Domingo Ramos Enríquez, uno de los grandes cultores de la paisajística cubana y particularmente la pinareña nació en Güines, un 6 de noviembre de 1894 y dedicó gran parte de su vida a recoger en lienzos muy vívidos las bellezas naturales de este país.
La inclinación de Domingo Ramos hacia la pintura se notó desde bien niño, pues existen referencias de que dedicaba parte de los turnos de clase a dibujar en sus libretas escolares. Además de preferir pasar parte del fin de semana reproduciendo paisajes de su natal Güines.
Domingo Ramos la formación de un artista
Al concluir la educación primaria y ante la evidente inclinación del muchacho por el arte el padre decide matricularle en la Academia San Alejandro, a donde ingresa en 1907, donde tuvo la suerte de recibir las enseñanzas de maestros como Armando Menocal y Leopoldo Romañach, cuyos ejemplos tal vez hayan influido en la decisión de decantarse por la paisajística que asumió el joven Domingo Ramos.
Aunque algunos entendidos sitúan influencias de artistas extranjeros como Santiago Rusiñol y Aureliano de Beruete, cuyas obras aparecían en revistas que circulaban en el centro.
Según la web Cubanos Famosos:
Ganó Matrícula de Honor en 1909 y, unos años después, se agenció el Primer Premio en la asignatura de Paisaje en el curso 1911-1912. Asimismo, fue premiado en el Concurso de Bellas Artes con su pieza “Estudio de paisaje”, acontecimiento reseñado por la prensa capitalina de la época.
Al terminar los estudios viaja a Europa como parte de una beca otorgada en 1918 por el Congreso de la República, para ingresar en la Escuela de Bellas Artes San Fernando, de Madrid, donde fue alumno de prestigiosos artistas españoles como Joaquín Sorolla y Moreno Carbonero. Posteriormente exhibe en Barcelona en 1919, junto con un grupo de jóvenes creadores cubanos radicados temporalmente allí.
Cuba el regreso y los paisajes
En 1920 está de regreso en la isla, Domingo Ramos inicia un periodo de intensa producción, volcado de lleno en los paisajes exuberantes de los coloridos campos de la isla. Destacándose en estos años, que van hasta 1923, una verdadera obsesión con los cromatismos y atractivos del Valle de Viñales, los cuales inmortalizará en una gran exposición de treinta y ocho lienzos que en enero del citado año pondrá a disposición del público habanero.
Según el portal Cubarte:
Luminosidad, y claroscuro mezclados con detalles insospechados del paisaje caracteriza la labor de Domingo Ramos Enríquez, un artista cuyas obras se guardan en importantes museos del mundo como el Museo de Arte Moderno que tiene en su haber a una de las más sobresalientes, “El coloso en la Cumbre”, medalla de Oro y Diploma de Honor en la exposición Iberoamericana en Sevilla.
La obra de Domingo Ramos influyó notablemente en otros destacados paisajistas cubanos, de los cuales tal vez el más destacado sea el pinareño Tiburcio Lorenzo, quien fuera su alumno en San Alejandro, donde Domingo fue titular de la cátedra de Anatomía artística (1931) y estuvo también al frente de la cátedra de Paisaje por un breve tiempo de licencia de Menocal.
Domingo Ramos, quien cultivó la paisajística desde un punto de vista fundamentalmente impresionista en el cual destaca su empleo de la luz y el color, fue miembro de la Academia de Artes y Letras de la Habana, de la Real Academia de Ciencias y Artes de Cadiz y de la Royal Society of London, debido sobre todo a su excelencia técnica y dominio analítico del objeto plasmado.
Su obra puede ser apreciada en el Museo de Bellas Artes, donde se exhiben un total de cuarenta y tres lienzos de manera permanente en los cuales el visitante puede deleitarse con el empleo, a veces pareciera que excesivo, de la luz sin acudir a claroscuros, captando así detalles insospechados de la naturaleza cubana.
Domingo Ramos, el pintor de los campos de Cuba, falleció en La Habana el 23 de diciembre de 1956.
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