El Palacio Presidencial. En 1909, el general Ernesto Asbert, entonces Gobernador de La Habana, decidió construir una nueva sede que acogiera al “Gobierno Provincial” y se determinó levantarla en la manzana comprendida por las calles Monserrate, Zulueta, Refugio y Colón, es decir, a escasos 100 metros del Mercado de Colón.

Para la construcción de este nuevo edificio de gobierno, proyectado según los cánones del Eclecticismo, se dispuso de un presupuesto que rebasó el millón y medio de pesos.

Surge un Palacio Presidencial

Su cúpula, de las más altas de la ciudad en esa época, se recubrió en su exterior con piezas de cerámica vidriada.

Los pisos y escaleras del Palacio se revistieron con mármol de Carrara y fue decorado con obras pictóricas y esculturas de artistas cubanos como Armando García Menocal, Leopoldo Romañach, Esteban Valderrama, Teodoro Ramos y otros importantes artistas.

Tal lujo y majestuosidad quizás fueran los culpables de que en 1917, tras la visita a las obras, la Primera Dama de la República Mariana Seva, quedara tan cautivada por la magnificencia de la edificación y por lo privilegiado de su ubicación que hizo que su esposo y presidente del país, Mario García Menocal, utilizara su poder y quitara al Gobierno Provincial la propiedad del palacio.


Para inicios de 1918 ya todo estuvo arreglado para que el edificio se convirtiera en “Palacio Presidencial de la República de Cuba”.

El 31 de enero de 1920 se inaugura oficialmente, aunque la obra no fue concluida hasta el día 12 de marzo de 1920.

Palacio Presidencial a mediados del siglo pasado
El Palacio Presidencial a mediados del siglo XX engalanado con la enseña nacional

El Palacio Presidencial había radicado hasta entonces en la vieja mansión de los Capitanes Generales, en la Plaza de Armas.