del siglo XX en que se convirtió en una casa de inquilinato, justo como había sucedido con su vecino el Bilbao; pero el Café Raúl sí continuó prestando servicios en el viejo edificio hasta muchos años después del triunfo de la Revolución Cubana de 1959.

«(…) el Café Raúl con sus mesas de mármol y sobre ellas las imprescindibles azucarera, salero y el servilletero; alrededor las típicas sillas de los restaurantes de finales del siglo XIX; del techo colgaban ventiladores de grandes paletas. El aroma proveniente de un equipo de café expreso italiano que colaba sin parar, envolvía el ambiente. Tenía amplias puertas metálicas del tipo comercial que nunca se cerraban, pues el establecimiento se mantenía abierto día y noche.

En una esquina interior se encontraba la clásica vidriera que vendía tabacos y cigarros, billetes de lotería y confituras. En ella también se cobraban premios de poca monta. En los inicios de los años 50 lo recordamos convertido en un lugar de lunch, de café con leche y pan con mantequilla. Sin dudas había perdido la elegancia de antaño, pero aún tenía una gran clientela, pues la zona era un hervidero de gente.

Mondéjar Félix y Rosado Lorenzo. Marianao en el recuerdo. Ediciones Boloña. La Habana. 2017.

Nacionalizado por el nuevo gobierno surgido en la Isla después de 1959, el Café Raúl fue languidenciendo y descomercializándose al paso inexorable del tiempo. Al final quedó convertido en una peligrosa ruina que a cada momento amenazaba con caer sobre la Avenida 51.

Por esa razón se decidió su demolición y en su lugar se construyó un parquecito muy soso que rinde poco tributo al que fuera uno de los establecimientos más populares del histórico Marianao.