En una sociedad patriarcal, de fuertes concepciones machistas, donde la venta de mujeres negras se anunciaba en los periódicos; en la que las señoras de sociedad aceptaban gustosas el calificativo de «sexo débil» y se educaban desde niñas para ser las reinas del hogar, surgiría, como un tornado de luz, una revista para mujeres, donde escribían mujeres, y la dirigía una mujer: El Álbum cubano de lo bueno y lo bello.

Todo comenzó en 1859, cuando la talentosa, irreverente y adelantada a su época, Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda regresó a establecerse en la Isla.

Álbum cubano de lo bueno y lo bello
Gertrudis Gómez de Avellaneda, vista jóven.

El observar más de cerca el panorama cultural de la capital, constatar que en su gran mayoría la poesía y la literatura, eran un feudo de hombres, donde la mujer era tratada como un objeto bello y reverenciable -dentro de los cánones de un romanticismo un tanto estancado-, la llevó a crear una revista que removiera el maniqueísmo social, donde las mujeres fueran las protagonistas activas: «Álbum cubano de lo bueno y lo bello«.

Su primer número vería la luz el 15 de febrero de 1860, y solo se extendería por seis meses -hasta agosto-, pero que serían suficientes para producir un cambio radical en el ambiente cultural de la época.

El Álbum cubano de lo bueno y lo bello

La revista tenía frecuencia quincenal, estaba estructurada en tres secciones que abarcaban distintas manifestaciones literarias, e incluso filosóficas, como: poesía, cuentos, traducciones, teatro, moralidad, consejos para quinceañeras, semblanzas, máxima filosóficas, crónicas de mujeres famosas, etc.

Analizando el índice -la edición del Álbum cubano de lo bueno y lo bello que obra en nuestro poder es un archivo que incluye todos los números que se hicieron- encontramos entre los colaboradores más asiduos nombres como: Rafael María de Mendive, Luisa Pérez de Zambrana, Julia Pérez Montes de Oca, Elena Gómez de Avellaneda, Ramón Zambrana, Virginia Auber Noya -española que usaba el seudónimo Felicia-, Juan Clemente Zenea, Esteban de Jesús Borrero, etc.

Este autor no encontró en la revista ningún trabajo firmado por Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido), a pesar de lo que afirman sitios como: las enciclopedias ECURED, WIKIPEDIA, y algunas páginas de opinión -incluso solo es mencionado una vez, en un artículo de la Avellaneda sobre los grandes poetas que ha tenido Cuba. Por lo que solo podemos asumir que: o es un error repetido, o a pesar que Plácido fuera fusilado 16 años antes trabajos de su autoría hayan aparecido con un seudónimo, que este escribidor no ha podido identificar.

Los dos primeros números del Álbum cubano de lo bueno y lo bello.

En los dos primeros números los artículos iniciales tienen un corte marcadamente religioso, reconociendo la supremacía divina en materia de bondad y belleza.
En la primera entrega de la revista la editorial es escrita por Gertrudis Gómez de Avellaneda, y el segundo artículo titulado «La Cruz» lo firma la escritora española Virginia Auber (Srta. Felicia). Existe evidentemente una intención de no levantar resquemores que frustrasen el proyecto, lo cual no niega el carácter religioso de sus colaboradoras, pues hay que recordar que a Gertrudis le fue negada su entrada a la Academia de la Lengua Española por sus posiciones feministas, y además que la revista se tiraba en la imprenta del gobierno.

Para el segundo número el primer artículo lo firma Luisa Pérez de Zambrana, y el siguiente «Mujeres» es redactado por la Avellaneda, lo que, a juicio particular de quien esto escribe, demuestra que la revista está pensada no como el feudo protagónico de Gertrudis, sino que existe una intención editorial que pondera la calidad y pertinencia de los trabajos, tal intención quedará mas aclarada cuando en el octavo número la Avellaneda continue el artículo que comenzó en esta entrega.

Tercera y cuarta entrega

Ya para el tercer número de el Álbum cubano de lo bueno y lo bello, el nombre de la Avellaneda no aparece en los dos artículos iniciales, ni tampoco la exaltación divina, que había sido fuertemente plasmada en los anteriores, e incluso ambos son firmados por hombres: Emilio Castelar y Ramón Zambrana. Apoya esta línea que el escrito inicial se titula «De la libertad Moral«. Pero más curioso resulta el personaje que Zambrana usa como pretexto para tejer el argumento de su crónica dedicada al aire y los cielos de Cuba, ese personaje se llama Julia, y es una bella muchacha trigueña que ama la naturaleza, ¿Su cuñada? ¿La hermosa Julia Pérez Montes de Oca?

Hacia finales de dicho número aparece una nota del editor que debe ser tomada en cuenta, la misma dice:

Habiendo llegado a nuestra noticia que algunos señores suscritores —noticiosos de la próxima partida de la directora del ALBUM CUBANO— expresan recelos de que puedan sufrir alteraciones la redacción y reparto del periódico, nos apresuramos a asegurarles que la ausencia de la Sra. de Avellaneda —que será muy corta— no producirá el mas leve trastorno ni en la parte literaria ni en la administrativa de esta publicación.
Los trabajos quedan preparados por dicha señora, y su dirección activa será la misma ausente que presente.
El Editor.

Álbum cubano de lo bueno y lo bello

Es significativa esta aclaración, pues nos habla de la importancia y el calado que tuvo la revista, con solamente dos números en la calle al momento que se redacta dicha nota. Además, está expresada en género masculino, lo cual sería lógico que sucediera en cual cualquier otro rotativo, mas no en uno que busca como principal destino a las mujeres, ¿es un indicio que apunta al sector varonil como principal fuente de preocupación? ¿Significa lo anterior que consideran positiva la labor que desempeña la revista en la educación de las mujeres de la sociedad? Resulta difícil aventurar criterios sin más fuentes de información, pero si tenemos en cuenta que es el momento del auge del liberalismo en la Isla, entonces podría derivarse una respuesta positiva a las preguntas formuladas, pues, aunque este no incluye para nada el tema de la liberación femenina en sus preceptos sí postula -heredero de la Ilustración-, ideas de igualdad.

La cuarta entrega de la revista Álbum cubano de lo bueno y lo bello ofrece, en sus dos primeros artículos, un aparente regreso al tema de la religión, pero ¡Ojo! Es tratado el tema desde el punto de vista de la reflexión filosófica y literaria. Ambos firmados por hombres -A. Nicolas y Ramón Zambrana-, ¿es intencional, o estratégico, que los temas que aborden la religión -o sus opuestos-, desde otros puntos de vista sean escritos por hombres? ¿Es una muestra, a pesar de las intenciones de la revista y la historia feminista de la Avellaneda, de subordinación? Tampoco debe ser casual que sea Zambrana quien firme algunos de ellos, recordemos que es un reconocido intelectual, de posición acomodada, esposo y cuñado de dos de las voces femeninas más importantes de la literatura decimonónica cubana: Luisa Pérez de Zambrana y Julia Pérez Montes de Oca; además de ser el prologuista de la recopilación de las poesías de Mercedes Valdés Mendoza -otra colaboradora de la revista-, obra a la que hay que agradecer que la destacable labor de dicha escritora no se perdiera para la posteridad; y fue también Zambrana, junto a José Antonio Cortina, los impulsores de la carrera literaria de Rosa Kruger y del Busto.

Quinto y sexto número, el Álbum cubano de lo bueno y lo bello se va a la ofensiva.

El quinto número es el de la ofensiva, el que tal vez se acerque más a la idea que se buscaba con la creación del rotativo, en sus primeros cuatro artículos -toda la sección primera- se abordaron temas como: “Los Pobres”, de Juan Clemente Zenea; “El poeta, el escritor, la literatura actual”, de J. Heriberto García de Quevedo; “Educación de la mujer”, de María Verdejo y Durán; y “Máximas para esposas”, sin firma. Como se observa el balance existente en las entregas anteriores no existe aquí, los escritos son enfocados en el terreno que linda entre la crítica y la concientización social. Tal es el caso del redactado por el bayamés Zenea, donde en una larga reflexión trata que se comprenda la idea de que los pobres son también miembros de la sociedad, y que sean limosneros no significa que no sean virtuosos. El artículo firmado por García Quevedo es una crítica demoledora al estado de la literatura de su tiempo, sobre todo en el mundo, y la pobreza de vuelos y temáticas. El tema de la educación de la mujer pretende, siguiendo la misma tónica comedida, hacer ver a las féminas la necesidad de que exploten su potencial intelectual, y lo justifican muy sagazmente usando la importancia del intelecto para ser mejores esposas:

Es tan sensible como vergonzoso pensar, que casi todas las mujeres que arrastran una existencia culpable y desgraciada, bien encaminadas -desde su infancia- por medio de una buena educación, hubieran podido ser felices esposas, excelentes madres, y algunas tal vez gloria y orgullo de su sexo.

Álbum cubano de lo bueno y lo bello

Esta misma autora, María Verdejo y Durán, incluye en el sexto número -sección segunda, justo en las páginas centrales- un poema donde parece continuar la línea tratada en la entrega anterior, el mismo se titula “Virtud y Ciencia”, y en sus dos estrofas centrales dice:

Mas la flor de la virtud
nunca estéril se consume,
pues de eterna juventud,
conserva el grato perfume.
Ni fugaz pasa la pura
y hermosa luz de la ciencia,
porque es tesoro que dura
mientras dura la existencia.

La intencionalidad pretendida por la directora del “Álbum cubano de lo bueno y lo bello” de pasar el mensaje salta luego, pues a dicho poema le continua una sección habitual desde la primera entrega, “Galería de mujeres célebres”. Para rematar luego -hacia finales de dicha sección- con la última entrega de una serie titulada “La hermana de Velázquez”, y poemas sobre “Lo Bello en la Mujer”. Luego termina el número tranquilamente, con artículos sobre flores y revistas de modas, ocupando con ello toda la sección tercera, y dejando, de paso, bien atrás los temas más polémicos.

Séptima y octava entrega.

La entrega número siete del Álbum cubano de lo bueno y lo bello comienza con una larga reflexión titulada “Meditación Cristiana”, firmada por F. de P. Gelabert, para seguir con un artículo de Zenea titulado “Los Jóvenes” donde polemizando con el lector desarrolla ideas como:

Quitad a la juventud sus pensamientos de fuego y trastornareis el orden lógico del
desarrollo físico, moral e intelectual.

O:

Siendo pues condición precisa de la juventud esa ansiedad que se apodera de nosotros, y admitida como una de tantas leyes provechosas a que estamos sometidos, bueno fuera encaminarla a un fin importante para dar cumplimiento a un destino noble, porque no se da la fuerza solo para la lucha, sino para mantener el vigor de las ideas.

Y concluye diciendo:

De la juventud es de donde han de salir todos los bienes de que podemos gozar en la sociedad.

El artículo que le continua es parte de la serie “Historia de la Filosofía”, en este caso reflexionan sobre el saber científico, Aristóteles y su importancia, Newton, Descartes, la geometría, la experimentación, etc:

Refiriéndose al filósofo griego y a los científicos posteriores plantean:

…él fundó la escuela de la experiencia, y echó por tierra la de las especulaciones y las hipótesis. El fijó por medio de fórmulas todos los descubrimientos.
El observó y consignó una multitud de hechos físicos, metafísicos y lógicos inapercibidos hasta él. Últimamente, a él se debió la clasificación de todos los conocimientos.
Newton sujeta la física a la geometría, intenta el cálculo de los infinitos, descompone la luz y se presenta a la vista del mundo coronado con sus siete rayos. Lanzándose atrevido en pos de los planetas marca sus órbitas, y descubre para complemento de su gloria el fainos, principio de la gravedad, principal base de su sistema.
La Alemania produce otro sabio esclarecido, digno de asociar su nombre a los de Newton y Descartes: tal es Godofredo Leibnitz.

Esta sección primera, que comenzó -como vimos- con una larga reflexión sobre la meditación cristiana, va a terminar luego con la continuación de la serie “Pensamientos morales y filosóficos”, dedicados en su mayor parte a la virtud y el saber.

En el resto del número no se volverán a tocar temas religiosos, y entre las secciones habituales de poesías continuaran los artículos de corte filosófico, y de mujeres célebres, en este caso una literata napolitana del siglo XV, a quien usan de pretexto para reflexionar sobre la virtud que alcanzan las mujeres que se dedican a instruirse.

El octavo número iniciaría manteniendo la línea del anterior, pues el primer artículo es una larga reflexión sobre la importancia de la calidad en la instrucción pública para el crecimiento del individuo, y la sociedad. Lo cual se articula muy bien con el escrito que le sigue, y que constituye un magnífico caso de la tesis que estamos siguiendo en este análisis, pues en el mismo la Avellaneda le da continuidad a un escrito suyo aparecido en el segundo número de la revista titulado “La Mujer”, en el cual plantea claramente:

En el artículo que con igual epígrafe que este escribimos para el segundo número de nuestro periódico, solo quisimos considerar a la compañera del hombre bajo el aspecto que particularmente la distingue; esto es, en los dominios del sentimiento, que constituyen su más legítimo patrimonio.
(…) Hoy empero, se nos ocurre echar a la ligera otra rápida ojeada1 sobre la historia de nuestro sexo débil, siquiera no sea más que por curiosidad de encontrar los fundamentos de esa calificación que hace tantos siglos venimos aceptando.

Álbum cubano de lo bueno y lo bello
Inicios del artículo antes citado

Entonces inicia un análisis sobre las mujeres célebres en la historia, los peligros que afrontaron, las heroicidades que acometieron, etc. a esta altura, en el octavo número, es que el lector comprende entonces el por qué de la sección fija “Mujeres Célebres”, y por qué Gertrudis esperó seis entregas para continuar su reflexión.

El resto del número no tendrá digresiones, ni hará concesiones de temas para balancear el mensaje, solo se tratan temas filosóficos, polémicas artísticas, las habituales secciones de grandes mujeres y poesía.

Noveno y décimo, el Álbum cubano de lo bueno y lo bello continua su ofensiva

El número nueve no bajó el nivel de la polémica, lo inician con una reflexión filosófica titulada “La razón y la voluntad” donde abordan el papel de ambas en su relación con el hombre, la ciencia y el saber. Es este un artículo de preparación, que pretende iniciar en los lectores una cadena de razonamientos que lo preparen para el que parece realmente el más importante, la tercera entrega de Gertrudis Gómez de Avellaneda sobre “La Mujer”.

Álbum cubano de lo bueno y lo bello
El artículo «Mujeres» en su última entrega.

Es un escrito sin medias tintas, en el cual la autora nunca dejó de estar a la ofensiva, esgrimiendo un razonamiento tras otro en el desmontaje que inició en el número anterior del término “sexo débil”. Luego de terminar el recorrido por la historia de las grandes mujeres a lo largo de los siglos escribe:

Si aun después de todo nos quedase la menor duda sobre la sin razón con que el adjetivo de débil ha sido aplicado al sexo a que pertenecemos con orgullo; si necesitásemos nuevas demostraciones de que la fuerza moral e intelectual de la mujer se iguala, cuando menos con la de! hombre, no tendríamos más que buscarlas con solo otra mirada rápida en el vasto campo de la literatura y las artes.

O sea, la autora dice claramente que si los ejemplos que a lo largo de dos extensos artículos ha brindado no son prueba suficiente puede, brindar muchos más, pero solo en el campo de las artes, lo cual parecería una concesión si no fuera porque acto seguido carga contra el absurdo que constituye la no admisión de mujeres en las carreras de ciencias.

La capacidad de la mujer para la ciencia no es admitida a prueba por los que deciden soberanamente su negación, y causa sumo asombro que, aun así y todo, no falten ejemplos gloriosos de perseverantes talentos femeninos que han logrado forzar de vez en cuando la entrada del santuario para arrancar a la misteriosa deidad algunos de sus secretos.

Inicia a partir de ahí un largo recorrido por esas excepciones de mujeres en las ciencias, para rematar el artículo con una frase lapidaria para la sociedad discriminatoria de la Isla:

En las naciones en que es honrada la mujer, en que su influencia domina en la sociedad, allí de seguro hallareis civilización, progreso, vida pública.
En los países en que la mujer está envilecida, no vive nada que sea grande: la servidumbre, la barbarie, la ruina moral es el destino inevitable a que se hallan condenados.

Todos los escritos en esta entrega del Álbum cubano de lo bueno y lo bello fueron dedicados a completar la idea que la Avellaneda plasmó: las poesías que se pusieron, la traducción de turno, o la sección fija de “Mujeres Célebres”, que en este caso fue Isabel la Católica, inteligente y estratégicamente colocada, por cuanto nadie pensaría rebatirlo tratándose de la famosa reina.

El inicio del décimo número evidencia también la intencionalidad de la línea editorial, su extenso artículo inicial lo deja claro desde el propio título: “Del carácter y trascendencia de la educación popular de las sociedades modernas” firmado por el famoso pedagogo español Mariano Carderera, va dirigido sobre todo a lo que hoy llamamos educación primaria, y reflexiona sobre los métodos modernos de enseñanza que se deben implementar para obtener ciudadanos más provechosos socialmente. El segundo escrito, firmado por Zenea, busca mantener la línea y estructura de razonamiento, y fue dedicado a los niños, a su crianza, alimentación, formación moral, etc. buscando a nivel subconsciente crear una conjunción con el redactado por Carderera.

A continuación el tono de la revista baja de nivel, se regresa al equilibrio abandonado, y se dedican varias páginas a historias y versos -estos con la firma de la directora- relacionados con la religión y las costumbres tradicionales del país, pero a continuación -y también firmado por la Avellaneda- se inserta la sección fija “Mujeres Célebres”, que hasta el momento se ubicó siempre más atrás en el orden de secciones, y la elegida es nada menos que la filósofa Aspasia. Luego el tono pasa a temas de esparcimiento, modas, fábulas, elegías… hasta el fin de la entrega.

Últimas dos revistas, el fin abrupto del Álbum cubano de lo bueno y lo bello

Curioso resulta apreciar que los números más tranquilos, mesurados, y practicamente dedicados por entero a la literatura, las modas, las anécdotas históricas etc. sean los dos últimos. No hay en ellos el menor indicio, más allá del que el cambio de estilo sugiere, de problemas que avisoren el pronto fin de la revista.

Tampoco hemos encontrado pistas en otros materiales que expliquen el fin, por lo que teorizar al respecto es un acto inocuo por nuestra parte. ¿Tuvo que ver en el cierre -recordar que el Álbum cubano de lo bueno y lo bello se imprimía en la imprenta del gobierno- los encendidos tonos de los artículos antes analizados? ¿Influyó en algo la salud del esposo de su directora, el cual fallece tres años después?

El Álbum cubano de lo bueno y lo bello cambió en solo seis meses la literatura cubana porque fue capaz de generar debates y reflexiones que movieran el maniqueísmo de la sociedad habanera de entonces. Encabezó, además, el rescate de las obras literarias valiosas de autores hasta el momento poco propagandizados, que pudieron publicar junto a nombres ilustres de la sociedad de entonces.

Pero por encima de todo, la revista visibilizó a la mujer como literata y artista, por lo que cabe preguntarse si entre las causas que posibilitan el gran número de poetisas hacia finales del siglo XIX puede estar la existencia de la revista dirigida por Gertrudis Gómez de Avellaneda.