El municipio Regla, con apenas 9.2 km cuadrados, es uno de los más pequeños entre los 168 términos en que se dividen las 15 provincias que forman Cuba.

Es Regla un municipio comercial e industrial, que depende, en buena medida, de su estrecha relación con la bahía de la Habana, en la cual ocupa una pequeña península entre las ensenadas de Marimelena y Guasabacoa.

Historia del municipio Regla

Fue en el territorio que ocupa hoy el municipio Regla, donde el rico vecino de La Habana, Antón Recio, levantó en 1598 el ingenio Guicanamar, el más grande de los que entonces existían en la Isla y el primero que fue movido por bueyes. «Guicanamar», según los historiadores, era el nombre que daban los aborígenes cubanos a toda esa zona al Este de la bahía.

Tuvo que transcurrir casi un siglo para que un peregrino, según la tradición de nombre Manuel Antonio, levantara en 1687 una ermita bajo la advocación de Nuestra Señora de Regla, cuya imagen fue donada por el castellano de La Punta, Don Pedro de Aranda.

La Virgen de Regla, cuya imagen donada por Aranda es la misma que hoy se venera en el santuario, fue declarada en 1714 patrona de la bahía de la Habana, lo que no puede verse como una nimiedad si se toma en consideración la estrecha relación del progreso de la ciudad con su puerto.

En 1692 un huracán destruyó la primitiva ermita de tablas y guano que había levantado Manuel Antonio dos años antes, e hizo zozobrar la embarcación que conducía hacia La Habana al asturiano Juan Conyedo Martín.

Al verse en peligro de perder la vida, Coyedo Martín hizo una promesa a la Virgen de Regla de llevar una vida de sacrificios y reconstruir la ermita si esta le protegía de la fuerza del huracán. Vistiendo los hábitos del ermitaño murió allí consagrado al servicio de la patrona de la bahía y con fama de santo.

En 1805, el Obispo Espada erigiría en parroquia el Santuario de Regla y seis años después promovería la construcción de un nuevo templo, que es el mismo que se ha mantenido hasta nuestros días. Según cuenta el historiador José María de la Torre en su muy disfrutable obra «Lo que fuimos y lo que somos»:

«En 1816 rodeaba el mar el santuario de Regla hasta el punto de batir las olas en los muros de la lomita. Hoy se ve un ferrocarril que pasa por dicha loma y una calle formada por espaciosos almacenes construidos sobre lo que antes era mar (…)»

Ya desde 1733 se habían construido en el litoral de Regla algunas barracas de pescadores, que fueron el honroso precedente de lo que años después sería el pueblo de Regla.

La importancia que en poco tiempo alcanzó el territorio provocó que, en 1765, las autoridades coloniales convirtieran a Regla en cabeza de Partido y designarán como juez pedáneo Francisco Blandino a quien confiaron la administración de las rentas, con la difícil encomienda de frenar el contrabando que florecía en ese lado de la bahía.

El Santuario de Nuestra Señora de Regla, patrona de la bahía de La Habana
El Santuario de Nuestra Señora de Regla, patrona de la bahía de La Habana

Municipio sí…. Municipio no

Ha tenido Regla una muy accidentada vida geográfico – política, debido a su cercanía e interrelación con La Habana, que a lo largo de la historia la ha absorbido en un par de ocasiones. Sin embargo, la fuerte identidad del reglano (como pocas en Cuba a nivel local) ha resurgido una y otra vez enarbolando la bandera de su independencia municipal.

Al establecerse el régimen constitucional en Cuba en el año 1812, se fundó el Ayuntamiento de Regla, que fue suprimido dos años después al retomar Fernando VII el poder absoluto en España. Fue restablecido en 1820 y vuelto a suprimir tres años después, para reaparecer en 1866 por una Real Cédula de fecha 13 de febrero.

Así estuvo Regla por casi medio siglo: municipio sí… municipio no, hasta el establecimiento (todavía no definitivo) de su consistorio.

La primera sesión del Ayuntamiento ocurrió, con toda solemnidad, el 1ro de julio de 1866, para luego sucederse con regularidad procedimental hasta el año 1899 en que se reorganizó el ente debido al cese de la soberanía española sobre Cuba.

En las primeras elecciones no celebradas a la sombra de la bandera española resultó electo el Dr. José Clark y Mascaró.

Sin embargo, el Gobierno de ocupación decidió eliminar el Ayuntamiento de Regla el 4 de noviembre de 1901 y anexar su territorio al municipio de La Habana, formando el sexto distrito de la capital del país.

No sería hasta el 10 de julio de 1912, durante el gobierno del Mayor General José Miguel Gómez que Regla recuperaría su dignidad municipal, con sus límites tradicionales y sus cuatro barrios (Uno, Dos, Tres y Cuatro). La mencionada Ley estableció que los límites:

«(…) empiezan en la ensenada de Tiscornia, tomando al Sur por la división jurisdiccional hasta el paso del río Luyano, dirigiéndose por él hasta el Norte, que desemboca en la bahía, cuyo litoral sigue, al Este, hasta el punto de partida.»

Economía

A mediados del siglo XIX, Regla se había convertido en cabeza de partido y en «pueblo dormitorio», pues, aunque en el territorio existía una manufactura especializada, dedicada a la producción de envases de azúcar, la gran mayoría de sus vecinos trabajaban en la orilla opuesta de la bahía.

Regla era entonces, proporcionalmente – como revela el censo de 1846 – uno de los núcleos urbanos con mayor población blanca de la Isla de Cuba y se caracterizaba por el trabajo asalariado y no por el esclavo, como sucedía en gran parte del país. En el territorio del partido se habían establecido muelles, astilleros, careneros, fundiciones, fábricas de loza, alambiques, zapaterías y mataderos, que demandaban una mano de obra mucho más calificada que la que el trabajo esclavo podía ofrecer.

Urbanizado en casi toda su extensión, gozó Regla, durante la República de todos los adelantos de la vida moderna y desarrolló una rica vida económica y sociocultural.

Muelles de Regla, sobre los que se cimentó buena parte de la riqueza del municipio durante la República
Muelles de Regla, sobre los que se cimentó buena parte de la riqueza del municipio durante la República

En su litoral se encontraban los famosos «Almacenes de Regla«, surgidos con el boom del azúcar y que se contaban entre los más importantes del continente americano.

Los seis colosales edificios de mampostería – sobre los que se cimentó en buena medida la prosperidad del municipio – eran capaces de cobijar en excelentes condiciones toda la producción azucarera de una zafra cubana hasta que se embarcará hacia sus mercados definitivos.

En Regla establecieron su base de operaciones y luego sus industrias, las petroleras extranjeras establecidas en el país y existían tres careneros de buques, que también aportaban importantes ingresos al municipio y eran fuente de empleo para los residentes del territorio.

Bibliografía consultada

1) De la torre, José María. Lo que fuimos y lo que somos: o, La Habana antigua y moderna. Spencer y Compañía. La Habana. 1857.

2) Guía Provincial de La Habana. 1944.

3) Chateloin, Alicia. La Habana de Tacón. Editorial Letras Cubanas. La Habana. 1989.