Dentro del Capitolio, inaugurado en 1929, encontramos la estatua de La República, del escultor italiano Angelo Zanelli, quien había sido invitado por el doctor Carlos Miguel de Céspedes, secretario de obras públicas de Machado para su realización.

La Estatua de la República es hueca y se yergue sobre una plataforma de 2.50 metros de altura, hecha con mármol egipcio antiguo.

Desde la base hasta lo alto de la lanza mide 18.16 metros, con un peso de 49 toneladas.

Su cabeza está tocada con un gorro frigio, emblema libertario global. Su mano derecha oprime la parte alta de una lanza, mientras la izquierda reposa sobre el escudo de Cuba apoyado en el suelo.

La escultura de La República, laminada originalmente con oro de 22 quilates, exhibe gran definición de los planos musculares de un cuerpo apenas cubierto por una túnica.

En su interior tiene unos tensores que la mantienen erguida. Y en su parte delantera aparece un barco de remos con los signos zodiacales Escorpión, Capricornio y Géminis grabados en la quilla.

¡Viva La República!

Zanelli, quien ya había hecho el Altar de la Patria del monumento a Enmanuel II en Roma y el monumento al general Artigas en Montevideo, se inspiró en una mulata de voluptuoso cuerpo llamada Lily Valty, y en el semblante de la esposa de su amigo y compatriota Stefano Calcavecchia, de nombre Elena de Cárdenas. Con ambas sintetizó su boceto definitivo.

A los pocos días, Zanelli regresó a Italia y no tardó en poner manos a la obra. Dos años después, la escultura estaba terminada.

Por su considerable tamaño, Zanelli y sus ayudantes la dividieron en tres partes y las embalaron en cajas. Con sumo cuidado las montaron en un vagón especial y las mandaron por ferrocarril al puerto de Nápoles.

Llegaron a La Habana el 17 de abril de 1929, en medio de una gran expectación.

En su novela El recurso del método, el escritor cubano Alejo Carpentier reseña con humor criollo cómo fueron saliendo del barco los tres segmentos de la Estatua de la República:

«Una expectante multitud se aglomeró en los muelles para asistir a su aparición. Pero hubo algún desencanto cuando se supo que la escultura no iba a salir así, completa, de pie, ya erguida, como habría de vérsela en el Capitolio, sino que era traída en trozos, para ser armada en el lugar de su erección.(…).

En eso sonaron las sirenas de las doce, pararon su trabajo las grúas, y los de la estiba fueron a comer sin que el pueblo se dispersara. Y era que, sin duda, algo grande quedaba todavía en las profundidades del barco.

A las 2:00 pm volvieron los hombres al trabajo, y, entre aplausos y exclamaciones, la Teta Desnuda de la Magna Figura salió de las calas, descendiendo a tierra con solemne lentitud».

Las cajas donde se embalaron las piezas de la Estatua de la República —conocida también en sus albores como Estatua de La Libertad y Estatua de La Patria—, fueron subidas en hombros por la escalinata de granito de 55 peldaños y 36 metros de ancho del Capitolio.

Se ensambló sin dificultad y fue colocada bajo la cúpula del Capitolio, en el Salón de los Pasos Perdidos, días antes de la inauguración del edificio, el 20 de mayo de 1929, cuando tomó por segunda vez posesión presidencial Gerardo Machado.

Esta famosa estatua habanera se consideró la segunda más alta del mundo bajo techo, superada por el Gran Buda de Nara, en Japón. En la actualidad es la tercera, después de concluido el mausoleo a Abraham Lincoln, en Washington.