El Romanticismo en Cuba se deriva del movimiento cultural y político originado en Alemania y en el Reino Unido a finales del siglo XVIII, el romanticismo en Europa le otorgaba importancia al sentimiento y se considera una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el Clasicismo.
Su característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas, de ahí que la libertad auténtica sea su búsqueda constante.
Debido a que es considerado un modo de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo, se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se desarrolla; incluso dentro de una misma nación se manifiestan distintas tendencias, proyectándose también en todas las artes.
Se desarrolló fundamentalmente en la primera mitad del siglo XIX; de Inglaterra y Alemania pasó a Francia, Italia, Argentina, España y México.
Su vertiente literaria se fragmentaría posteriormente en diversas corrientes, como el Parnasianismo, el Simbolismo, el Decadentismo o el Prerrafaelismo; reunidas en la denominación general de Posromanticismo, una derivación del cual fue el llamado Modernismo hispanoamericano.
Aportó en los campos de la literatura, el arte y la música. Una de las corrientes vanguardistas del siglo XX, el Surrealismo, llevó al extremo los postulados románticos de la exaltación del yo.
El Romanticismo llegó a Cuba tardíamente, el primero en incursionar fue José María Heredia, uno de nuestros mejores poetas, cuya propia existencia fue la de un romántico.
Inicios del Romanticismo
A medida que el capitalismo se desarrollaba y extendía en la primera mitad del siglo XIX, se hacían más profundas y notables sus contradicciones.
La sociedad europea se polarizaba de manera evidente en dos fuerzas antagónicas e irreconciliables: la burguesía y el proletariado.
Aunque afirmamos que el Romanticismo fue esencialmente una reacción antiburguesa, antirracionalista y antineoclásica; sin embargo, su contenido se evidenció tanto en facetas positivas (expresando tendencias progresistas de la vida social de su tiempo) como en un carácter negativo (relacionado con posiciones elitistas, aristocráticas y feudalizantes).
Los autores románticos del XVIII, encuentran su primera fuente de inspiración en la obra de dos grandes pensadores europeos: el francés Jean-Jacques Rousseau y el alemán Johann Wolfang von Goethe.
Este último escribió la más célebre de las novelas románticas en Europa, Las cuitas del joven Werther (1779). Esta obra, que figura entre las principales referencias del movimiento romántico, exalta los sentimientos hasta el punto de justificar el suicidio por un amor no correspondido, y establece un tono y un estado de ánimo imitados por los autores románticos, tanto en sus obras como en su vida personal: tendencia al frenesí, a la melancolía, al hastío del mundo y a la autodestrucción.
Este movimiento cautivó a gran número de escritores de Europa y América, entre ellos: al francés Víctor Hugo; los alemanes Wolfang von Goethe; y Heinrich Heine; el inglés George Gordon Byron; el ruso Alexander S. Pushkin; los españoles Gustavo Adolfo Bécquer, el Duque de Rivas; José Espronceda; y José Zorrilla; el colombiano Jorge Isaacs; el argentino Esteban Echeverría; y las generaciones de románticos en Cuba.
Romanticismo en Cuba:
El nacimiento del Romanticismo en Europa coincidió con la gestación en Cuba de las primeras preocupaciones y proyectos criollos sobre el futuro de la Isla.
El historiador Eduardo Torres Cuevas denominó a los intelectuales portadores de tales ideas: la Generación Ilustrada o de 1798 (Torres-Cuevas, 2006); fueron ellos los ideólogos de una reforma que tuvo como esencia el desarrollo de la plantación esclavista.
Muy pronto, el apoyo de la corona a esta concepción convirtió a Cuba de una colonia de servicios en una de explotación, con los consiguientes beneficios económicos para hacendados esclavistas y funcionarios coloniales.
Este escenario explica por qué, cuando en 1810 se inician las guerras de independencia en Latinoamérica, Cuba no acompañó a este proceso.
Sin embargo, la ideología independentista, es cierto que sin un terreno fértil, también germinó entre muchos intelectuales cubanos que deseaban el fin del colonialismo. La corona castigó con crueldad estos intentos conspirativos y uno de sus víctimas fue precisamente el primero de los poetas románticos cubanos: José María Heredia.
Estas peculiaridades de la historia nacional también condicionaron un modo diferente de recepcionar el Romanticismo: ni europeo ni americano.
La influencia del Romanticismo europeo se puede hallar en el cubano, pero nuestros poetas asimilaron este movimiento y lo adecuaron al contexto epocal. Esto se produjo a través de las temáticas, los recursos formales y expresivos, y por supuesto, con los variados estilos personales.
En la lírica romántica se distinguen dos generaciones, en la primera encontramos a
José María Heredia, Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido), José Jacinto Milanés y Gertrudis Gómez de Avellaneda; en el segundo período hallamos a Rafael María de Mendive, Joaquín Lorenzo Luaces, Juan Clemente Zenea y Luisa Pérez de Zambrana.
El Romanticismo en Cuba fue adecuado por nuestros escritores, y aunque mantuvo su esencia, sus características variaron significativamente (Fierro 2013 p. 39-41):
Se identifica desde el principio con los afanes patrióticos más puros o con posiciones de carácter liberal.
En el Romanticismo europeo se oponía la naturaleza a la sociedad; en el cubano, la primera es símbolo de pertenencia a una incipiente nación.
En cuanto al aspecto patriótico, la lírica se adelantó a los demás géneros. El amor es muy tratado en la poesía, pero se presenta vinculado sobre todo a la patria y al destierro; la amada pasa a un segundo plano, y los versos que se le dedican, la mayoría de las veces, poseen también un carácter revolucionario.
Está presente la exaltación del “yo”, pero este es nacional, en él se incluyen los sentimientos de todos los patriotas cubanos.
El Romanticismo en Cuba, aunque no siempre se ha visto así, (Fierro 2013 p. 41) no exaltaba el deseo de morir por el amor de una mujer, como ocurre con el joven Werther; era un deseo acuciante de servir a la patria, hasta el punto de ofrendar la vida; consideraban que era preferible morir a ser esclavos, lo que nos remite de nuevo al ferviente amor por la libertad. Los temas más tratados son la patria, la naturaleza y la amada.
Referencias Bibliográficas:
- Aguirre, M. (1973). El Romanticismo de Rousseau a Víctor Hugo. Arte y Literatura. La Habana. Cuba.
- Fierro Ch. B. (2013) El Romanticismo en la literatura cubana. En Temas de la Literatura Cubana. En Fierro Ch. B. (compiladora). Temas de la Literatura Cubana. Un recorrido por su historia. Pueblo y Educación. La Habana. Cuba.
- Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba. (2006). Perfil histórico de las letras cubanas I. Editorial Félix Varela. La Habana. Cuba.
- Lazo, R. (1967). Historia de la Literatura Cubana. Editora Universitaria. La Habana. Cuba.
- Obaya, A. (1989). Valoraciones sobre temas y problemas de la literatura cubana I. Pueblo y Educación. La Habana. Cuba.
- Portuondo, J. A. (1962). Bosquejo histórico de las Letras Cubanas, Editora del Ministerio de Educación. La Habana. Cuba.
- Torres-Cuevas. E. (2006). En busca de la cubanidad, T II. Ciencias Sociales. La Habana. Cuba.
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