Oyá Yansá es orisha mayor, tal vez una de las más temidas y respetadas por los creyentes. Es la única mujer que va a la guerra, siempre acompaña a Changó en las batallas, y a veces es quien decide la victoria. Los practicantes coinciden en que es más violenta, fiera e irascible que el dios del rayo, criterio recogido por Lydia Cabrera y Natalia Bolívar.

Es reconocida por algunos como la dueña del cementerio, aunque también es aceptado que es solo la dueña de la puerta del camposanto y vive ahí junto a Obba y Yewá, las otras encargadas de los muertos.

Oyá

Al igual que Changó domina el fuego, en un pataki se cuenta como por curiosa descubrió el secreto de este orisha y aprendió a utilizarlo. Bajo su poder está la centella, elemento tan misterioso como la mismísima Oyá. También controla los temporales y torbellinos, violentos e impredecibles como la furia de la santa.

Características

Quien no tenga mucho conocimiento sobre el tema, pensará que esta orisha es oscura y de apariencia poco atractiva, pero esto es un error. Las vestiduras de Oyá son multicolores, destaca una saya de paños móviles que ostentan nueve colores, todos menos el negro. Por lo general el resto del vestuario es rojo vino o marrón. También lleva una corona de cobre y sus manos están adornadas por nueve manillas de igual material. No gusta de lujos y vanidades como Oshún, pero desaprueba que alguien intente opacar su brillo. Por ello, es tradición aún en algunas casas cubrir los espejos cuando hay mal tiempo.

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Oyá, Oshún, Oggún y Changó. Zanqueros del grupo de teatro callejero NORIA

El número de Oyá es el nueve. Su día de la semana, el viernes, día de pagar castigos. Su refrán dice que «su mejor amigo es su peor enemigo». Junto con Elegguá, Orula y Obbatalá domina los cuatro vientos. Es la dueña del framboyán, con el sonido de las vainas de este se la llama. Por su afinidad con Changó también vive en la Palma Real.

Es reconocida en la mayoría de los pataki como la inseparable concubina de Changó, su brazo derecho y la mujer que él más quiere y respeta. Cuando el rey del trueno sale a guerrear, ella va delante. Lo precede y lleva la tempestad en sus faldas, mientras el orisha combate lanzando rayos y piedras y echando fuego por la boca.

El amor por Changó:

La dueña de los vientos era originalnente esposa de Oggún, pero fue raptada (no sin beneplácito) por Changó, y desde entonces se hicieron inseparables. Esto le costó al dios del trueno una cruenta batalla con el esposo rechazado, en la que de no haber sido por Oyá no hubiera salido victorioso.

La lealtad de Oyá, su fidelidad y constante abnegación, no le faltaron a Changó en ningún momento de su azarosa vida. Uno de los pataki más hermosos cuenta como Oyá sacrificó parte de su belleza por salvar la vida del hombre que tanto amaba.

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Oyá, por Zanquera del grupo de teatro callejero NORIA

Una de las veces en que Changó tuvo que esconderse de sus contrarios,
porque si caía en sus manos le cortaban la cabeza, querían matarlo de todos modos, se metió en casa de Oyá.

Sitiaron la casa y no había manera de escapar. Changó vaciló aquel día; entonces Oyá se cortó sus trenzas y se las puso; lo vistió con su ropa, lo adornó con sus prendas, sus collares, argollas y manillas, e hizo correr la voz de que iba a dar un paseo.

Changó y Oyá tenían el mismo cuerpo. Tiposo como ella, Changó salió vestido de mujer, caminando igual que Oyá, altanera como es, saludando con la cabeza, muy ceremoniosa y sin hablarle a nadie —Oyá no es santa de rumbanzunga, es muy seria—.

Por el pelo largo, la ropa, los movimientos, ninguno sospechó que no fuese la misma Oyá Ayabba en persona. Los enemigos de Changó, muy respetuosos, creyeron que era la santa, le abrieron paso, y Changó pudo escapar.

Cuando ya no había peligro, salió Oyá de verdad, y ellos se decían…, pero, ¿qué es esto? ¡Que Changó se nos fue de entre las manos con esas trenzas y el traje de Oyá!

Tomado de El Monte, de Lydia Cabrera.

Danza, nombres e hijos

Su baile es muy vistoso y fuerte en su ejecución. Agita el iruke en una mano y en la otra puede portar un machete o una antorcha encendida. Es una danza agitada, frenética, la acción coreográfica es rapidísima, vertiginosa. Forma remolinos girando siempre a la izquierda, baja el iruke como quien baja una centella o gobierna el trayecto del vendaval. Puede emitir un imponente grito de guerra difícil de describir.

Los atributos que acompañan a esta orisha son: el iruke (negro o multicolor), la centella, el cementerio y los entierros, una saya que se hace con pañuelos colgantes de los nueve colores, el arcoiris y, en general, las frutas de color ocre, específicamente la berenjena. También puede usar una máscara. La representan los aires, vientos y temporales. Simboliza la reencarnación de los antepasados, la falta de memoria. Se le llama con el sonido entrechocante de las semillas de la vaina del framboyán.

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Oyá. Zanquera del grupo de teatro callejero NORIA

Las herramientas que le pertenecen son: corona de nueve puntos de la cual caen nueve piezas (guataca, pico, Ochosi, rayo, guadaña, palo, azadón, rastrillo, hacha). Lleva nueve manillas de cobre. Su receptáculo es una sopera de porcelana pintada con nueve colores (excepto el negro).

Sus hijos son fuertes, temperamentales, muchas veces sufridos e incomprendidos. Su carácter puede ser tan variable como los vientos de la madre. Las hijas además son violentas, poderosas, autoritarias, de temperamento sensual y voluptuoso. Pueden ser extremadamente fieles, aunque también muy dadas a las aventuras extraconyugales. A pesar de todo, siempre son muy celosas.

Natalia Bolívar, en Los orichas en Cuba, recoge los diferentes nombres de Oyá. En la regla de Ocha sus nombres son: Oyá Bi, Oyá Funkó, Oyá Dumí, Oyá Mimú, Oyá Obinidodo, Oyá Ayawá, Oyá Odó-Oyá, Yansá Orirí, Oyá de Tapa (del mismo territorio africano que Changó). También era reina de Koso. Su nombre en Fon es Avesán. En la Regla de Palo se llama Centella Endoki, Remolino, Noche Oscura, Monte Oscuro, Viento Malo, Malongo, Vira Vira. En la Regla Kimbisa se llama Empungu Mama Wuanga, Yaya Kengue, Mariwanga, Mama Wanga, Monte Oscuro.

Sincretismo de Oyá

Como parte del gran ajiaco cubano de Fernando Ortiz, los negros traídos en calidad de esclavos adaptaron sus costumbres a las nuevas condiciones. Les fue prohibido adorar a sus orishas, así optaron por disfrazarlos con los nombres de los dioses católicos. Esta relación se daba por similitudes entre las historias o características de los santos. A este fenómeno se le llama sincretismo religioso.

En el caso de Oyá ha sido identificada con tres: la Virgen de la Candelaria (2 de febrero), la Virgen del Carmen (16 de julio) y Santa Teresa de Jesús (15 de octubre).

Manuel Mendive
Oyá 1967 Manuel Mendive

Ha predominado el sincretismo con la Virgen de la Candelaria, cuya fiesta se celebra el 2 de febrero, fecha en que la Iglesia Católica conmemora la ceremonia de purificación de la Virgen mediante una procesión con candelas. Esta procesión se originó en la Edad Media, en el siglo V, y acostumbraba incluir una visita al cementerio, generalmente continuo a la iglesia.

En Cuba la Virgen de la Candelaria es considerada Patrona del pueblo de Candelaria en Artemisa y de Ceiba Mocha, en Matanzas. Probablemente, al observar que el 2 de febrero el sacerdote de la Villa llegaba al ingenio para bendecir todas las velas que hubiese ante la imagen de la virgen y más adelante prenderle las consagradas durante el mal tiempo, los esclavos asociaron a la Candelaria con Oyá, dueña de la centella, los temporales y los vientos.