La calle Mercaderes corre de norte a sur durante casi seiscientos metros. Antiguamente nacía en un costado de la pescadería de La Habana -zona conocida también como el boquete– y termina en el Plaza Vieja, aunque antiguamente no moría en el cruce con Teniente Rey sino que los números impares del este también seguían perteneciendo a la calle Mercaderes siendo a partir del cruce con Muralla que comenzaba la calle Inquisidor.

Con la lógica que siguió a los primeros nombres de las calles de intramuros el epónimo de «calle Mercaderes o de los Mercaderes» responde a la gran cantidad de comerciantes que se asentaron en ella, a diferencia de su paralela Oficios que tuvo funciones más burocráticas y residenciales.

Por su antigüedad y trazado en ella se han asentado de lo largo de los siglos apellidos habaneros ilustres y muchos de los negocios que en algún momento acumularon gran fama en la ciudad, en nuestro recorrido intentaremos nombrarlos aunque muy probablemente se nos escape alguno.

La calle Mercaderes, eje comercial

Entre los negocios que aquí estuvieron destaca sobre todos el café La Dominica que estuvo en la esquina de la calle O’Reilly y Mercaderes -zona oeste, numeración par- aunque tenía salida a ambas calles. Por su cercanía con el edificio que alojó al convento de Santo Domingo y a la Universidad, destacó por el ajetreo que a su alrededor había.

Frente a la plazuela de Santo Domingo (esquina inferior derecha de la foto de encabezado) estaba la Real Audiencia (en la parte posterior del Palacio de los Capitanes Generales) y antes que este ilustrísimo edificio allí estuvo el Hospital Viejo, en la actualidad esta plazuela tiene varias estatuas y destaca por el colorido de sus atardeceres.

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El recorrido de la calle Mercaderes marcado en rosa en un mapa de 1855. Comenzamos el recorrido desde el punto negro donde estaba la Pescadería. Esa esquina de Empedrado y Mercaderes se amplió para evitar los lodazales por la cercanía del boquete por el cual entraba el pescado a la ciudad. En verde el Liceo, el punto rojo es la Confitería la Dominica, en azul claro la iglesia de Santo Domingo o San Juan y Letrán, frente a esta en azul oscuro la ubicación del antiguo Hospital Viejo. En la esquina de Obispo la casa de la Muñequería Azul y en amarillo casi al final de la calle el punto amarillo marca el edificio de los Pelícanos.

Estamos ya en la esquina de la calle Obispo y en un amarillo resultón encontramos el edificio donde actualmente están la mercería Muñequita Azul (por la parte de Obispo) y la Casa Boloña (por la parte de Mercaderes). Frente a esta residencia de estilo colonial se levanta el hotel Ambos Mundos, ubicación en la cual estuvo el primer estudio fotográfico de la ciudad.

La ferretería Isasi en la esquina con Lamparilla guarda un trágico recuerdo para la ciudad e incluso antes, pues en aquel edificio estuvo la Cárcel Vieja, pero unos metros antes de llegar a ella, en la esquina con calle Obrapía, estuvo el negocio de Aromas Coloniales de la Isla de Cuba en el año 1791. Frente a este edificio se encuentra el parque Simón Bolívar.

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Esquina de calle Mercaderes y Lamparilla ubicación de la antigua Ferretería Isasi

En el periódico El Aviso del 12 de mayo de 1807 se hace mención de una fábrica de cerveza profiláctica a nombre de Sinforoso Mútis en la calle Mercaderes, desconocemos si existían otras fábricas de cerveza en la ciudad pero copiamos textualmente el anuncio porque no tiene desperdicio alguno.

Don Sinforoso Mútis, empleado en la Real Expedición Botánica del Nuevo Reyno de Granada, y actualmente residente en esta ciudad, ha obtenido permiso de este superior Gobierno, para establecer una fábrica de cerveza prophylactica, composición inventada por D. Joseph Celestino Mútis, director de la misma Real Expedición Botánica, que fue recibida con tanta aceptación en París, que el celebre Alibert la recomienda mucho en su obra intitulada: Nuevos elementos de Terapéutica y de Materia médica.

Este licor según el referido Dr. Mútis en su Quinologia, y el dictamen de este Real Protomedicato, es muy benéfico, y pueden usarlo todas las personas sanas por gusto y preservación; y al mismo tiempo es un remedio utilísimo sencillo y poco costoso en muchas enfermedades. Se hallará de venta a 6 reales botella en la casa núm. 77 de la calle Mercaderes.


En la actualidad en el trayecto hacia la Plaza Vieja destacan numerosos cafés y museos reformados por la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC) hasta llegar a la esquina de la calle Amargura. En esta esquina destaca la casa de la Cruz Verde (actual Museo del Chocolate) y frente a ésta, la antigua Casa Aguilera o Basabe (actual museo de la Cerámica), residencia en la cual vivió y murió el poeta José Fornaris en la calle Mercaderes.

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Casa Aguilera donde falleció José Fornaris en la calle Mercaderes

A partir de esta curiosa esquina el trayecto realiza una ligera curva para terminar en la Plaza Vieja. Justo antes del antiguo Correo (actual cámara Oscura) se encuentra el edificio de los Pelícanos, un curioso diseño que llama la atención de los paseantes.

La revista El Veterano en su segundo año (1910) se editaba en el no. 11 de esta calle, no siendo la única imprenta que hubo en esta arteria. Bancos como G. Lawton Childs & Co. estaban asentados en Mercaderes 22 y destacaba por haberse establecido en 1844 en Cuba. En ese mismo edificio estaba la Oficina de venta de tickets de la P. & O. Steamship Company (Compañía de Vapores) que operaba entre La Habana y distintos destinos de Estados Unidos.

Residentes ilustres

Según el historiador Manuel Pérez Beato «la primera cuadra se llamó de la Tesorería porque en la casa número 2 moderno, antiguo 97, vivió don Ignacio Peñalver y Cárdenas, Marqués de Arcos, Tesorero que fue de la Real Hacienda«. Frente a esta residencia se encuentra el Mural del Liceo Artístico y Literario de La Habana.

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Edificio Gómez Vila, antigua sede de Correos y posteriormente edificio de oficinas. Ubicado en el cruce de la calle Mercaderes y Teniente Rey.

En dirección hacia el sur, número 96 antiguo, habitó la familia de Herrera quienes ostentaban el título de Condes de Fernandina y fueron de los primeros en mudarse hacia el Cerro con su famosa Quinta en la cual llegaron alojar al príncipe ruso Alejo Alexandrovich. A continuación de esta residencia estaba el callejón del Dr. Teneza donde se encuentra actualmente la estatua de Gabriel García Márquez.

Este curioso callejón fue causa de litigio durante años entre los poderosos vecinos de la zona, sin que ninguno lograse adjudicárselo. Debemos recordar que estas residencias daban originalmente hacia la calle Mercaderes hasta que la plaza de la Ciénaga o de la Catedral, se adecentó y ganó popularidad, razón por la cual los ilustres vecinos volcaron su entrada principal hacia ella.

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En el período republicano algunos negocios más modernos como los estudios de arquitectura se radicaron en la calle Mercaderes.

Acabando el recorrido hacia la Plaza Vieja está la Obrapía de Aramburo, en cuyos bajos estuvo el café Tabernas del cual Pérez Beato señala «conocimos este establecimiento, que era muy concurrido y tuvo su mayor apogeo en las épocas constitucionales. Tenía grandes cuadros al óleo, que representaban motivos andaluces«.

La calle Mercaderes en 1859

Hagamos un viaje en el tiempo mientras leemos un breve extracto que describe a la calle Mercaderes en 1859.

Las calles más notables y concurridas de intramuros son las de la Muralla, Obispo, O-Reilly y calle Mercaderes, especialmente las dos primeras que en toda su extensión tienen tiendas á una y otra acera formando como un inmenso bazar en que se hallan todos los productos de la industria manufacturera.

Ambas (como las dos anteriores y otras) están empedradas de adoquines, casi cubiertas durante el día por los toldos de los establecimientos, y tan iluminadas de noche por sus innumerables quinqués y tan concurridas de compradores, que dan desde luego al forastero la mas brillante idea de nuestra riqueza y opulencia.

En la calle de Mercaderes, que tiene 38 casas, solo 4 son bajas. También se va generalizando el zaguán, que antes solo se hallaba en las casas principales, teniendo las demás la puerta de la calle en la sala y siendo el carruaje uno de los muebles del estrado.

Lo cálido del clima ha dado a nuestra arquitectura doméstica ciertos rasgos distintivos que llaman la atención del forastero: es el primero la extraordinaria magnitud de las ventanas y las puertas, pareciendo estas de templos o de cocheras: es el segundo la situación del comedor, entre la sala y el patio, del cual no lo separa pared ninguna, sino uno o: dos arcos que se cubren con persianas o cortinas para dejar paso al aire libre.

Es el tercero la falta de vidrieras, usándose solo en algunos postigos, y también en la parte superior de las ventanas se colocan medios puntos de vidrios de colores que modifican la luz y dan á las habitaciones un aspecto pintoresco sumamente agradable: el cuarto y último es la pintura de cenefas a todas las habitaciones, y la de todas las paredes exteriores con el objeto de atenuar la reflexión.

Manual de la isla de Cuba : compendio de su historia, geografía, estadística y administración. José García Arboleya-1859.