Yemayá, madre de la vida y de todos los seres, dueña del mar, indomable y astuta, terrible y justiciera.

Luisa Marina Pérez

Narradora oral pinareña.

El culto a la Virgen de Regla, protectora de los marinos, es internacional, se le adora fuertemente en España, Filipina y Cuba, amén de otros lares donde la devoción es menos importante.

Pero en Cuba fue diferente, dicen las tradiciones que el culto a la Virgen de Regla hizo al asentamiento, lo M oldeó, y formó identitariamente. La virgencita negra, de uno de los templos más visitados de La Habana, es un símbolo sincrético.

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La Virgen de Regla: los orígenes de un culto

Los antecedentes del culto a la virgen, derivación del mito de María, se remontan al siglo IV de nuestra era, pues en esa época vivió San Agustín el Africano, Obispo de Hipona, quien mandó a tallar en Cedro la imagen primigenia, la cual recaló en Cádiz, luego de sobrevivir a tormentas, invasiones, saqueos de tribus bárbaras, e incluso abandonos, fue descubierta en 1330 por un señor feudal -revelación mediante-, al pie de un arbol.

Todas las vicisitudes de su existencia, el hecho de resurgir luego de caer en el olvido, las peripecias en los mares, más lo atractivo de su imagen -una de la pocas imágenes negras de la religión católica-, han revestido el culto con un halo de «milagrosa», que en Cuba prendió rápidamente, tomando más fuerza al sincretizarse con Yemayá.

A finales del siglo XVII, Don Pedro de Aranda donó al santuario ultramarino la imagen de la Virgen, siendo colocada en el sitial donde antes se adoraba una imagen pintada al óleo.

Virgen de Regla

A partir del 14 de Diciembre de 1708 la Virgen de Regla se convirtió también en Patrona de la Bahía de La Habana, depositándose  a sus pies una llave que simbolizaba la ciudad. La apetecida bahía de San Cristobal ya tenía santa protectora, y pronto la iba a necesittar.

La Virgen fue, como ya hemos visto, una santa azarosa en su bregar por la península, y en Cuba no sería menos. En 1762, cuando los ingleses atacan La Habana, la imagen fue sacada con premura del santuario por el capellán de la iglesia, quien la escondió en las alforjas de su cabalgadura y sin pausas emprendió una marcha desenfrenada hacia la remota localidad del Calvario, donde fue resguardada.

Pero ahí no descansaría la Virgen negra, pues dos días después el mismo capellán, celoso, la trasladó hacia Managua, a un ingenio, donde la escondió doce días. Los ingleses no la perseguían, pero en la cabeza de aquel hombre tal parecía que el motivo de la invasión era secuestrar a su patrona. Pero gracias a ello la Virgen de Regla se mantuvo a salvo de manos profanas.

Virgen de Regla
Festividades de la Virgen de Regla

Su fiesta que se realiza desde fines del siglo XVII el 8 de septiembre, ha pasado de ser una celebración religiosa a un verdadero suceso de identidad local en Regla. Lo cual, sin dudas, se fue acrecentando a medida que los negros y sus descendientes fueron imponiendo también su culto a Yemayá.

Yemayá en el espejo de Regla

En la regla de osha se cuentan historias de cuando los orishas vivían en la tierra junto a los hombres, pero la importancia de estos relatos (especie de fábula) consiste principalmente en que sirven como código para mantener un buen comportamiento. A estas narraciones se les denomina patakí o patakines, y sin dudas uno de los más hermosos es el que explica por qué Yemayá es considerada la madre de los orishas.

Yemayá
Yemayá y Changó caracterizados en zancos por el grupo NORIA

Al principio, aquí abajo sólo había fuego y rocas ardientes. Entonces Olofi, el Todopoderoso, quiso que el mundo existiera y convirtió el vapor de las llamas en nubes. De las nubes bajó el agua que apagó el fuego. En los huecos enormes entre las rocas se formó Olokun, el Océano —que es terrible y a quien todo el mundo teme. Pero el mar también es bueno, porque es la fuente de la vida, y el agua hizo venas en la tierra para que la vida se propagara. Esa es Yemayá —la Madre de las Aguas. Por eso también se dice que antes que nada existiera, Yemayá estaba tendida cuan larga era y de repente dijo: «Ibí bayán odu mi: Me duele el vientre», y de ella salieron los ríos, los orishas y todo lo que alienta y vive sobre la tierra.

Natalia Bolívar. Los orishas en Cuba

Yemayá es orisha mayor y una de las más importantes, pues es la madre de la vida y de todos los orishas. Es la dueña de las aguas y representa al mar, fuente fundamental de la vida. Por sus instintos maternales y justeza acogió a Oshún y le regaló los ríos, debido a ello siempre van juntas.

En la tradición se le atribuyen varios esposos: Babalú Ayé, Agayú, Orula y Oggún. Según algunos, procede de la tierra de Oyó; según otros, de Mina.

Yemayá
Actriz del grupo NORIA caracterizando a Yemayá en zancos.

Aunque no es considerada guerrera le gusta cazar, chapear, manejar el machete. Es indomable y astuta, sus castigos son duros y su cólera es terrible pero justiciera.
Una costumbre que ha caído en deshuso indica que su nombre no debe ser pronunciado por quien la tenga asentada, sin antes tocar la tierra con las yemas de los dedos y besar en ellos la huella del polvo.

En el Diloggún habla en Oddi (7) y su día es el sábado. Sus colores son azul y blanco.

Receptáculo:

Una sopera coloreada de azul y blanco con florones.

Atributos y herramientas:

El sol (oru), luna llena (ochu), ancla (dakoduro), salvavidas (yika), bote (okó), siete remos (alami), siete aros (bopa), llave (chileku), estrella (irawó). siete aros de plata. Estos objetos elaborados en plata, acero, lata o plomo. Iruke (rabo de caballo con mango) adornado con cuentas azules y blancas. Usa un manto de burato ricamente adornado. Agogó (campanita), que se utiliza para saludar y para que preste atención cuando se habla con ella. Abanico con varillaje de nácar y oro, adornado con cuentas y caracoles. Los agbebe (abanicos redondos hechos de pencas de guano adornados con plumas de pavo real, caracoles y cascabeles). Todos estos atributos son adornados con patos, peces, redes, estrellas, caballitos de mar, conchas y, en miniatura, todo lo relativo al mar. Siempre llevan cuentas azules y blancas alternas.

Yemayá

Collares:

Siete cuentas de cristal transparente, llamadas de agua, y azules. En Yemayá Ocutí son de agua ultramarino. En Yemayá Ayabá o Achabo, azul pálido y agua. Yemayá Asesú: azul oscuro y perlas opalinas o cuentas de jabón.

Vestidos:

Usa una bata con serpentinas azules y blancas, símbolo del mar y la espuma, especie de ancho cinto de tela y un peto de forma romboidal sobre el ombligo.

Animales:

Carnero, gallo, paloma, guineo, jicotea, pato, gallina, loro, ganso, codorniz. Para Yemayá Asesu el cerdo con una ceremonia muy cuidadosa.
Yemayá Ocuté no come pato. Yemayá llama sus chicharrones a las cucarachas.

Bailes:

Yemayá es amiga de la buena compañía y del lucimiento. Aunque es madre virtuosa y sabia, también es alegre y sandunguera. Cuando se sube, ríe a carcajadas y da vueltas como las olas y gira como los remolinos del océano.

Unas veces bracea como nadando, otras representa una zambullida para sacar caracoles, algas y peces para sus hijos. En otras ocasiones parece remar hasta la hipotética orilla donde siempre la espera Ochún.

Sus danzas comienzan con suaves ondulaciones, como las aguas que agita blandamente al soplo de la brisa, pero pronto se encaracola y va aumentando en intensidad, como un oleaje que se enfurece.

Aflicciones de las que protege:

Las relativas al vientre de las personas a las que impliquen daño o muerte a través del agua, dulce o salada, lluvia o humedad.

Hijos:

Mujeres voluntariosas, fuertes y rigurosas. En ocasiones son impetuosas y arrogantes. Son maternales y serias. Les gusta poner a prueba a sus amistades. Se resienten de las ofensas y nunca las olvidan, aunque las perdonen. Aman el lujo y la magnificiencia. Son justas aunque un tanto formulistas, porque tienen un innato sentido de las jerarquías.

Yemayá
Representación de Yemayá en la Bienal de Matanzas.

Fuente:

Natalia Bolívar. Los Orichas en Cuba.