La heroica defensa que desde el castillo del Morro presentó Don Luis de Velasco durante el asedio de 42 días por parte de los ingleses, victorioso finalmente pese al esfuerzo de españoles y criollos, ha sido descrito en esta página (parte I y parte II). Pero estábamos en deuda con la fortificación que aparece en el escudo de la ciudad de La Habana, junto a La Fuerza y el castillo de La Punta.

Sería precisamente aquella heroica gesta del cántabro de Velasco y sus hombres la última acción de guerra que verían los cañones y muros del castillo de los Tres Reyes Magos del Morro. Más útil ha resultado su farola que sirve desde entonces de guía a los barcos y que es símbolo del panorama citadino de un ciudad que vive de cara al mar.

Historia del Morro

Como señala el historiador nacido en La Habana en 1701, José Felix de Arrate en su obra Llave del Nuevo Mundo. Antemural de las Indias Occidentales publicada en la Isla en 1830. El castillo comenzó a ser erigido en 1589 como consta en una inscripción en la piedra en el rastrillo de entrada de la fortaleza. Dice así:

Gobernando la Majestad del señor Don Felipe II hicieron este Castillo del Morro el Maestro de Campo Tejeda y el ingeniero Antonelli, siendo Alcaide Alonso Sánchez de Toro. Año de 1589.

La inscripción colocada por el saliente Gobernador y Capitán General de la Isla, Juan de Tejada, encierra una mentira nada piadosa. El castillo fue terminado por su sucesor don Lorenzo de Cabrera, según las actas capitulares de la ciudad, en la lejana fecha de 1630, necesitando la ayuda de la población civil que vivía en la vecindad. Pero desde 1593, como se aprecia en los planos dejados por de Tejada a su sucesor, ya existía gran parte del muro externo que da al malecón y dos instalaciones donde pernoctaban los soldados que hacían guardia en el lugar.

Castillo del Morro Habana
Plano del Castillo del Morro de La Habana en 1612

La necesidad quedó expuesta en el asalto de 1543 o 1544 cuando se lanzaron sobre la ciudad cuatro naves de corsarios, que previamente habían realizado estragos en Santa Marta y Cartagena, pero los orígenes del uso de la roca, donde se erige el Morro, como zona indispensable de vigilia son anteriores a esa fecha.

Según el incansable Emilio Roig «en el acta de la sesión del cabildo habanero celebrada el 30 de abril de 1551, al acordarse que desde el día siguiente, 1ro. de mayo, se pusieran velas en El Morro -según se acostumbra… por haber nuevas de franceses-» .

Sería en 1583 cuando se colocarían un par de pasamuros y cuatro cañones. Los vigías, con habilidad para manejar las piezas de artillería, que llevaban tiempo haciendo posta en el lugar quedaban guarecidos bajo una pequeña casilla de teja, construida por esas fechas creando el primer mirador artillado en la roca.

Castillo del Morro Habana
Castillo del Morro en 1739, nótese la sección a la izquierda del Morro (inferior de la imagen) que sería la ubicación de la batería de los Doce Apóstoles

Una fortificación natural

La forma de polígono irregular de la fortaleza responde al aprovechamiento del saliente natural del pequeño peñón, de esta manera quedan sus tres baluartes principales, separados por dos cortinas de cañones, en disposición de defensa.

Castillo del Morro
Interior del Castillo del Morro

En uno de los baluartes angulados se encontraba en palabras de Arrate «un sublime torreón de doce varas de alto, que llaman el Morrillo y sirve de atalaya para vigiar las embarcaciones que se avistan y hacer seña con la campa del número de velas que se descubre, las que se manifiestan por unas banderitas que se fijan en la cortina que cae encima de la puerta del castillo y mira a la población (concretamente a La Punta que era el receptáculo directo de esta comunicación), distinguiéndose por el lado en que las colocan el rumbo o banda por donde aparecen los navíos«.

Castillo del Morro Habana
Plano del Castillo del Morro correspondiente a 1796

El interior de la fortaleza contaba con los fosos característicos de estas construcciones y un pequeño cuartel, además de dos aljibes que se consideraban más que suficientes para proveer de agua a los soldados por más que durase cualquier hipotético asedio.

Fuera de este anillo interno, recubierto por murallas, está la pequeña plaza de armas, la iglesia, la casa del comandante, y las de los oficiales y el capellán. El alojamiento de las tropas estaba destinado en tres cuarteles divididos unos de otros por pequeñas calles regulares. La fortificación contaba además con dependencias para oficinas, calabozos y una bóveda a prueba de bomba desde donde se accionaba el puente levadizo.

1739 morro remodelacion plano
Sección remozada en 1739

La secular importancia de esta fuerza militar quedaba marcada en la figura de su Alcaide, quien era considerado el segundo hombre dentro de las fuerzas de la ciudad, si caía el Capitán General a él se debían plegar las tropas, siguió así esta jerarquía hasta 1715 que se creó el cargo de Teniente de Rey o Cabo subalterno.

plano bombardeo morro por ingleses 1762
Plano correspondiente al asedio de 1762

La disposición de las piezas de artillería era la siguiente; las piezas de calibre más grueso miraban directamente al mar, otros de menor calibre a la boca y el fondo del puerto, quedando la famosísima batería de Los Doce Apóstoles en media luna barriendo la parte que mira al castillo de La Punta y la Avenida del Malecón, a varios cientos de metros se encuentra la batería de La Pastora, ubicada a medio camino dela fortaleza de La Cabaña pero supeditada al mando del comandante del Morro.

El faro del castillo del Morro

El Capitán General, conde de Ricla, decidió remodelar las fortificaciones una vez que la ciudad fue devuelta, tras 11 meses de control inglés. Para ello se encargó al oficial Antonio Trebejo el comienzo de obras en el otoño de 1763 bajo la supervisión de los brigadieres Silvestre Abarca y Agustín Cramer.

Castillo del Morro Habana
Faro del Morro, correspondiente a 1796

En esta remodelación se mejoró ostensiblemente la torre y el faro de la fortificación que cumplían la labor, no menos importante, de servir de guía durante la noche a los navegantes que recorren estos mares y que se dirigen a entrar en la bahía.

Según cuenta Emilio Roig, citando a su vez a Jacobo Pezuela,

«antes y después de la toma de La Habana por los ingleses la luz del faro de El Morro se alimentaba con leña. En 1795 se intentó utilizar gas inflamable, producto del chapapote cubano, pero fracasaron los intentos, y en 1819 se empleaba el aceite; en 1845 el llamado aceite de colza; en 1928 se empezó a utilizar el acetileno y en 1945 se dio a la farola iluminación eléctrica».

Emilio Roig de Leuchsenring

En 1844 se inauguró la nueva torre que ascendía hasta los 85 pies, haciendo que por su posición sobre la roca la farola llegase a los 155 pies sobre el nivel del mar actuales. Tras distintas modificaciones en el fanal quedó la del francés Fresnel, que fue mejorada con posterioridad por Henti Lepante. La posición es más al sur que la anterior torre, que estaba más metida en el mar.

Usos de la fortaleza


Por el simbolismo que encierra esta majestuosa edificación, siendo una de las imágenes más reconocibles a nivel mundial de la ciudad, se ha usado para izar en ella la bandera que ha regido al país. Durante la toma de la ciudad por tropas ingleses se arrió la bandera española y se izó la británica.

Con la recuperación del gobierno español se izó nuevamente esta un 6 de julio de 1763 y permaneció allí hasta el 1 de enero de 1899 cuando se izó la bandera de las barras y estrellas norteamericana, producto de la ocupación militar posterior a la guerra hispano-cubanoamericana.

Castillo del Morro Habana
Imagen de 1882, no se observa bien pero la bandera que ondea es la española

Finalmente sería el izada la bandera de la estrella solitario el 20 de mayo de 1902 con la proclamación de la República de Cuba. En el Morro estuvo radicada durante este período la Escuela de Cadetes del Ejército y posterior a 1959 fue un lugar usado, junto a la fortaleza de la Cabaña, como prisión.

En la actualidad es un centro turístico y un museo, pudiendo visitarse sus instalaciones que brindan magníficas vistas del Malecón habanero, el Palacio Presidencial, el Monumento de Gómez y el Paseo del Prado.