La Quinta de Los Molinos, o Quinta de Recreo de los Capitanes Generales, es una de las más exquisitas «quintas» de La Habana, ubicada en el ajetreado enclave en la Avenida de Carlos III (entre G e Infanta) cercana a la loma de Aróstegui (o loma Universitaria) perteneciente al municipio Plaza de la Revolución. La casona principal, sede del Museo Máximo Gómez, y los vastos jardines adyacentes a la misma fueron nombrados Monumento Nacional en 1987.

Antes de continuar. ¿Qué es un quinta y por qué habían varias en La Habana colonial?

Se denominó con este término a los palacios solariegos que los hacendados acaudalados mandaron a construir en La Habana lejos de la ciudad antigua. Estas edificaciones tomaban su nombre del concepto de quinta, que significa, ni más ni menos, una construcción con un área similar a la quinta parte del terreno sobre el cual se erigía y eran usadas como zonas de recreo o residencias veraniegas donde protegerse del calor tropical.

Zona donde se encuentra la Quinta de los Molinos en un plano de 1908.

Este nombre en Cuba se le adjudicó por igual a las bastas casas con jardines y doble altura -rodeadas de galerías y portales, algunas incluso con el característico patio cuadrado o rectangular en su interior, tan frecuente en las construcciones coloniales-, que a residencias más modestas con una pequeña zona de jardín o huerta. En el interior del país el calificativo de quinta de hizo extensible además a construcciones sin patio, pero cuya exquisitez arquitectónica resultaba atractiva, algunos ejemplos se pueden observar en Matanzas, Cienfuegos o Trinidad.

Quinta de los Molinos

Quinta de Molinos, Habana.1841
Quinta de los Molinos, Habana.1841

Pese a ser la más conocida de estas construcciones, sobre todo por su connotación histórica, no es la más exuberante de ellas. La Quinta de San José, dónde residieron María Teresa de Rojas y Lydia Cabrera, o La Quinta de Santovenia son probablemente mejores ejemplos de lo que se buscaba con la construcción de estas residencias.

En la zona donde se levantó la Quinta de los Molinos existían antiguamente un par de molinos de tabaco propiedad de Martín Aróstegui, que usaban la fuerza del agua de la cercana Zanja Real para moverse. Esta zona de vegetación se extendía hasta más allá de la loma de Aróstegui por el noroeste y pasando la actual Avenida Carlos III en la otra dirección, había dado cobijo al antiguo Jardín Botánico, pero tras el comienzo de las obras del Paseo Tacón (Carlos III) el antiguo jardín perdió gran parte de sus terrenos.

Quinta de Molinos, Habana.1940
Quinta de Molinos, Habana.1940

El Capitán General Miguel Tacón, autócrata certificado pero con un afán constructivo sin igual entre los Capitanes Generales, encargó entonces al arquitecto Manuel Pastor, hombre a quién debemos muchas de las obras de la época, y a Félix Lemau construir una pequeña quinta para residencia veraniega de su familia en 1837, que además sirviese como lugar de residencia a los capitanes generales cuando debiesen partir a España, ordenando, además, que se trasladasen a los jardines de esta casa las plantas y arbustos más elegantes del Jardín Botánico.

Quinta de los Molinos. Habana. Plano 1956.
Quinta de los Molinos. Habana. Plano 1956.

La construcción original era bastante austera, apenas de una altura y sin excesivas estancias, pero sus jardines fueron decorados al estilo francés con estatuas, fuentes, saltos de agua, glorietas y grutas. Sería el siguiente Capitán General O’Donell quién, según Jacobo Pezuela, ordenaría la ampliación de la quinta en 1840 y que no se reparase en gastos. No era de buen ver que el principal funcionario del país tuviese una residencia veraniega que palidecía al lado de la de algunos criollos.

Quinta de Los Molinos, Habana.
Quinta de Los Molinos en el siglo XX

El ingeniero Marianao Carrillo de Albornoz añadió una segunda altura, sus galerías fueron remozadas completamente y se acondicionaron el resto de zonas de la casa, incluyendo el pequeño barracón destinado a la servidumbre y la valla de gallos que era de uso exclusivo del gobernador. Posteriormente en 1887 los barrotes, verjas y torreones que cercaban el Campo de Marte (hoy Parque de la Fraternidad) se trasladaron a la quinta.

Era un lugar precioso, que en un principio fue un terreno erial y pantanoso, que mediaba entre las calles laterales y la Zanja, y que, merced a los esfuerzos del hombre, en breve vióse (sic) convertido en uno de los jardines más amenos y extensos de las cercanías de La Habana, donde las fuentes rústicas, las montañas artificiales, las grutas misteriosas, los saltos de agua, cenadores, y otros caprichos y rarezas que deleitan al espíritu, encontrábanse (sic) allí reunidos.

Cirilo villaverde-Quinta de los molinos

La Quinta de los Molinos en la historia

Una vez fusilados los ocho estudiantes de medicina el 27 de noviembre de 1871, y ante el repudio de la sociedad habanera a tan sanguinaria respuesta del gobierno colonial, se decidió enviar al resto de estudiantes condenados a trabajar en la Quinta, hasta el momento habvían estado en la cruenta Cantera de San Lázaro. Aquí eran destinados a cortar la yerba de los jardines en las mañanas y a barrer las alamedas en las tardes. Se alojaban en el barracón anteriormente mencionado.

Otro suceso histórico relacionado con esta edificación, estrechamente relacionado con su uso actual, fue servir de morada oficial al Generalísimo Máximo Gómez a su llegada a la ciudad un 24 de febrero de 1899. El gobierno de intervención americano le asignó este lugar para él y su alto mando en un geste de inusitada cortesía. En sus jardines acamparon gran parte de los mambises mientras era licenciado el Ejército Libertador.

Se he mencionado varias veces que aquí falleció Gómez, hecho incorrecto, pues llegó a la estación ubicada en la Quinta muy enfermo ya, pero fue trasladado a una casa en calle 5ª No 45 en el Vedado donde se produciría el fatal desenlace el 17 de junio de 1905.

Quinta de Molinos, Habana. Entrada, imagen reciente
Quinta de los Molinos, Habana. Entrada, imagen reciente

República y actualidad

En el período republicano dejó de cumplir el cometido de servir de residencia a las máximas autoridades de la isla. Sirvió de escuela en un primer momento, se dice que estudió aquí Pablo de la Torriente Brau y a finales de 1956 se fundó aquí otra escuela pública.


Después de varios proyectos, quedó incorporada dentro del complejo perteneciente al Jardín Botánico y se cedió su uso a la Escuela de Agronomía de la Universidad de La Habana.

Aunque la esposa del General Menocal sintió gran atracción por la misma e intentó usarla como residencia presidencial, la presión social impidió que se llevase a cabo esta idea.

Quinta de Molinos, Habana. Finales de 1899.
Quinta de los Molinos, Habana. Finales de 1899.

En 1986 se estableció allí el Museo Máximo Gómez, que continúa abierto al público, y un año después fue nombrada Monumento Nacional. Dentro de sus límites se encuentra La Madriguera, centro cultural perteneciente a la AHS. (más información aquí)