En el antiguo paseo Militar del Príncipe se encontraba la estatua de Ceres -en la fuente de igual nombre (también conocida como de la Columna)-, un símbolo dentro de los pequeños monumentos con que contaba este paseo y que servían para embellecer una de las alamedas de extramuros que mayor importancia tomaría con la expansión de La Habana a lo largo del siglo XIX y XX.

El paseo Militar del Príncipe fue el nombre primigenio con el cual el polémico Capitán General Miguel Tacón nombró a esta alameda que buscaba conectar el Campo Militar (Campo de Marte), a través la calzada de San Luis Gonzaga (actual Simón Bolívar y antigua calle Reina), con la fortaleza del Príncipe.

Plano del paseo de Tacón, nótese que aún no se había materializado en este plano el camino de hierro que cambió por completo el trazado urbano de la ciudad.

En la entrada del paseo se colocó la estatua de Carlos III, obra de Cosme Velázquez realizada en 1799 y que había sido develada a los habaneros en noviembre de 1804 en la posición que actualmente ocupa la fuente de la Noble Habana o de la India.

Había otro motivo que concurría a convertir la obra en doblemente útil, cual era la franca comunicación de esta plaza con el castillo, interrumpida por aquella parte en la estación de las lluvias.

Relación del gobierno superior y capitanía general de la isla de Cuba-1838

El paseo de Tacón

Sin embargo, las críticas a Tacón por la construcción de este paseo no se hicieron esperar y le acompañaron incluso en el juicio de residencia.

Detalle de las fuentes en el plano del paseo de Tacón

Pero, independientemente de su uso no militar -de ahí el eufemismo de su nombre- y de los arbitrarios métodos que utilizó para ganar el terreno necesario para construir la que sería durante décadas la más ancha avenida de la ciudad, el resultado final fue notable, integrando utilidad y belleza.

Fue su primer proyecto el solapado de un camino militar de comunicación de esta plaza con el castillo del Príncipe, camino inútil para contrariar un asedio, según la opinión de los militares, y ademas superfino, porque hay el que hubo siempre solido y seguro en todas las intenciones de la guerra.

Pero era necesaria esa denominación marcial, para cohonestar el empleo de tropas en su construcción, de que eran directores, sobrestantes y mayorales, jefes y oficiales, sargentos y cabos; para usurpar las propiedades que cayesen debajo del cordel de la delineación.

Para haber emparedado, por decirlo asi, más de cincuenta casas, privándolas de luz, de aire y de fácil comunicación de una acera con otra, para impedir la dirección menos costosa y mas útil del primer camino de hierro emprendido en la nación; y para establecer la infausta venta de emancipados, de que hablaré después.

Todos estos excesos se cometieron a título de camino militar; y así se hizo un magnífico largo paseo, compuesto de una calzada para acordonarse los carruajes, reservándose S. E. el centro por dónde nos insultaba su orgullo, pompeándose a guisa de persona real.

A los lados se formaron varias calles de árboles; espléndidos jardines, asistidos y cuidados con más aparato que los de sitios reales: ostentosas casas de recreo: estatuas y fuentes suntuosas; lagos y cascadas artificiales; columnas y pirámides.

Acabado todo esto, muy propio de un camino militar para sibaritas, se acabó también la solapa, y, se nos apareció de repente en una altísima columna, inscrito con muy grandes letras de oro.—Paseo de Tacón.

Bosquejo de la Conducta del Teniente General Don Miguel Tacón en la Isla de Cuba -1838

En gran medida el uso de elementos ornamentales como la estatua de Carlos III, las cuatro fuentes ubicadas a lo largo del trazado, cada una con nombre propio siendo estas la de la estatua de Ceres (o de la Columna), la de los Aldeanos (o de las Frutas), la de los Sátiros (o de las Flores) y la más cercana a la ladera del Príncipe, la de Esculapio. En palabras del propio Capitán General:

quedó realizado el paseo con arboledas, jardines, fuentes, cascadas y estanque, que sirviéndole de adorno, hacen la atmósfera fresca y agradable, y excitan a la concurrencia, que es siempre numerosa, particularmente en días festivos

Conocido también como Alameda, o Paseo, de Tacón -por la inscripción antes mencionada pero que debemos precisar terminó su sucesor, Joaquín de Ezpeleta y que todavía el 7 de octubre de 1845 estaba siendo adecentado, constando obras de embellecimiento en los archivos del Ayuntamiento-.

Posteriormente recibió el nombre de Calzada de Carlos III, Avenida de la Independencia y el actual de Avenida Salvador Allende -apelativo este que no ha trascendido al lenguaje popular manteniéndose el uso de Carlos III para designar a esta avenida-.

La estatua de Ceres

La Diosa hizo acto de presencia en la segunda rotonda del paseo, entre lo que serían las actuales calles de Oquendo y Soledad, permaneciendo allí hasta 1948 cuando, previo al proceso de transformación urbanística del paseo de Carlos III finalizado en 1955, se movió al carril lateral, enfrente del edificio delimitado por las calles mencionadas.

La estatua de Ceres representaba a la diosa de la Agricultura, cuya odisea vital en la mitología romana fue motivo de que el pueblo habanero, burlón y culto a su manera, la llamara también estatua de Isabel II. Provocando una confusión apreciable en algunas crónicas de la época, de visitantes extranjeros en su mayoría, en la cual se menciona la estatua de la joven Isabel II en el paseo de Tacón.

Grabado de la entrada del paseo de Tacón en 1841, a la izquierda se observa la fuente de la Columna donde se ubicaba la estatua de Ceres.

Este error genera dudas debido a que en realidad sí existió una estatua de esta reina en sus años mozos en La Habana pero estaba ubicada en el paseo de su propio nombre, en la zona del Parque Isabel II, ubicado más o menos donde se encuentra ahora el Parque Central y la estatua del Apóstol.

Volviendo a la estatua de Ceres, se encontraba esta a doscientas varas (167 metros) de la del mencionado rey Carlos III, que abría el paseo. Su estilo sobrio pero elegante mostraba una gran columna istriada de orden compuesto con pedestal, base y capitel alcanzando una elevación aproximada de 23 varas (19 metros) dotando a la diosa de una presencia de divinidad inalcanzable para los paseantes.

Pese a que los detalles no eran apreciables en primer momento la calidad de la estatua era más que aceptable, aunque sin llegar a las excepcionalidad de la Noble Habana que donó el Conde de Villanueva a la ciudad.

La escala de la estatua de Ceres era de tamaño natural y ya en 1910 carecía de los brazos. En 2011 se encontraba decapitada y colocada sobre un pequeño pedestal como se observa en la imagen.

Imagen de la estatua de Ceres, la diosa había perdido la cabeza antes de ser retirada, junto con el pedestal, de la avenida de Carlos III. En la actualidad se conserva en la antigua casa del alférez Francisco del Pico situada en la calle Amargura 56 (Imagen tomada de internet).

A su alrededor se encontraba franqueada por cuatro pedestales de nueve pies en los cuales se encontraban figuras alegóricas a las cuatro estaciones y que estaban realizadas, a decir de Eugenio Sánchez, «en mármol ordinario con escaso mérito«.

Estatua de Ceres, en la fuente de igual nombre, también conocida como de la Columna antes de la modificación del año 1857

En la parte superior de los pedestales se encontraban en alto relieve unas bocas de leones de las cuales manaba el agua que llenaba el tazón, de un metro de profundidad, sobre el cual se asentaba todo el conjunto. Protegiendo y rematando la pequeña fuente circular se encontraba una verja de hierro que sufrió modificaciones con el tiempo.

La estatua de Ceres en el paseo de Tacón (Carlos III) en los años cincuenta, nótese que la zona estaba siendo remodelada con el fin de sacar de circulación los tranvías de La Habana.

La posición de las fuentes y la estatua de Carlos III fue convirtiéndose en un obstáculo que impedía el tráfico fluido en la zona, de ahí que las fuentes fueran retiradas quedando solo la efigie del rey y la estatua de Ceres, que sufrió una reducción del diámetro del tazón además de la retirada de sus acompañantes.

Posteriormente se trasladó a una de las aceras laterales del paseo y allí permaneció hasta la fecha antes mencionada. Como consignaba una la resolución de 1940 que pedía su retirada del centro de la vía por ser causa de algunos accidentes. El rey permaneció más tiempo en la entrada del paseo, intersección con la calle Belascoaín en una pequeña isleta.

estatua de ceres
Imagen de la estatua de Ceres en 1946, tomada de la prensa de la época.

En cambio las dos columnas que le franqueaban – símbolos de la monarquía española y su lema «Plus Ultra«- permanecen en el lugar, mientras que sus hermanas, ubicadas en el fondo del mismo, donde ahora se cruza el paseo con la calle G, desaparecieron hace bastante tiempo sin que el escribidor conozca el destino de las mismas.


Agradecimientos a LÁZARO NUMA ÁGUILA por su colaboración.