Pocas inundaciones se recuerdan en La Habana como las que provocó el ciclón de septiembre de 1919, que pasaría a la historia como el «huracán del Valbanera» por haber hundido el vapor español del mismo nombre.
El potente meteoro categoría 4 con vientos sostenidos de más de 200 km por hora, que atravesó el Estrecho de la Florida moviéndose en paralelo a la costa norte de Cuba, destruyó totalmente varios tramos del Malecón y lanzó grandes columnas de agua contra el litoral cubano desde Las Villas hasta La Habana.
En la capital de la República, los trenes de olas, ya superada la barrera del Malecón, hicieron que el agua penetrara medio kilómetro tierra adentro por el Paseo del Prado hasta la calle Trocadero y 300 metros por Belascoaín, hasta Ánimas. Mientras, en el aristocrático Vedado el mar llegaba en su furia hasta la calle Línea, por donde entonces corría el Ferrocarril del Carmelo.
La tragedia del Valbanera
Al amanecer del 9 de septiembre, Ramón Martín, capitán del buque correo transatlántico Valbanera, propiedad de la naviera española Pinillos, que había zarpado cuatro días antes con rumbo a La Habana de su escala en el puerto de Santiago de Cuba, observó con preocupación las primeras señales del huracán a la altura de Matanzas y envió un mensaje telegráfico al observatorio del Colegio de Belén:
Al norte de Matanzas, con viento duro del noroeste, diga que hay de la perturbación…
La respuesta del padre Lorenzo Gangoiti, quien dirigía entonces el Observatorio no pudo ser más pertubadora:
Ciclón norte Sagua. Gran intensidad. Rumbo oeste – noroeste.
Se desconoce si el Valbanera recibió el mensaje, que la estación telegráfica del Morro se mantuvo reenviado a intervalos de 25 minutos. Lo más probable es que el poderoso huracán haya arrancado la antena del buque, pues no se volvió a comunicar con La Habana.
Publicidad del Valbanera, una de las joyas de la corona de la Línea Pinillos
Ya en horas de la noche, cuando el huracán golpeaba con todas sus fuerzas la capital cubana, se escuchó a la entrada de la bahía la sirena de un buque que solicitaba auxilio desesperadamente mientras, a través de señales luminosas, pedía en morse práctico para entrar al puerto.
Desde la Capitanía le contestaron por la misma vía que el puerto estaba cerrado y que responder a su demanda hubiese significado casi un suicidio, por lo que el vapor, tras responder que comprendía la situación tomó rumbo norte, no si antes comunicar a La Habana que trataría de capear el temporal mar afuera o ganar uno de los puertos de la Florida.
Al final esta decisión del capitán del liner resultaría fatidíca, pues el poderoso huracán se desplazaba en la misma dirección y golpeó al buque – que todo indica se trataba del Valbanera – con toda su fuerza.
Tras conocerse que el trasatlántico no había llegado a puerto norteamericano, unidades de superficie de las marinas de guerra de Cuba y los Estados Unidos comenzaron una intensa búsqueda para intentar dar con el liner.
El 19 de septiembre de 1919 un guardacostas norteamericano encontró al Valbanera hundido a doce metros de profundidad y a 45 millas de Cayo Hueso, con el mástil de popa y los pescante de babor de la toldilla de popa sobresaliendo del agua.
La comisión que investigó el naufragio del Valbanera, basada en las evidencias, conjeturó que el Valbanera, fuertemente dañado por el huracán (que desde entonces se conocería como «el ciclón del Valbanera), quedó a la deriva y se hundió alrededor de las 11 de la noche del 9 de septiembre, unos 120 minutos después de haber solicitado auxilio a la Capitanía del Puerto de La Habana.
En el desastre fallecieron 488 personas entre pasajeros (en su inmensa mayoría inmigrantes españoles que buscaban una nueva vida en Cuba) y tripulantes. Hasta el día de hoy se le considera la mayor tragedia marítima española en tiempos de paz.
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