Extracto sobre Los primeros chinos comerciantes tomado del libro: «Apunte Histórico de los Chinos en Cuba» de Antonio Chuffat Latour*, editado en 1927.
Discurría el año 1870. Fué una época de fusilamientos, consternanación y luto para la familia cubana. Tristes y dolorosos fueron aquellos días.
Los insurrectos campeaban por las Villas, y en las fuerzas libertadoras iban los chinos, secundando las órdenes de los Jefes.
La feroz intransigencia se cebó entre el elemento integrista. Y el odio, la pasión desatada, entre el cubano. Y como un volcán que ardía, las intrigas se suscitaban prodigiosamente.
Un viva España, equivalía a aplicar un fósforo sobre un montón de pajas para que ardiera la pasión desenfrenada de los patrioteros.
Se sacrificaban a los cubanos con la irreductible saña de gran heroicidad y valentía.
Los chinos pacíficos se aprovechaban introduciéndose en el comercio. (Puedes leer aquí sobre el surgimiento de las primeras sociedades)
No ofrecían peligro alguno, porque ningún esclavo es peligroso.
Los que ofrecen peligro son los hombres libres, jamás los parias y siervos porque no pueden reclamar su derecho.
Comienzo de los chinos comerciantes
Según iban libertándose, trabajaban con constancia y observaban iría gran economía, ahorrando el producto de sus afanes, y entre sus plisaros se protegían mutuamente, constituyendo al efecto, sociedades cooperativas, depositando cada cual la cantidad de dinero suficiente, hasta lograr la apertura del establecimiento que habían de girar bajo una razón social a estilo de China.
Con una formalidad asombrosa y exacto cumplimiento, se abrían crédito, y se les confiaba a los chinos por los grandes comerciantes y banqueros españoles, todo lo que quisieran con respecto a materia mercantil, porque los chinos eran buenos marchantes y tenían fama de buena paga, cumplidores y virtuosos.
Los chinos se libraban de su situación de esclavos, una vez extinguido el contrato de ocho años, en busca de nuevo horizonte. De los ingenios se trasladaban a las ciudades, villas, poblados y caseríos. Escogiendo siempre los lugares adecuados a su carácter dado a lo raro y excéntrico, causando risa a los cubanos y españoles.
Eran ocurrentes; cuando les convenía hablaban español, y cuando el negocio no les convenía, exclamaban: «Mi no sabe jabla español». De ahí no los sacaba nadie.
Los chinos se dirigían principalmente a las capitales, buscando la industria y el comercio. La Habana, un campo precioso, le ofrecía un futuro emporio de riqueza, como lo fué. Se hacían millonarios, poderosos; adquiriendo un prestigio incomparable dado a su perseverancia como grandes comerciantes e invadieron todos los giros.
Los lugares donde más chinos existían en la Habana eran: Regla, Casa Blanca, Jaruco, San Julián de Güines, Hoyo Colorado, Guanajay, y Batabanó.
Siendo Gobernador General de la Isla de Cuba Don Cándido Pieltain, llegan los primeros chinos comerciantes de San Francisco de California, de los Estados Unidos de América.
En el mes de Marzo, hace su apertura la primera casa de comercio, importadora de efectos de Asia, de los señores banqueros Lay Weng; Yong Shan y Lam Tong; con un capital de cincuenta mil pesos.
En este mismo año de 1870, se produjo uno de esos acontecimientos tristes y lamentables que trajo para nuestra desgracia la muerte de Don Gonzalo Castañón:
Se apasionó la multitud entre los dos bandos contrincantes, con la noticia de haber sido asesinado en Cayo Hueso el Director de «La Voz de Cuba», (periódico donde se publicaban artículos de odio apasionado, en contra de todo aquel que no fuese adicto a la causa de España), cuando el periódico cubano «El Yara», que se publicaba en Cayo Hueso, hubo de contestar uno de esos artículos agresivos.
Don Gonzalo Castañón, hombre envalentonado, resuelto se dirigió a Cayo Hueso, a pedir al Director del periódico revolucionario «El Yara», le diera una satisfacción. Se encontraron en el hotel donde se hospedaba Don Gonzalo Castañón, y en el funesto encuentro, se cruzaron varios tiros, que trajeron por consecuencia, la trágica muerte de Don Gonzalo Castañón.
El hecho se extendió entre los intransigentes, y se cerraron todos los establecimientos de comercios. Rápidamente se propagó la noticia en toda la Isla, y las banderas de los buques y oficinas, se izaron a media asta, celebrándose honras fúnebres en honor del finado. Las manifestaciones de los voluntarios, eran excepcionales, pedían sangre, sangre cubana.
La inauguración de la casa «Con Sang Tong», fue en la calle de Sol entre Villegas y Aguacate, en la Habana; bajo la firma social de Lay Weng y Compañía.
El Sr. Lay Weng, -rico entre los chinos comerciantes- hablaba el inglés correctamente, era de una estatura regular y de unos cuarenta años de edad. Había viajado por el Perú, y conocía algo el idioma Castellano.
En el mes de Abril de 1870, el señor Marqués de San Miguel presenta queja al Gobierno en contra de los chinos. Y el «Diario de la Marina» publica lo siguiente:
En su extenso escrito publicado el 20 de Abril de 1870, en el «Diario de la Marina», deja relucir la intransigencia del eterno esclavista, enemigo del negro y del chino
En el mes de Junio, comienza a adquirir fama de médico el chino Cham Bom-Bia, y este se trasladó a Matanzas y a la Habana, donde se hizo célebre por sus grandes curas, conocido por el «Médico Chino»:
«Ni el médico chino lo salva» eran los dicharachos cuando había algún enfermo grave.
El Médico Cham Bom-Bia, había estudiado la botánica en su País, tenía grandes conocimientos de la flora cubana. El médico Cham Bom-Bia, era alto, usaba una chiva, acompañado de un bigote caido a estilo de la Manchuria. En su trato se advertía un correcto caballero. No tenía gran amor al dinero, cuando murió pobre.
El Médico Chan Bom-Bia, decía a sus clientes:
«Si tiene dínelo «paga pala mi. Si no tiene no paga, yo siempre le da medicina pa la
gente poblé».
Se hizo célebre en la Isla de Cuba, el médico Chino, como cariñosamente le llamaban sus amigos. Era una persona queridísima entre las familias cubanas. Dejando recuerdos gratos e imperecederos para todos los que lo trataron en aquella época.
En Junio el Gobierno Cubano, decretó, la libertad de todos los negros y chinos esclavos que encontraban en la fila de insurrectos.
El Gobierno de España para contrarrestar esta orden, dispuso manumitir a los esclavos cuyos dueños se encontraban en el extranjero laborando por la causa cubana. También se declaraban libres todos los esclavos que habían tomado las armas en favor de España, y ios que habían prestado algún servicio de importancia en bien de la nación.
El Banco Español, había lanzado al mercado, los billetes de la emisión de guerra. El papel del Banco Español, al principio se canjeaba a la par con el oro; pero esta emisión no tuvo aceptación porque los comerciantes se negaban a recibirlo debido al intenso trastorno que les causaba para las compras en el extranjero y en la misma España.
En muchos lugares no corrían los billetes menudos, en las tiendas al por menor. No ocurría así en la Habana, ni en las demás ciudades de la Isla, donde la circulación del oro había desaparecido por completo.
Los billetes del Banco Español, los había de cinco, diez, veinte y cinco y cincuenta centavos. Les seguían de uno, tres, cinco, diez, veinte y cinco, cincuenta y cien pesos. Esta emisión, un billete de cien pesos, equivalía a cuarenta pesos plata mexicana.
A veces se establecían grandes luchas entre los comerciantes chinos cuando no querían admitirlos. Y se les daba la gran «brava», porque ignoraban en sus compras con los mismos españoles comerciantes al por mayor.
Por el mes de Septiembre de 1870, continúan en gran escala, por el interior de la Isla, las casas de comercio de chinos.
En el mes de Noviembre los ricos chinos comerciantes Domingo Ramírez, y Agustín Chuffat, constituyen una sociedad para hacer varias cuadrillas de chinos. La primera cuadrilla se organizó en Macagua, en el Ingenio «Sociedad», con el chino Cristóbal López, que ingresó en la mencionada sociedad.
El señor Agustín Chuffat, pasó al Ingenio «Socorro» de Don Francisco Feliciano Ibáñez, Conde de Ibáñez. En el mismo Noviembre, celebraba un contrato de cuadrilla de chinos el señor Toribio Yanes, (Loy Sen) en los Ingenios «Santa María» y «San Martín» en Guambas y San José de los Ramos.
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