Si a cada ciudad le tocase un ángel guardián, el nombre del de La Habana sería, sin dudas, Eusebio Leal Spengler; porque nadie veló más por la villa de San Cristóbal que este pequeño ser de alma grande y hablar pausado.

El mejor alumno de Emilio Roig

Eusebio Leal fue un hombre que se hizo a sí mismo, impulsado por un amor sin límites a la historia y una voluntad de servicio público inigualable.

Comenzó a trabajar en 1959 en la Administración Metropolitana de La Habana, con sólo 16 años. Allí fue acogido por el primer Historiador de la Ciudad, Emilio Roig de Leuchsenring, quien le convirtió en su pupilo.

Eusebio Leal Spengler y Emilio Roig
Eusebio Leal en su despacho, acompañado siempre de su maestro Emilio Roig de Leuchsenring

Apenas había cursado Eusebio Leal seis grados en la escuela, pero su inteligencia natural y su capacidad organizativa le convirtieron en la mejor elección para suceder a Roig como Historiador de La Habana.

En 1974, con licencia rectoral, matriculó la licenciatura en Historia en la Universidad de La Habana y tras graduarse en 1979 obtuvo una beca del Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia para especializarse en la restauración de centros históricos.

Eusebio Leal, el ángel de La Habana

En 1981 el gobierno de Cuba le entregó un pequeño presupuesto para la restauración del Centro Histórico de La Habana y las fortalezas del Morro y La Cabaña.

El resultado fue excelente y Eusebio Leal ganó un gran prestigio como organizador y administrador, prestigio que sería luego decisivo para que el Centro Histórico se convirtiera en un proyecto especial con un gran nivel de autonomía de los métodos tradicionales de conducción de la economía cubana.

La UNESCO declaró el Centro Histórico de La Habana y su sistema de fortificaciones como «Patrimonio de la Humanidad» en 1982. Ese momento fue un punto de llegada y un reconocimiento a la obra de toda la vida de Eusebio Leal; pero también una marca de arranque, pues se propuso ampliar la obra y rescatar La Habana de la decadencia en que se encontraba sumida.

El nuevo escenario económico de la década del 90 ofreció a la Oficina del Historiador de la Ciudad, dirigida por Eusebio Leal la mejor oportunidad para engrandecer la ciudad en el peor escenario posible.

Otra vez el genio de Leal se reveló en toda su dimensión. Bajo su dirección los cientos se convirtieron en miles y los miles en millones; y una urbe que había recibido en ruinas renació y creció bajo su gestión hasta convertirse en una explosión turística reconocida como Ciudad Maravilla.

Sin embargo, aún consciente de la importancia del dinero, Eusebio Leal no se olvidó nunca de la gente de la Habana Vieja. Toda obra de carácter económico tuvo su contraobra de carácter social para mejorar la calidad de vida de los más humildes.

Pasaron las décadas y Eusebio Leal se convirtió en una especie de dios para los más desfavorecidos. Incluso, en los últimos años de su vida, cuando su control sobre los asuntos del Centro Histórico se había reducido notablemente debido a su enfermedad y otras lamentables circunstancias, la gente seguía confiando en que él era el indicado para resolver los problemas y que todos los escalones intermedios eran camino perdido.

El 9 de junio de 2017, cuando ya le aquejaba la enfermedad expresó Eusebio Leal con toda humildad en el Aula Mágnima de la Universidad de La Habana:

«Yo, Eusebio Leal, no soy más que un seudónimo de algo mucho más grande e importante que se llama Cuba. Me confieso un hijo de mi tiempo. Perdónenme por mis errores, y aspiro a que lo que hice sea para todos, mas no para mí.»

Discurso de agradecimiento al entregársele el título de Doctor Honoris Causapor la Universidad Pedagógica Enrique José Varona. En Leal Espengler, Eusebio. Cuba prendida del alma. Ediciones Boloña. La Habana. 2018.

Lo recordarán las piedras

Víctima de una enfermedad a la que se enfrentó con todas sus fuerzas en los últimos años de su vida, sin dejar de trabajar un segundo por La Habana, Eusebio Leal falleció el 31 de julio de 2020 .

Pocas veces se ha manifestado un pesar tan genuino y unánime por parte de un pueblo como el que expresaron los cubanos al conocer la muerte del Historiador de la Ciudad. Eusebio Leal fue un hombre de consensos y en el día de su muerte todos lo lloraron.

Desafortunadamente el pueblo no le pudo rendir homenaje inmediatamente debido a la cuarentena que sufría La Habana por la Covid 19. Seis meses después, el 17 y 18 de diciembre se efectuarían sus honras fúnebres en el Salón de los Pasos Perdidos del Capitolio Nacional, la última de sus obras para con La Habana.

Sencillo, en la vida y en la muerte, las cenizas de Eusebio Leal descansan en una humilde tumba en el patio del Convento de San Francisco de Asís, en la Habana Vieja.

Muchos habaneros pidieron tras conocer la noticia de su muerte que se le rindiera un gran homenaje, levantando un monumento en su honor, pero eso no estaba en el espíritu de Eusebio Leal ni en la forma en que vivió y obró…

Tampoco tiene demasiada importancia, porque pasarán generaciones, se irán las memorias y las obras que admiramos hoy se verán reducidas a escombros. Sin embargo, como dijera una vez la poetisa Fina García Marruz, a Eusebio Leal:

Cuando lo olviden los hombres, todavía lo recordarán las piedras