A Fiódor Karzhavin – cuyo nombre completo era Fiódor Vasiliévich Karzhavin – le corresponde el honor de haber sido el primer ruso en visitar la Isla de Cuba (o por lo menos el primero del que se tienen referencias). Desembarcó en La Habana un 11 de agosto de 1782 y, al parecer, lo que vio debió haberle gustado por lo menos un poco, pues se quedó de largo nada menos que dos años, en los que se dedicó a escribir sobre todo lo que se hacía por estos lares.
Maestro, escritor, traductor y curandero; Fiódor Karzhavin fue un típico hijo del siglo de la Ilustración, con una curiosidad científica más grande que la distancia de Cuba a Rusia; así que aprovechó su estancia en la Siempre Fiel para tomar nota de todo lo que vio y ponerlo en blanco y negro:
En las obras suyas que aún se conservan en los fondos raros de la Biblioteca Estatal de la Federación Rusa, Fiódor Karzhavin realiza las primeras descripciones de La Habana y sus alrededores en lengua rusa.
Fiódor Karzhavin el primer turista ruso en La Habana
Particularmente notable resulta su estudio sobre el tabaco que publicó en San Petersburgo, la más cosmopolita de las ciudades del imperio de los zares, donde seguramente la aromática hoja no resultaba desconocida, si bien debía seguir siendo, por razones obvias, un producto tan exótico como caro.
De ahí que a Fiódor Karzhavin se le ocurriera la peregrina idea de llevar las semillas del tabaco cubano a la capital rusa del Báltico para intentar cultivarlo por allá; una empresa que no debe haber terminado en muy buen puerto por más que le pusiera todo el amor del mundo.
Además del tabaco – y seguramente por la práctica de la medicina que ejercía – Fiódor Karzhavin se dedicó, mientras estuvo en La Habana a estudiar meticulosamente el efecto medicinal de todos los yerbajos que por acá se usaban en el tratamiento de las más disímiles dolencias.
Hombre de mundo y de ideas avanzadas se mostró siempre crítico con la esclavitud, lo que no debió haberle hecho mucha gracias a los hacendados criollos y comerciantes españoles que estaban viviendo su agosto con la Trata, precisamente en los años en que el ruso permaneció en Cuba.
Mas, los españoles, con sentido práctico, le toleraron estos arrebatos abolicionistas, pues Fiódor Karzhavin, por no dejar de ser algo, era también (con el alias de Capitán Bach) uno de los representantes oficiales de las Trece Colonias sublevadas contra el poder británico; una causa que Carlos III y Catalina la Grande tenía un interés común en apoyar.
Karzhavin permaneció en Cuba casi dos años y abandonó estas costas el 5 de agosto de 1784.
Tras su regreso al Imperio Ruso, Fiódor Karzhavin publicó en San Petersburgo «Un sabio peregrino que narra los sortilegios de los espíritus«, una obra que cabe clasificar perfectamente dentro de los llamados libros de viajes que eran muy populares en la época y en la que descubrió a los ojos de sus paisanos las singularidades de la vida de los cubanos y la riqueza de la Isla, haciendo énfasis especial en los cultivos del tabaco y la caña de azúcar.
Los libros de Karzhavin y la detallada descripción que de Cuba y en particular de La Habana realizó en ellas despertaron el interés de sus paisanos en visitar la mayor de las Antillas. De ahí que en poco tiempo desembarcaran en el Morro una pléyade de expediciones científicas rusas al frente de las cuales venían personajes tan ilustres como Egor Sivers, Alexandr Rochev, Vilhelm Karvinsky o Alexandr Lakier.
Al día de hoy y a pesar de que los vínculos históricos y culturales entre Cuba y Rusia han tenido un papel muy importante, Fiódor Vasiliévich Karzhavin el ruso que descubrió Cuba para los otros rusos, es casi desconocido dentro de la Isla.
Su presencia en La Habana es apenas recordada por una tarja de granito pulido que se encuentra en la Quinta de los Molinos, colocada por la «Oficina del Historiador de La Habana», la «Sociedad de Amistad de Rusia con Cuba» y el «Fondo de Veteranos de la Seguridad Estatal Vympel» en noviembre de 2022.
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