El muy conocido Palacio del Segundo Cabo se encuentra ubicado en la calle O’Reilly No. 4, frente a la Plaza de Armas y compartiendo manzana con el Castillo de la Real Fuerza.
Exponente ejemplar del barroco en Cuba, el ahora Palacio del Segundo Cabo se comenzó a construir el 8 de agosto de 1770 por Real Orden y a instancias de José Antonio de Armona y Murga, administrador de Rentas y Correos, quien aspira a vivir en un edificio «a la altura de su cargo».
Silvestre de Abarca (el más destacado constructor español que pasó por la mayor de las Antillas en el siglo XVIII) que se encontraba trabajando en las obras de fortificación del puerto se tomó un cafecito y le confeccionó los planos al señor Armona. Al frente de la construcción fue designado el ingeniero cubano Antonio Fernández Trevejos y Zaldívar y, aunque con exactitud no se conoce la fecha de terminación del Palacio, todo parece indicar que se extendieron por más de 20 años, hasta 1791.
El historiador Joaquín Weiss en su libro Arquitectura colonial cubana describe al Palacio del Segundo Cabo con las palabras siguientes:
“El edificio es de un barroco muy mesurado –como prevaleció en España durante la primera mitad del siglo XVIII–, preludio del neoclasicismo. El soportal es una hermosa arcada romana de clásica pureza; el piso alto agrupa las tres ventanas centrales y las dos de cada lado por medio de cuatro pilastras, que alternan con salientes en la cornisa apoyados en placas recortadas, elemento de origen mudéjar que reestilizara el gran pintor, escultor y arquitecto granadino Alonso Cano.
Las ventanas tienen estrechas guarniciones con discretas escotaduras barrocas, y sus proporciones achaparradas están de acuerdo con las normas del barroco civil gaditano; pero si por este motivo lucen algo bajas en relación con los vanos del soportal, las proporciones generales de la fachada quedan restablecidas por los acentos de los altos pilares que se intercalan en el pretil”
De Casa de Correos a Palacio del Segundo Cabo
Tanto se demoró la ejecución de la obra que, al concluirse hacía más de una década que su promotor, el administrador de Rentas y Correos José Antonio de Armona y Murga, se había perdido en el Morro de regreso a España.
Sin embargo, el soberbio edificio sí sería utilizado simultáneamente como Casa de Correos y otras cosillas como Intendencia, Contaduría y Tesorería General del Ejército; hasta que el Subinspector General Segundo Cabo, quien fungía como vicecapitán general trasladó su residencia al lugar – después de todo era el segundo mejor edificio de la ciudad y él era el segundo al mando de la Isla – y mandó la Casa de Correos hasta la Casa del Marqués de Arcos en la Plaza de la Catedral. Desde entonces, año de nuestro Señor de 1853, el inmueble se conoce como Palacio del Segundo Cabo.
Entre 1861 y 1871 el edificio fue sometido a una importante reforma que resultó en su ampliación. Durante este decenio se establecerían en el Palacio del Segundo Cabo otras dependencias coloniales como la Subinspección General del Ejército, el Monte de Piedad, la Escribanía Mayor del Juzgado de Hacienda y la Administración de Loterías y la residencia del Gobernador Civil.
Del Congreso de Cuba al Museo Interactivo
Al cesar la soberanía española sobre la ya no fiel Isla de Cuba en el Palacio del Segundo Cabo se instaló el Senado de la naciente República que ocupó el inmueble hasta el año 1929 en que se trasaladó al Capitolio Nacional. Se convirtió entonces el centenario palacio barroco en el alojamiento de la Academia de la Historia y de su homóloga de Artes y Letras.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 fue entregado al Consejo Nacional de Cultura y posteriormente lo ocuparon diversas editoriales. Por varias décadas acogió al Instituto Cubano del Libro, siendo este, hasta el día de hoy, frecuente y erróneamente asociado al Palacio del Segundo Cabo.
El paso de los años y el uso intensivo del edificio provocaron un sostenido deterioro que amenazó parte de su estructura. Por esa razón fue sometido por la Oficina del Historiador de la Ciudad a un detallado proceso de restauración con el objetivo de devolverle la elegancia de antaño.
Las obras se extendieron por un lustro, entre 2009 y 2014 y cuando, finalmente, concluyó la restauración. El Palacio del Segundo Cabo emergió como el nuevo Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba – Europa. Sería, precisamente la Unión Europea la que canalizaría los fondos necesarios para que el inmueble se convirtiera en el primer museo interactivo de La Habana y de Cuba.
La nueva institución se ha convertido desde su apertura en uno de los espacios preferidos de la red de museos del Centro Histórico, gracias a la combinación que establece entre la museología tradicional y las nuevas TIC.
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