El castillo del Príncipe fue otra de las grandes fortificaciones erigidas dentro del segundo plan defensivo de La Habana. Este segundo proyecto cuenta, curiosamente como el primero, con tres grandes joyas pues antes de el castillo del Príncipe se erigió en otra colina, al fondo de la bahía, el castillo de Atarés y antes de ambos la fortaleza de La Cabaña fue levantada en el cerro de igual nombre, como la mayoría de las fortalezas militares en la zona aledaña a la bahía, en este caso en el perfil este.

Se hacía necesario entonces proteger la región al oeste de la ciudad. En la zona de la Chorrera los ingleses encontraron la fuente de agua potable indispensable para organizar cualquier acción militar. Los ingenieros reales decidieron entonces levantar fortalezas allí donde las tropas inglesas habían apostado sus principales baterías.

La loma de Aróstegui

La situación de temor a una nueva conquista de La Habana, por una nación en guerra con España, trajo consigo una revolución en las fortificaciones defensivas de la capital de la isla de Cuba. Llegaron múltiples ingenieros militares como los hermanos Abarca, Agustín Cramer y Luis de Huet quienes fueron los encargados de ejecutar dichas obras.

Se eligió la ubicación de la loma de Aróstegui por ubicarse a casi 60 metros sobre el nivel del mar. La colina era conocida en la ciudad por existir en esa zona unos molinos (más información en la entrada de la Quinta de los Molinos) pertenecientes a un don Agustín de Aróstegui Loynaz, dichos molinos secaban parte de la producción de tabaco que iría a parar al rey. Una vez demolidos se procedió a militarizar la elevación y se le encargó al ingeniero belga Cramer, el mismo del castillo de Atarés, dar inicio en 1767* a la fortificación de la loma.

El proyecto original pertenecía Silvestre de Abarca -quien proyectó la fortaleza de La Cabaña y el hornabeque de San Diego, aunque tanto este último fuerte como el Príncipe sufrieron modificaciones de parte de Luis de Huet quien sería el que finalizaría ambas obras- y se extendió hasta 1779. El castillo debe su nombre al príncipe don Carlos quien luego reinaría bajo el nombre de Carlos IV.

Esta fortaleza es un pentágono irregular con dos baluartes, dos semi baluartes y un rediente, grandes fosos, galería aspillerada, camino abierto, revellines, galería de minas, almacenes, aljibe y vastos alojamientos para su guarnición que solía ser de 900 hombres. Su artillería era de 60 piezas de todos los calibres. (Emilio Roig. LA HABANA DE AYER, DE HOY Y DE MAÑANA -1928-)

A diferencia de las grandes obras militares de la bahía este castillo es más modesto, tanto en detalles técnicos como estructurales, si lo comparamos con las gloriosas fortificaciones del mismo período. Después del gasto realizado por Carlos III la corona optó por algo más práctico que ostentoso.

Este pragmatismo constructivo sumado a su ubicación retirada de las principales arterias de la época probablemente ha derivado en la poca repercusión que tiene el castillo en los medios y la iconografía de la ciudad. En este sentido «ayuda» el hecho de que ha sido usado como unidad represiva por los distintos gobiernos de la Isla creando un aura de repulsión en los ciudadanos.

castillo del Príncipe

El gobierno de Gerardo Machado demolió la Cárcel de Tacón que se encontraba en el comienzo del Paseo del Prado, cercana al castillo de La Punta, y se trasladaron al Príncipe las dependencias de Cárcel y Presidio hasta que finalizó la construcción del Presidio Modelo en Isla de Pinos. Hasta 1959 se usó como prisión y unidad militar, tras el triunfo de la revolución cumplió labores civiles pero en la actulidad ha recuperado su función de carácter militar aunque no puedo precisar el uso exacto del mismo.

Domingo Goicuría en el castillo del Príncipe

Siendo la fortaleza de interior más poderosa de cuantas erigieron los ingenieros de la corona española en la ciudad, no es de extrañar que no sufriese ninguna acción de combate importante; aunque cuenta con el deshonroso honor de ser el lugar donde fue ejecutado, mediante el garrote vil, el destacado revolucionario habanero Domingo Goicuría Cabrera (1805-1870), tras ser apresado al frustrarse el desembarco armado de una expedición que se conoce desde entonces con su nombre. Cerca del lugar donde fue ejecutado se colocó un busto en su memoria. Subiendo al patíbulo exclamó «¡Muere un hombre pero nace un pueblo!».

Sistema defensivo tras el segundo plan de fortificación de la ciudad

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*– Similar a lo ocurrido con el Morro las fechas no están del todo precisas pues José de la Torre en su obra Lo que fuimos y lo que seremos publicada en 1853 señala que la fecha de inicio del castillo del Príncipe es 1774 y su conclusión llegó en el año 1794. En este caso se refiere a la fortificación en sí misma, reconociendo que desde 1771 se encontraba operativa en la loma una batería con una pequeña guarnición y que así consta en un escudo de armas situado en el cuarto del oficial de guardias, ubicado en aquella época en la entrada del castillo.

Las fechas que hemos reflejado en el texto son las aportadas por Emilio Roig de Leuchsenring, Joaquín Weiss y Miguel de la Guardia. Pero como podemos observar en los dos perfiles aportados la incógnita no queda aclarada del todo pues hasta 1786 se estuvieron realizando transformaciones como así consta en el Archivo de Indias de Sevilla.