Faustino Oramas, «El Guayabero«, fue el último juglar de la música tradicional cubana. Su obra ha influido y divertido a varios generaciones de cubanos y extranjeros. Su influjo cruzó los mares y sin pasar por La Habana fue objeto de culto en España.
Dice su ficha que Faustino Oramas Osorio, que entonces no era El Guayabero, nació un 4 de junio de 1911. Más la leyenda del juglar lo ha alcanzado y esa fecha es puesta en duda por muchos, que afirman que era más viejo.
El Guayabero, la leyenda del último juglar
Según el sitio holguinero baibrama, al momento de fallecer:
Tenía 96 años, aunque, al parecer, el “rey del doble sentido” era aún más longevo que lo que aseguraba su documento de identidad, pues fuentes orales y los estudios médicos realizados tras su fallecimiento le calcularon más años; incluso el periódico ¡ahora! del 6 de junio de 1977 reseña un homenaje que dos días antes le tributaron por sus 70 años.
Cierto o no, es el colofón ideal para el mito de El Guayabero, un hombre que vivió su vida como un juglar de antaño, desandando los campos del Oriente con su guitarra al hombro, cantando montunos en cualquier batey, a veces solo por la comida.
De muchas de esas andanzas salieron canciones icónicas como: Marieta o la que le dio su sobrenombre: El Guayabero.
Al respecto, en el documental que Octavio Cortázar le dedicó se cuenta:
En una rústica cantina el juglar, acompañado de varios músicos de su conjunto, El Guayabero se divertía cantando sus simpáticas composiciones, mientras los pobladores se reían a carcajadas. Una hermosa trigueña del lugar les servía tragos de vez en cuando, hasta que llegó el jefe del puesto de la Guardia Rural, el cual era el esposo de la muchacha y, celoso, armó la bronca. Le dijo a Faustino que si había tomado ron con su esposa ahora tomaría con él… Mientras corría entre los cañaverales nació la inspiración, una carta de presentación que desarmó a no pocas personas de rostro adusto que no transigían ante sus canciones “irrespetuosas” y cargadas de doble sentido: “En Guayabero, mamá, me quieren dar…
Comenzó tocando en el “Sexteto Tropical», cuando apenas contaba quince años y luego pasó a la agrupación “Conjunto Trovadores Holguineros”, antes de formar su grupo Los Guayaberos junto a familiares suyos.
Faustino Oramas ha pasado a formar parte del imaginario popular gracias al doble sentido de sus canciones, que en su momento fueron objeto de enconadas controversias entre un bando moralista, que se horrorizaba con sus temas, y otro que lo defendía a capa y espada como el gran cultor del llamado choteo cubano.
Yo no digo lo que la gente piensa, ellos son los que ponen el doble sentido. En una ocasión un policía me dijo que lo que yo cantaba era un relajo. Le pregunté dónde estaba el relajo y no me pudo contestar, finalmente se me echó a reír
ECURED
Lo cierto es que es uno de los pocos músicos cubanos en ostentar el Premio Nacional de Humor, aunque nunca haya recibido el de Música.
Sus temas fueron objeto de culto en España, sobre todo a partir de que el célebre Tomatito incorporara a su repertorio la canción «Tumbaito«. Fue objeto de alabanzas en Sevilla y Murcia, donde en 2005 se inauguró el museo Santa Palabra, expresión típica de El Guayabero.
En Europa, la fama le llegó sobre todo a partir de que Ibrahim Ferrer con el Buena Vista Social Club grabara su tema “Candela”.
El Guayabero fue de esos casos de músicos populares, como Benny Moré, o Chano Pozo, que sin tener estudios superiores de música alcanzaban un nivel técnico exquisito. En el caso suyo en el dominio del Tres, instrumento con el que hizo prácticamente toda su carrera.
En su tierra holguinera fue tratado, justamente, como una leyenda viva cubana, conociendo en vida instituciones que llevaban su nombre. Finalmente, vencido por el cáncer El Guayabero falleció un 27 de marzo de 2007. Fue despedido con música, con su música.
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