Es obra de Frederic Mialhe (1813-1881) una de las obras que con mayor orgullo muestra la Iglesia de Nuestra Señora de Regla, patrona de la bahía de La Habana desde el lejano año de 1712.
Siendo además un importante sitio de peregrinación de las religiones afrocubanas toda vez que la Virgen de Regla se sincretiza con Yemayá, una de las principales deidades del panteón yoruba. Yemayá es la madre de todos los seres vivos, la reina del amor por excelencia, la dueña de los siete mares y de las aguas en general.
La ermita de Nuestra Señora de Regla
Debemos la fábrica de dicha ermita de nuestra Señora de la Virgen de Regla, al tinerfeño don Pedro Hernández. Este maestro albañil y cantero oriundo de las Islas Canarias (donde existen varias ermitas consagrada a esta virgen) estaba radicado y casado en Cuba desde, al menos, el año de 1687.
Unos años después de su llegada fue contratado mediante escritura pública para realizar una obra de siete varas de ancho, veinticinco de largo y siete de altura, cercana al muelle de Regla.
No sería la única de las construcciones que legara a La Habana dicho constructor pues en 1700 el entonces obispo don Diego de Compostela (al que el pueblo, por su dinamismo arquitectónico, le colgó el refrán de Dios convierte las piedras en limosnas y el obispo Compostela convierte las limosnas en piedra) le encargó la primera fábrica de lo que sería Nuestra Señora de Belén, levantadas ambas edificaciones de carácter religioso con suscripciones públicas y limosnas recogidas por el religioso. A Compostela le debe también aquella lejana construcción de Nuestra Señora de Regla el designio como auxiliar de la parroquia de Guanabacoa.
Pero sobre esta lejana ermita apenas nos llegan otras referencias. El bueno de Félix Arrate no la menciona, lo mismo que Ignacio José de Urrutia y Montoya, constando solo la afirmación de Antonio Valdés, quien en su Historia de la Isla de Cuba y en especial de La Habana nos confirma que en 1813 la iglesia de nuestra señora de Regla, emancipada de la parroquia de Guanabacoa, funcionaba como curato*.
Años después sería José María de la Torre en su Lo que fuimos y lo que somos La Habana antigua y moderna (1857).
“En 1,690 se fundó la ermita de Regla por don Manuel Antonio, natural de Lima (y primero que tuvo la licencia para vestir el hábito de ermitaño) en terreno cedido por el Obispo Compostela. Era primero de guano, y fué destruida por el huracán de 1,692. En 1,712, un ermitaño asturiano nombrado Juan de Coyedo Martín, construyó una iglesia de tapia y tejas, y vivienda para el albergue de los hermanos que recogían limosnas del vecindario. En 1,712 juró el cabildo de la Habana por patrona de la bahía, a la Virgen de Regla”.
En tan solemne acto se decidió colocar las llaves de San Cristóbal, símbolo de La Habana, a los pies de la virgen.
Influencia de la iglesia en la zona
Este hecho repercutió en mayor afluencia de fieles a la iglesia de nuestra señora de Regla provocando posteriormente la fundación del poblado del mismo nombre y el consiguiente auge del puerto y los almacenes de Regla, fundamentales en el desarrollo posterior de la zona oriental de la ciudad.
Muelle de Luz desde donde salían los botes y ferrys con dirección a Regla (c1900)
Precisamente gracias a la afluencia de la zona esta contó con el primer tramo de ómnibus, tirado por mulas, que cubría el recorrido desde Regla a Guanabacoa, ubicado por varios historiadores en el año de 1839, extendiéndose este medio posteriormente al famoso trayecto de la Plaza de San Francisco-El Cerro.
Hasta aquel momento era común que los viajeros de La Habana hacia Guanabacoa tomasen las berlinas o volantas que salían cada cuarto de hora, coincidiendo con la llegada de los vapores, pero que resultaban más caras.
El mencionado trayecto (desde los muelles de La Habana hacia Guanabacoa) se hacía en distintos medios marítimos y permitió al poblado de Regla convertirse en el punto de conexión inmediato entre ambos, posteriormente y debido al auge del puerto se estableció allí también el primer ferrocarril urbano que prestaba servicio de traslado de personas, conocido como la Prueba, cuyos trenes eran tirados por mulas.
Estos salían cada media hora desde la loma de la Iglesia de nuestra señora de Regla y llegaba hasta la calle del Cementerio de Guanabacoa. Posteriormente se conectó la zona de los almacenes de Regla con Guanabacoa por medio de un flamante ferrocarril tirado por locomotoras de vapor.
Los medios marítimos usados inicialmente para cruzar la bahía hacían no eran otra cosa que pequeños botes que los Renteros, nombre que se les daba, tenían derecho de explotación durante dos años. En 1837 se estableció la primera empresa de vapores de la bahía que unía los muelles de la ciudad con el poblado de Regla.
Iglesia de Nuestra Señora de Regla
Posterior a la destrucción de la ermita primigenia edificada en el incipiente, pero ya industrial y pujante asentamiento de Regla se construyó, en distintas y dilatadas etapas, la iglesia de nuestra señora de Regla, que todavía hoy se conserva y consagra en el culto de la Virgen de Regla.
Las primeras obras se iniciaron en 1811 pero no quedó registrado el nombre del arquitecto ni del jefe de obra. Tendrían que pasar unos años hasta que en 1818, con planos de Pedro Abad Villarreal, se erija la fachada norte y la torre de dicha iglesia.
Según los investigadores María Elena Martín Zequeira y Eduardo Luis Rodríguez Fernández:
“Está compuesta por un cuerpo central donde se encuentra la portada coronada por un frontón, y dos laterales con vanos enmarcados por molduras planas. Sobre el pórtico que jerarquiza la entrada se levanta la torre-campanario de planta cuadrada, aligerada en sus cuatro lados por sendos vanos en forma de arco.
En el Interior se produce un fuerte contraste entre el lecho de alfarje mudéjar que cubre casi la totalidad del templo y el del presbiterio resuelto en 1874 con una bóveda casetonada sostenida por cuatro columnas cilíndricas. Este último tramo enmarca el altar, en el que se destacan elementos neoclásicos -estilo apenas difundido en aquella primera época de construcción- con algunas reminiscencias barrocas».
Dichas reminiscencias de carácter barroco lejos de ser excepción eran aún la tónica en las construcciones de las iglesias de la época, que con mayor presupuesto recibieron formas más complejas y abigarradas. Probablemente la simpleza aparente del diseño exterior de la iglesia de nuestra señora de Regla (no confundir con la otra Nuestra Señora de Regla, cita esta en Madruga) resulta más cercano al modesto templo de Monserrate o al desaparecido Santa Catalina de Sena que a sus contemporáneos Nuestra Señora de Belén, Nuestra Señora de la Merced o el hospital e iglesia de San Francisco de Paula.
En la actualidad esta iglesia es Monumento Nacional.
Baile de fechas
Como curiosidad la Virgen de Regla de Chipiona celebra su festividad el día 8 de septiembre. Esta fecha coincidía con la de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, de ahí que en Cuba se celebre el 7, día de la víspera de la celebración, evitando así la coincidencia.
Hasta los años 60 del siglo pasado el cabildo africano de Nuestra Señora de Regla, fundado por el africano Ño Remigio, celebraba dos grandes festividades, una dedicada a la Virgen de Regla (Yemayá) el día 9 de septiembre, realizando una gran peregrinación hasta la iglesia de Nuestra Señora de Regla y el otro el 4 de diciembre día de Santa Bárbara (Changó).
Era común, como sucede con la festividad de San Lázaro, que llegasen múltiples feligreces con velas en las manos o de rodillas con el fin de cumplir promesas a la virgen. Estas festividades llegaron a ser de gran interés histórico y cultural por la gran afluencia de público que concurría a las mismas.
Destacaba en estas fiestas la señora Pastora Vigot de González, radicada en la calle Maceo 122, quien colocaba durante 9 días en su domicilio un altar consignado a la Virgen de la Caridad del Cobre recibiendo la peregrinación constante a su domicilio.
*-Parroquia-territorio bajo la jurisdicción espiritual del cura del cual puede extraer rentas, que constituían su beneficio eclesiástico.
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