Rafael María de Mendive ha pasado a la historia por su labor pedagógica y por ser el maestro de Martí, pero su importancia y valor como intelectual rebasan tan simple estatus. Este artículo tratará de ese otro Mendive, el escritor, el poeta.
Niñez y formación
Fue Mendive un niño huérfano que quedó al cuidado de su hermano mayor, quien supo encausar la notable inteligencia de aquel y dotarlo de una educación que lo llevó a dominar con 13 años (edad en la que entra al Colegio de San Carlos) el inglés, el francés y la literatura española.
A partir de 1834, en tan notable colegio, estudia filosofía, derecho y latinidad. De allí pasa a culminar su formación en la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo de La Habana, a la cual ingresa con 17 años y de donde parte al exterior luego de graduarse en 1844 con 23 años. Al parecer la ciudad ya no tenía nada que enseñarle.
Pese a ser contemporáneo, aunque menor que ellos, con figuras destacadas de la intelectualidad cubana es en esta estancia de ocho años en el extranjero donde Rafael María de Mendive traba amistad con personajes de la talla de José Antonio Saco, Domingo del Monte o Félix Varela.
Este período influyó, sin dudas, grandemente en el crecimiento intelectual de Rafael María de Mendive; tal es así, que al regreso a Cuba y con solo 35 años de edad ingresa en la muy notable Sociedad Económica de Amigos del País.
Rafael María de Mendive el escritor y el poeta…
Su primer cuaderno de versos «Pasionarias» aparece en 1848, y en 1860 sus versos son editados en Madrid y en París.
Es coautor de Cuatro laúdes, junto con Ramón Zambrana, José Gonzalo Roldán y Felipe López de Briñas. En colaboración con José de Jesús García publicó su antología América poética. Prologó, además, la segunda edición de las Poesías de Fornaris.
El estilo lírico de Rafael María de Mendive inscribe en la segunda oleada del romanticismo, que se caracterizará por una reacción a la decadencia que acusaba la primera oleada. Su estilo se alejó de las pompas y declamaciones rebuscadas y se acercó a lo natural, los sentimientos y afectos, en una métrica fluida y sencilla.
Al respecto dijo Gertrudis Gómez de Avellaneda:
Es un autor sumamente tierno, cuya obra noble y apasionada se transparenta siempre en sus versos
Por su parte, Marcelino Menéndez Pelayo se refirió a su obra como:
El más elegante y delicado de cuantos en estos últimos tiempos han hecho versos en Cuba
En los títulos de algunas de sus poesías podemos ver su marcado carácter natural: obras como: «La flor del agua«, «Yumuri«, «A un arroyo«, «La oración de la tarde» y «La gota de rocío«.
Más larga es acaso su obra como periodista, colaborando, creando o impulsando periódicos y revistas en La Habana, Matanzas, Madrid, etc.
Trabajos de Rafael María de Mendive aparecen en rotativos como: Revista Habanera, -de la cual es uno de sus fundadores en 1853- Guirnalda Cubana, Álbum de lo Bueno y lo Bello, el Correo de la Tarde y el Diario de La Habana. Además solo o en colaboración, fundó en 1846 la revista Flores del Siglo, y en 1848 El Artista.
En Matanzas, provincia donde se radicó luego de regresar del exilio en 1878, crea y dirige, por un breve período de tiempo el periódico de corte liberal «Diario de Matanzas» desde diciembre de 1878 hasta marzo de 1879 -según algunas fuentes, aunque algunas lo sitúan en 1883.
Rafael María de Mendive fue además dramaturgo, libretista -la zarzuela Gulnara– y traductor, al respecto destacan sus traducciones de Henry Wadsworth Longfellow, quien también fuera su amigo personal. Mención especial merece su excelente versión de las Melodías irlandesas, de Thomas Moore.
En agosto de 1886 fue nombrado director del nuevo Colegio San Luis Gonzaga de Cárdenas, pero ya se encontraba muy enfermo y poco después regresó a La Habana, donde falleció el 24 de noviembre de 1886. Un mes después, el 20 de diciembre, la intelectualidad de la época en pleno le tributaba un sentido homenaje de despedida en el Teatro Tacón.
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