El gran Frontón Jai Alai fue inaugurado en 1901, promovido por los hermanos Mazzantini a través de su abogado Basilio Sarasqueta, contando con el apoyo de otros aficionados españoles. En abril de 1898 se había aprobado la primera solicitud para erigir un frontón pero la situación en el país dilató dicho proceso. Quedando la proposición en un limbo legal.

En 1900 volvieron a la carga los hermanos Mazzatini, esta vez recibieron todas las facilidades por parte del gobierno municipal quedando en manos del Coronel del Ejército norteamericano de intervención Dudley el visto bueno final a dicha aprobación. El militar se negó hasta en 3 ocasiones, disponiendo que era imposible para él firmar un contrato por diez años que cediese terrenos del gobierno civil para uso privado.

Frontón Jai Alai Habana
Frontón Jai Alai Habana

El contrato se congeló nuevamente en un limbo legal pero el General Wood en su cargo de máximo poder militar aprobó la solicitud que desbloqueaba la situación.

Contrario a lo que se podría pensar dicho deporte asentó en el período de intervención norteamericana, no en el colonial, pues Leonard Wood, el máximo representante americano en Cuba, se sintió atraído por el mismo y pese a las sucesivas negativas del coronel Dudley cuando llegó a él el asunto el tema se resolvió.

Aún así el coronel elevó una queja a Washington, consideraba nefasto para el país que se aprobase un sitio cuyo objetivo era el de generar apuestas entre los asistentes, hecho que también denunció Manuel Sanguilñy en el senado cubano el 7 de junio de 1904. El frontón estaba funcionando, aún sin tener la licencia oficial, gracias al apoyo de Wood por casi dos años, hasta que recibió el permiso definitivo..

La pelota Vasca (o cesta punta) en Cuba

A 1888 se remontan los primeros indicios de la pelota vasca en Cuba, la mayoría de historiadores coinciden en situar entre 1898 y 1901 el movimiento más organizado de esta modalidad. Dicho auge se consolidó con la inauguración del frontón de Lucena y Concordia, himno vasco mediante. Las temporadas comenzaban el primer domingo de octubre y terminaban el 20 de junio. Tras ese período los jugadores extranjeros volvían a sus países y la ciudad se deprimía a pesar de las luces del verano.

Frontón Jai Alai Habana
Frontón Jai Alai Habana

«El Palacio de los Gritos» era el nombre por el cual lo conocían los aficionados, y el resto de habaneros, hubiesen o no pasado sus puertas, en cambio los pelotaris la denominaban como «El Matadero«, por lo extremo que resultó jugar allí una época, el nivel y la presión eran tan altos que durante muchos años se le consideró el centro de la pelota vasca en América.

Frontón Jai Alai Habana

Tras un período de bonanza a finales de 1913 el deporte se estancó, el contrato de diez años caducó, bajo el gobierno de Jose Miguel Gómez pasó a ser propiedad del gobierno lo cual perjudicó enormemente al negocio. Casi en la ruina, el gobierno de Menocal, conocido por su afición al Jai Alai, le vino como agua de mayo.

Se concedió la licencia de explotación a Elicio Argüelles quien dio con la tecla en 1918 refundando bajo el nombre Compañía Sport y Fomento del Turismo el frontón y sobre todo cambiando algunas reglas para mantener el deporte atractivo para los apostadores. Entre ellas se prohibió caminar con la pelota en la cesta y, quizás la más importante, mirar hacia atrás para hacer un tiro incómodo, entre otros ajustes que buscaban dinamizar y agilizar los puntos. Pues los largos intercambios se hicieron cansinos para los aficionados criollos, en Cuba y México se jugaban partidos tradicionales y no quinielas como en Miami, así que había que hacer algo por cambiar esto.

«El hecho de pagar una localidad no exime de mostrarse educado»

Cartel colocado en una de las paredes del frontón que nos da una idea de cómo se alteraban los ánimos

El interés por atraer a nuevos apostadores resultó eficiente y el Palacio de los Gritos se volvió aún más histérico, esta vez los jugadores intentaban escuchar a sus apostadores personales, aquellos que cercanos a la pista les gritaban dónde tirar para engañar a los rivales. Por supuesto, cada quién gritaba al suyo, y a los apostadores que iban de un lado al otro de la grada, haciendo imposible entender las instrucciones tácticas.

En Azul la ubicación del Frontón Jai Alai, en morado más hacia el inferior de la imagen el Nuevo Frontón

El Frontón Jai Alai en la sociedad cubana

Entre los grandes visitantes se encuentra Ernest Hemingway, algunas fotos lo atestiguan así, quién hizo gran amistad con Guillermo Amuchastegui, el fenómeno de Ondarroa, quien se hizo asiduo de la alta sociedad habanera de la época. No era raro ver a multitud de damas de la época acudir al frontón con sus mejores galas y desmelenarse como cualquier hijo de vecino.

Otro apasionado del Palacio de los Gritos fue Babe Ruth quien según las malas lenguas se dejó cerca de 10 000 dólares en apuestas y una lesión por intentar jugar al deporte «más rápido del mundo» como llamaba la prensa al cesta punta.

Curiosidades

El término Jai Alai para referirse a la pelota vasca se le atribuye a Pío Baroja, quien al ver un partido lo llamó de esta manera «Jai Alai» (juego alegre en vasco). En cambio el término Palacio de los Gritos se le atribuye a Víctor Muñoz, periodista de la época que españolizó numerosos términos de deportes americanos y europeos.

La competencia a este frontón no se hizo esperar. En Belascoain y Sitios se encontraba otro frontón, más pequeño y llamado el Frontón Nuevo o de las Luces, aunque su nombre era Habana-Madrid. Surgió otro en 1921 cuyo nombre popular, rebosante del más fino sarcasmo, era «La Bombonera» por la presencia exclusiva de jugadoras, en su mayoría vascas. Contaba con cerca de 1800 capacidades y más de 140 ventanas.

En él jugó Josefina Otaola, conocida como el fenómeno de la raqueta, no tuvo demasiada historia esta institución pues el 31 de marzo de 1928 se jugó su último partido allí.  

Ilustres en La Habana

Siendo el epicentro del fenómeno de la pelota vasca no es de extrañar que pasarán los mejores jugadores por la instalación, algunos de ellos fueron adoptados por la ciudad como verdaderas super estrellas de la sociedad. Nombraremos a varios de ellos:

Nicasio Rincón, Navarrete, considerado el mejor entre los años 1901 y 1920, junto a Luis Gardoy, Macala. La fama de este último fue tal que vendió prendas con su nombre, desde sombreros de paja «a lo Macala» hasta camisas y corbatas. Lo animaban con el grito de «¡Aire Macala, Aire!», en un partido muy disputado le atravesaron la cesta, ganando la simpatía del público que llegó a sufrir su derrota como propia.

Estanislao Maiztegui, Pistón, otro de los grandes de la época, se cuenta que jugó alrededor de 1225 partidos, de precocidad sin igual debutó con 11 años en el Jai Alai de Cienfuegos (que había sido fundado en los años 20).

José Luis Salsamendi, Fernando Orbea, los Hermanos Guara, Lorenzo Oriona, Arambarri, innumerables nombres que hoy no nos reflejan el brillo que les acompaño en la época gloriosa de este deporte que llegó a tener a más de 40 pelotaris.

Frontón Ja Alai desde calle Virtudes y Belascoain
Frontón Ja Alai desde calle Virtudes y Belascoain

Entre esos nombres destaca el de Víctor Valdés, Robinson, debutó en noviembre de 1957, era cubano y uno de los pocos jugadores de raza negra en despuntar y ser reconocido por su talento. Vivió toda su vida en Cuba pese a tener ofertas para emigrar a los circuitos de México y Miami donde se refugiaron muchos de los demás jugadores.

Frontón Jai Alai Habana-Madrid
Frontón Jai Alai Habana-Madrid

Belascoain, un trocito del País Vasco en La Habana

El Restaurante-Hostal Toki Ona («buen lugar» en vasco) está decorado en la actualidad con motivos japoneses (supongo que pensaron que pegaba más un Tokio Na en La Habana hoy en día) y continua prestando servicios de restauración. Fue fundado por un ex-pelotari de apellido Odriozola que se retiró debido a un problema de corazón. Lo describe así Cecilia Arrozarena:

«En una construcción antigua, en una esquina entre Belascoain y Saludade, en el tercer y cuarto piso se hospedaban los pelotaris del Frontón Jai Alai. Una mujer con garbo, vasca, dueña de las dos plantas y de la azotea, tenía como huéspedes de diez a quince pelotaris, cada uno, con un baño individual en cada habitación».

«El roble y la ceiba. Historia de los vascos en Cuba» (Txalaparta, 2003) escrito por Cecilia Arrozarena.

El Hotel Madrid y el Hotel San Luis, que no existen en la actualidad -aunque sus estructuras se sostienen a duras penas- fueron también una zona recurrente para los pelotaris vascos y extranjeros que recalaban en La Habana.

El frontón Jai Alai de Concordia y Lucena fue siempre el más famoso de la ciudad, y de América durante varias décadas, tras ser nacionalizado a partir de 1959 se llamó «Vicente Ponce» y comenzó un proceso de deterioro que ha dejado a la edificación a punto de desaparecer en la actualidad.


A raíz de este artículo se puso en contacto con nosotros Odalys Moraima Gilbert Arevalo y nos envió imágenes del edificio donde se encuentra el Tokiona.