Luciano «Chano» Pozo fue un genio. En toda la extensión de la palabra genio. Su capacidad para fundir toques abakúas, batá y yoruba con ritmos de jazz le hicieron ganar fama nacional pero no fue hasta que llegó a Nueva York y formó parte de la orquesta todos estrellas de Dizzy Gillespie que Chano Pozo sintió reconocido, a cabalidad, su talento.
Una vida fímica, llena de tragedias y decepciones, en la cual los extremos parecían siempre a punto de plegarse en un ecosistema de caos y descontrol que Chano era incapaz de manejar. Se marchó de La Habana porque sentía que el racismo con que era tratado nunca le permitiría alcanzar los objetivos que él quería. Cierto es que el atentado en el cual le pegaron tres tiros (estuvo muy cerca de no sobrevivir a las graves heridas recibidas) había sido una señal irrevocable de que su guapería y poca paciencia serían la causa de su desgracia.
Había nacido en La Habana un 7 de enero de 1915. Su vida no tuvo nada de azar, la pobreza que le alumbró le hizo forjarse un carácter indómito, rebelándose ante los límites de la época. Vendió periódicos y limpió zapatos en los Aires Libres (también conocida como paseo de las marquesinas y que se extendía desde el Hotel Saratoga hasta el Cine-Teatro Payret, siendo una zona de música en vivo recurrente para la socialité habanera y donde cantaron también el Benny o Rita Montaner) antes de poder tocar su música en esa misma zona. Para luego conquistar los carnavales habaneros, bailando y tocando en las comparsas El Barracón, La Mexicana, La Colombiana, La Sultana, La Jardinera y Los Dandys.
Fue calificado por el etnólogo e investigador de la cultura afrocubana Don Fernando Ortiz como:
«un revolucionario musical por su influjo directo, inmediato y eléctrico. Por el tambor de Chano Pozo hablaban sus abuelos, pero también hablaba toda Cuba. Debemos recordar su nombre para que no se pierda como el de tantos artistas anónimos que durante siglos han mantenido el arte musical de su genuina cubanía».
Chano Pozo, sinónimo de música afrocubana refinada con jazz
Chano Pozo era medio hermano del famoso trompetista Félix Chappotín, entregado admirador de Rita Montaner, y estrella en ascenso de la estación de Radio Cadena Azul donde fundó junto a su hermano del alma la orquesta Conjunto Azul. En la década de los cuarenta, Chano Pozo, apareció en la escena del jazz norteamericano sobrado de una nueva y vigorosa energía, gracias a la visión del músico Mario Bauzá. Trabajó junto a figuras de la talla de Charlie Parker y Dizzy Gillespie, con Dizzy rompió los moldes al componer su hito musical «Manteca», que sentaría la cumbre del Cubop.
La fulgurante carrera de Chano Pozo, en Estados Unidos había arrancado en 1942, cuando abandonó la Orquesta de Machito, para unirse al conjunto de los «Jack Cole Dancers». «Manteca» se dio a conocer en el mundo del jazz en 1947, durante la presentación de la banda todos estrellas de Gillespie y Chano Pozo. En aquel concierto intervinieron otras dos glorias del Jazz mundial, el pianista John Lewis, quien fundaría luego el Modern Jazz Quartet, y el baterista Kenny Clarke, uno de los padres del Bebop.
Chanito Pozo quería brillar, y para ello sabía que no podía detenerse, así que apenas llegar a Nueva York fundó un club nocturno en el Palladium que se llamó como una canción suya, «Blem Blem». Gracias a la influencia de Mario Bauzá, que había convencido a Dizzy Gillespie para contratar a Chano Pozo, se logró uno de los momentos estelares en la historia del jazz latino. Así lo afirma Marshall W. Stearns:
Delannoy recuerda que el estilo de Chano llevó gradualmente a Gillespie a correr cada vez más riesgos musicales, lo cual desembocó en una fusión perfecta: la de un fenómeno de la armonía del American Jazz con un genio de los ritmos afrocubanos y populares.
La poderosa y principalmente rítmica influencia de la música afrocubana sobre el jazz y, especialmente, en el “beebop”, alcanzó un punto culminante en el invierno de 1947 cuando el director de banda Dizzy Gillespie contrató al tamborero cubano “Chano” Pozo, para un concierto en el Town Hall.
En medio del reconocimiento y el éxito llegó la repentina noticia de su muerte. Hay varias versiones alrededor de lo que ocurrió la noche del 3 de diciembre de 1948. El asesinato de Chano Pozo en Lenox, en el bar Rio Cafe & Lounge ubicado entre las calles 111 y la 112 de Nueva York, está rodeado de varias leyendas* (drogas, mujeres o cuentas pendientes) lo cierto es que Chano Pozo, pese a dejar este mundo con apenas 33 años, está en la historia del jazz latino por méritos propios. Es el origen del que han bebido varias generaciones de músicos cubanos como, Angá, Tata Güines, o Patato Valdés.
Son famosas las palabras que el Benny Moré le dedica en Rumberos de Ayer:
«Qué sentimiento me da, cada vez que yo me acuerdo, de los rumberos famosos. Qué sentimiento me da ¡oh! ¡Oh, Chano! Murió Chano Pozo…Sin Chano yo no quiero bailar…»
Última canción de la siguiente lista de reproducción que reúne lo mejor de Chano Pozo.
(*)En el excelente libro de Rosa Marquetti: Chano Pozo. La VIda (1915-1948) la autora sostiene que fueron 5 disparos realizados por un veterano de guerra puertorriqueño, debido a un tema de drogas.
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