Teodoro Ramos Blanco es uno de los más importantes escultores cubanos del siglo XX y máximo representante de la vanguardia en la escultura, junto a Sicre, Gelabert y Ernesto Navarro.
Nació en el barrio del Cerro, en La Habana el 19 de diciembre de 1902. Estudió en la Academia de San Alejandro, en la que se graduó en 1928 de Dibujo y Modelado. Ese mismo año ganaría el premio en el concurso nacional que se lanzó para erigir un monumento a Mariana Grajales, lo que le permitiría viajar por Europa y Estados Unidos y completar su formación como escultor.
Curiosamente, su primera exposición personal no la realizó Teodoro Ramos en Cuba, sino en Europa, en la Casa de España en Roma en 1930; pero ese mismo año regresaría a la Isla para exhibir sus piezas en el Círculo de Bellas Artes, en La Habana.
Teodoro Ramos y el viraje a la vanguardia
En 1938 fue premiado en la II Exposición Nacional de Pintura y Escultura y, en 1940, ganó el primer premio en el concurso nacional que se organizó para la construcción del mausoleo de Antonio Guiteras.
Artista muy prolífico, realizó numerosas exposiciones personales y colectivas en las décadas del 30 al 50, a la vez que se desempeñaba como profesor en la Escuela Elemental de Artes Plásticas, anexa a la Academia de San Alejandro.
Como escultor fue, además de prolífico, sumamente versátil, pues si bien es muy reconocido por sus magníficas cabezas, legó a la posteridad, monumentos conmemorativos, esculturas públicas y obras funerarias.
Desde joven fue un retratista espectacular, con un técnica muy depurada, pero fue seducido por la vanguardia (de la que Juan José Sicre, Ernesto Navarro, Florencio Gelabert, y él mismo serían sus máximos representantes en la escultura). Se preocupó entonces mucho más por la expresión psicológica que el mimetismo y sus piezas ganaron en intensidad. Las cabezas de Enrique José Varona y Juan Gualberto Gómez, que esculpió en 1933 y 1934 son dos magníficos ejemplos de ese viraje hacia lo nuevo.
Teodoro Ramos falleció en La Habana el 15 de octubre de 1972. En su honor fue nombrada una galería de arte en su Cerro natal.
Al día de hoy, como sucede con los demás escultores de la vanguardia en Cuba, su obra es apreciada, casi exclusivamente, a nivel académico, y continúa siendo un desconocido para la gran mayoría; a pesar de que sus varias de sus esculturas – como las que realizara para los hospitales maternos del Vedado y Marianao – son admiradas a diario por miles y miles de personas.
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