La Academia de San Alejandro constituye uno de los referentes fundamentales para cartografiar el proceso de construcción de la identidad cultural cubana en el decisivo siglo XIX. Aunque a lo largo de su dilatada historia de más de doscientos años ha tenido varios nombres hasta el actual de Academia Nacional de Bellas Artes de San Alejandro, pero nos referiremos a la solemne institución simplemente como Academia de San Alejandro, para evitar confusiones.
En su surgimiento tuvo mucho que ver la Real Sociedad Económica de Amigos del País, que vio la luz bajo el mando del ilustrado Gobernador Don Luis de las Casas a finales del siglo XVIII, iniciando una larga producción de instituciones civiles vinculadas al desarrollo social, económico y cultural del país que posibilitaron un crecimiento constante en estos campos, hasta entonces rezagados debido al olvido oficial.
En el origen, Vermay
Fue en el año 1818, (en una fecha que algunos historiadores sitúan en el 11 de enero, otros el 6 de junio y otros el 1 de diciembre) cuando se funda la Escuela Gratuita de Dibujo y Pintura, cumpliendo un acuerdo de la Junta Ordinaria de la Real Sociedad Económica de Amigos del País correspondiente al 17 de noviembre de 1817.
Esta primera institución, con el tiempo (hacia 1832), tomaría el nombre de Academia de San Alejandro en honor a Alejandro Ramírez, superintendente general de la Hacienda de Cuba y director de la Sociedad Económica de Amigos del País. Ramírez es el antecesor directo de Claudio Martínez Pinillos, el conde de Villanueva, otro promotor social y constructor incansable de aquel período habanero.
Como primer director y fundador de la Escuela Gratuita de Pintura y Dibujo de La Habana se designó al pintor francés Juan Bautista Vermay. Instaurando su sede en el Convento de San Agustín (situado en la calle Amargura, entre Cuba y Aguiar).
En 1857 se trasladó la Academia de San Alejandro hacia la ubicación de la calle Dragones 60 (número 308 por la numeración actual) donde permaneció durante un siglo, pues no sería hasta 1961 que se asentaría en el definitivo edificio de la avenida 31 y calle 100 en Marianao, frente al monumento a Carlos Juan Finlay (el famoso obelisco de Marianao o «la jeringuilla» en lenguaje popular).
Volviendo a Vermay, este se vio en graves aprietos económicos al frente de la institución en los primeros años, viéndose obligado a no percibir sueldo alguno durante un buen tiempo. Aún así permaneció al frente de la misma hasta su fallecimiento por la epidemia del cólera de 1833.
Mujeres en la Academia
Uno de los sucesos más curiosos con respecto a la Academia de San Alejandro, consiste en la no inclusión de estudiantes femeninas hasta bien pasados los cincuenta años de su fundación.
Este honor correspondería a la señorita Marta Valdés, natural de La Habana, en 1879, mientras que la destacadísima dominicana-cubana Adriana Billini Gautreau, como contamos en su artículo, sería la primera estudiante graduada oficialmente, siendo además la primera mujer que se incorporó al claustro de profesores de la institución.
Sin embargo, pese a la importancia, casi capital, de la Academia de San Alejandro para el desarrollo y promoción del arte pictórico y la escultura en Cuba, la ausencia de mujeres en sus aulas no impidió que surgieran pintoras en el país.
El caso más conocido es el de la paisajista Baldomera Fuentes (1807-1877) quien recibió clases informales de dibujo por parte de algunos pintores, en su mayoría extranjeros que ejercían como retratistas y profesores particulares en el interior del país. Esto le permitió a la joven Baldomera desarrollar su técnica con la acuarela y perfeccionarse como miniaturista del marfil, luciendo sus obras en espacios privados, al punto de ser considerada «la primera mujer que destacó en el arte pictórico cubano«, según José Veigas.
Nueva etapa
Sería el eximio Miguel Melero el primer cubano en ser director de la Academia de San Alejandro, obteniendo este cargo por oposición gracias a su cuadro «Rapto de Dejanira«. Ejerció este puesto desde el año 1878 hasta su fallecimiento en 1907. Durante su mando se sucedieron no pocos adelantos en la institución, entre ellos estuvo el de aceptar por primera vez a las mujeres como estudiantes de pleno derecho.
Hay que señalar que antes de Melero otros cubanos estuvieron como Directores Provisionales de la institución, pero con un poder limitado por la circunstancial cuestión de la provisionalidad.
Durante el período Republicano destacaron los directores Armando García Menocal y Leopoldo Romañach, considerados a su vez los dos grandes pintores cubanos de entre siglos.
Una interminable lista de ilustres
En la Academia de San Alejandro comenzaron o perfeccionaron sus estudios casi todos los grandes pintores y escultores que ha dado la nación, desde Rita Longa, Juan José Sicre, Víctor Manuel, Amelia Peláez, Servando Cabrera, Eduardo Abela, Fidelio Ponce de León, Gina Pellón, Ángel Acosta León hasta los más actuales como Flora Fong o Roberto Fabelo.
Aunque no se graduaron podemos mencionar entre los intelectuales que matricularon en la Academia de San Alejandro, entre otros a un jovencísimo José Martí, a la sensibilidad precoz de Juana Borrero o al reconocidísimo pintor Tomás Sánchez, uno de los más cotizados de la actualidad.
Función actual
La Academia Nacional de Bellas Artes de San Alejandro (nombre oficial que hoy ostenta) se centra en los jóvenes que terminan 9no Grado y aún no han cumplido 17 años, realizando pruebas de ingreso en los meses de febrero y marzo, sirviendo de enlace con la Escuela Nacional de Artes (ENA) en la formación de las jóvenes generaciones de creadores cubanos.
Hasta 2017 incluía además un curso nocturno para trabajadores. Entre las distintas cátedras que posee la afamada institución se encuentran las fundacionales cátedras de Dibujo y Pintura, a las que se suman la cátedra Grabado, la cátedra Escultura, la cátedra de Cerámica, la cátedra de Joyería, la cátedra Gráfica y Arte Digital, y la cátedra de Asignaturas Teórico-Culturales.
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