El Apóstol de la independencia de Cuba, José Martí, el más universal de los habaneros, contaba, al caer combatiendo en Dos Ríos, 42 años de edad, de los que apenas vivió unos 13 en La Habana.

Sin embargo, en el proceso de formación del carácter héroe, la capital cubana jugó un papel fundamental: Desde la enseñanzas del colegio de Rafael María de Mendive, hasta las Canteras de San Lázaro, la huella de La Habana quedó grabada de por vida, con letra y con sangre, en el corazón de José Martí.

José Martí (1853 – 1862) de la casa de Paula al Hanábana

José Julián Martí y Pérez nació el 28 de enero de 1853 en la calle de Paula, No. 41 (actual 314), hijo de Leonor Pérez, natural de Canarias y del Valenciano Mariano Martí. Dos semanas después sería bautizado en la Iglesia del Santo Angel Custodio.

En 1857 se ausentó por primera vez de La Habana para vivir en Valencia, junto a sus padres, de donde regresó en 1859.

Conoció las primeras letras en una pequeña escuela de barrio y a los 7 años matriculó en el Colegio de San Anacleto, en el que conoció al que sería el gran amigo de su vida, Fermín Valdés Domínguez.


Jose Marti Nino

En ese mismo año 1862, José Martí abandonaría por primera vez su ciudad natal para acompañar a su padre al partido de Hanábana en la jurisdicción de Colón. Don Mariano había sido nombrado juez pedáneo y contaba con su hijo primogénito para que le ayudará con las responsabilidades del cargo.

José Martí (1865 – 1870) del Colegio de Rafael María de Mendive a la finca El Abra

José Martí regresó a La Habana en 1865, para matricular en la «Escuela de Instrucción Primaria Superior» (Prado 88), que dirigía el destacado intelectual Rafael María de Mendive.

Sería Mendive quien, al apreciar las virtudes del joven Martí, le recomendaría, al año siguiente, para ingresar en el Instituto de Segunda Enseñanza, en la calle Obispo No. 8.

En ese entonces la familia Martí Pérez residía en la calle Refugio No. 11, que abandonaría en marzo de 1867 para trasladarse a Peñalver No. 53.

La difícil situación económica que atravesaba Don Mariano, al que no le duraban los trabajos, le obligaba a mudarse de un lugar a otro. En pocos meses la familia viviría en el pueblo de Marianao y luego regresaría a la ciudad, a la calle San José, entre Gervasio y Escobar. Todo ese tiempo, José Martí permanecería en casa de Rafael María de Mendive, quien había logrado convencer al padre del adolescente de que este poseía un talento que valía la pena cultivar.

Mientras, el clima político del país era un hervidero tras el alzamiento independentista de Carlos Manuel de Céspedes. El joven José Martí no permanece indiferente a la situación y uno tras otro publica, en compañía de Fermín Valdés Domínguez y aprovechando la libertad de prensa decretada por el Capitán General Domingo Dulce, dos pequeños periódicos: El Diablo Cojuelo y La Patria Libre. En este último aparecería el poema «Abdala» en el que expondría José Martí sus sentimientos más profundos a través del héroe nubio:

El amor madre, a la patria no es el amor ridículo a la tierra, ni la yerba que pisan nuestras plantas: es el odio invencible a quien la oprime, es el rencor eterno a quien la ataca…

La misma noche del 22 de enero de 1869, mientras José Martí daba los últimos retoques a La Patria Libre, en el Colegio de Rafael María de Mendive, los voluntarios españoles asaltaban el Teatro de Villanueva, provocando varios muertos y heridos.

La masacre provocada por los integristas impresionó profundamente a Martí. Tanto, que años después, en el exilio, le dedicó al triste suceso uno de sus versos sencillos, por lo que algunos han llegado a suponer, de forma errónea, que se encontraba en el Teatro de Villanueva.


Teatro VIllanueva
El enemigo brutal
Nos pone fuego a la casa: 
El sable la calle arrasa,
A la luna tropical.
Pocos salieron ilesos
Del sable del español:
La calle, al salir el sol,
Era un reguero de sesos.
Pasa, entre balas, un coche:
Entran, llorando, a una muerta:
Llama una mano a la puerta
En lo negro de la noche.
No hay bala que no taladre
El portón: y la mujer
Que llama, me ha dado el ser:
Me viene a buscar mi madre.
A la boca de la muerte,
Los valientes habaneros
Se quitaron los sombreros
Ante la matrona fuerte.
Y después que nos besamos
Como dos locos, me dijo:
«Vamos pronto, vamos, hijo:
La niña está sola: vamos!»

El día 4 de octubre de 1869 otra turba de voluntarios asalta la casa de Fermín Valdés Domínguez en Industria y San Miguel. En el registro que efectúan ocupan una carta firmada por Fermín y Martí en la que acusan de apostasía a un excompañero de colegio que se había unido al Cuerpo de Voluntarios.

Cinco meses más tarde, los dos amigos son acusados de infidencia ante un consejo de guerra. José Martí, echa sobre sí toda la culpa y es condenado a seis años de presidio y trabajó forzado.

Con el No. 113 es encerrado en el enorme caserón de la Cárcel de La Habana, de donde cada día sale en cordillera para trabajar en las Canteras de San Lázaro picando piedra.

Los horrores del presidio dejarán en José Martí marcas en el alma y heridas en el cuerpo que no sanarán nunca.


José Martí durante el Presidio Político
José Martí el preso No. 113

Don Mariano, sufre el encierro de su hijo. Se desgasta en gestiones, pide favores a antiguos conocidos para que intercedan por José Martí, implora que le concedan alguna gracia, llora al ver el grillete que lacera la carne de su carne.

Finalmente consigue, primero que sea colocado en la cigarrería del penal y luego que el Capitán General le conmute la pena por la del destierro. El catalán José María Sardá, arrendador de las Canteras, hace de valedor del joven José Martí y lo envía a su finca El Abra en la Isla de Pinos, para que recupere la salud antes de partir al destierro en España.

De octubre a diciembre de 1870 permanece en la finca de los Sardá. El 18 de ese último mes regresa a La Habana con permiso de las autoridades españolas, para esperar la deportación a España, a la que embarca el 15 del mes siguiente. Poco antes de subir la escalerilla del barco, escribe:

«De aquí a dos horas embarco desterrado a España. Mucho he sufrido, pero tengo la convicción de que he sabido sufrir.»

José Martí (1878 – 1879) Adiós a La Habana

En agosto de 1878, a bordo del vapor Nuevo Barcelona, regresa José Martí a La Habana por segunda y última vez.

Se ha casado con Carmen Zayas Bazán y espera un hijo, por lo que se emplea como pasante, primero en el bufete de Nicolás de Azcárate (San Ignacio No. 55) y luego en el de Miguel Viondi (Empedrado No. 2, esquina Mercaderes).

Jose Marti con su hijo
El joven José Martí con su hijo José Francisco

Carmen da luz al único hijo que tendrá la pareja, José Francisco, el 22 de noviembre de 1878. Mientras, José Martí, para el disgusto de su esposa, conspira contra el poder colonial español.

El 17 de septiembre de 1879 es detenido por la policía en su casa de Amistad No. 42 entre Neptuno y Concordia. Negado a declarar en contra de la causa de la independencia es deportado por segunda vez a España.

Nunca más regresará a La Habana.