El hotel Brooklyn miraba al parque Isabel I, la Católica, extensión del Prado frente a lo que sería el Capitolio, formando parte del ilustre paseo de marquesinas de la acera impar de la gran arteria habanera, cuando aquella acera apenas era la acera del hotel Pasaje -junto al Inglaterra los más famosos del Prado- con los años ese recorrido de los impares del Prado llegarían a ser los legendarios Aires Libres donde se reunían, y cantaban, algunos de los que llegarían a ser luminarias absolutas de la canción cubana.

Bajo aquellas marquesinas infinitas cantó Benny Moré, tocó Chano Pozo y tuvieron una peña las Anacaonas originales. Allí la rumba abrió camino desde los carnavales, la música afrocubana más refinada hizo escuela con los años y no pocos fueron los músicos que por necesidad empezaron pasando el sombrero para sacar la comida del día.

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Imagen de comienzos del siglo, aún el hotel Brooklyn no se había inaugurado en la zona remarcada con el color amarillo. El cartel que se observa pertenece al hotel Pasaje, frente a estos el parque Isabel I, la católica, extensión del Paseo del Prado que fue demolido antes de la inauguración del Capitolio.

Pero viajamos más atrás en el tiempo, a una Habana en los primeros pañales de la república independiente del poder español -que había dominado durante cuatro siglos estas tierras-. El aire entonces soplaba del Norte y el turismo de los pájaros del invierno (white birds), como llamaban los cubanos a los estadounidenses que se refugiaban en la cálida estación invernal cubana, llenaban las calles de una ciudad abierta a la maravilla que presagiaba el siglo XX.

El Prado era la gran arteria que recibía dispuesta al visitante. Las callejuelas del centro histórico mantenía su barroco entusiasmo de telares y ajetreos comerciales. Todos los costumbrismos cabían entre las calles Obispo y O’Reilly donde la moda francesa y las porcelanas del oriente seguían siendo las novedades de entonces. Esa época de vapores norteños originó la moda de los hoteles con nombres de ciudades estadounidenses que duró hasta enero del 59 cuando la política cubana cambió lo norteño por lo soviético con los resultados conocidos.

Hotel Brooklyn, tras la estela del hotel Pasaje

Precisamente para dar cobijo a la gran cantidad de visitantes norteños que sobrevinieron con la ocupación militar iniciada el 1 de enero de 1899 surgió el hotel Brooklyn. El origen del nombre lo desconocemos pues la dirección en 1917 seguía en manos de la danesa H. Weidemann, pero la ubicación claramente perseguía la estela del más famoso hotel Pasaje, presente en gran cantidad de guías de turismo de la época.

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Alguna de las imágenes de publicidad del hotel Brooklyn. El hotel contaba con intérpretes de Alemán, Inglés, Español y Francés.

A diferencia de otros hoteles, que contaban con cierta antigüedad, el hotel Brooklyn estaba construido con cierta modernidad y poseía habitaciones individuales con baño común -destinadas sobre todo a caballeros solteros- y habitaciones familiares con varias camas y cuarto de baño integrado. Este hotel estaba destinado sobre todo a los familiares de los oficiales destinados en Cuba y de otros empresarios que vinieron al país buscando hacer negocio-

Se describía como un sitio de precios moderados y esmerado cuidado. Esta era una forma sutil de abrirse a las familias que solían viajar con niñeras y que normalmente ocupaban más de una habitación. Este tipo de turismo era el preferido por los hosteleros extranjeros establecidos en La Habana y aunque pueda sorprender, muchos de estos hoteles intentaban no alojar a nacionales, salvo que fuesen familias.

Otra de las particularidades del hotel Brooklyn era el carácter cosmopolita de su restaurante, orgulloso de presentar platos especiales criollos pero con la posibilidad de incluir algunas delicias tradicionales de las cocinas europeas y americana.

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Una imagen del 2014 tomada de Google Maps que muestra la zona donde estuvo el hotel Brooklyn, el hotel Pasaje y el cine Payret. En la actualidad toda esa zona está siendo demolida para realizar un gran complejo turístico. La zona central de la manzana fue durante décadas la sala Polivalente Ramon Fonst, destinada al deporte.

Otra de las curiosidades del hotel Brooklyn era la posibilidad de prestar servicio de agente de puerto. Este curioso servicio de asistencia aseguraba a los turista que a la llegada de los vapores y ferrocarriles tendrían a una persona responsable del hotel esperándoles para facilitarles la llegada al hotel.

Lo mismo cargaba sus equipajes que conseguía el transporte necesario, usualmente estos empleados hablaban más de un idioma y recibían buena propina.

Durante los años treinta con el descenso del turismo estadounidense y europeo por las crisis económicas y políticas que azotaron al mundo hoteles como el Brooklyn pasaron a ser casas de huéspedes y en sus bajos se alojaron diversas tiendas. Ya en los años cuarenta no había rastros de la existencia de este peculiar recinto hostelero.