Un barco de traficantes surcaba las aguas, su carga amarilla comenzaba a imponerse en la isla, cientos de colonos cantoneses eran traídos a Cuba para laborar en condiciones casi de esclavitud, uno de ellos era Lam Yam, tenía 40 años y pasaría a la historia como el padre de Wifredo Lam, uno de los grandes pintores de su generación.
Mucho tiempo después el chino Lam Yam conocería a la mestiza Ana Serafina Castilla, en esa unión de cliché se engendró un estilo, una técnica, y un sello que distinguiría la obra de su futuro vástago.
El niño Lam llegó al mundo un 8 de Diciembre de 1902, en Sagua La Grande. Creció en la naturaleza, maravillándose por los paisajes frondosos y los claroscuros naturales cuando el sol moría en las campiñas.
Cuando yo era pequeñito, vivía rodeado de mi pequeña selva.
El simbolismo sincretico de la obra de Wifredo Lam nacería de esos años en las campiñas sagüenses, donde además de beber del paisaje crecería rodeado del culto a los antepasados de su padre cantones, el santoral católico de la madre mestiza y el pujante mundo yoruba de su madrina Antonica Wilson, quien se lo encomendó a Changó y a Yemayá.
Aún es un misterio de dónde le nació al niño Wifredo Lam el amor por la pintura, de la cual -al parecer- se enamoró a los siete años, pero en el mundo provinciano de Sagua La Grande no existían muchas posiidades de desarrollar semejantes gustos, por lo que no sería hasta unos años después, cuando su padre lo envía a estudiar a La Habana, que podría darle rienda sería a su pasión.
La Habana de Wifredo Lam
En 1916, una Habana de República naciente, recibe al guajirito mestizo y achinado, que es entonces Lam. Su padre ansia un hijo abogado, que prestigie la familia y sea un digno sucesor. Más el adolescente tiene otros planes, las musas del arte han tomado su cuerpo, su decisión será rápida, estudiaría en San Alejandro.
En 1918 ingresa en la academia, planea comenzar por la escultura, pero sus manos no están destinadas a la piedra, no le llena el desgaste físico que conlleva, lo cual fue toda una suerte, ya que entonces se dedicaría solo a la pintura, de la mano de leyendas como Romañach y Armando Menocal. Ha comenzado la formación de un grande.
El ascenso sería meteórico, dos años después, para 1920, se convierte en miembro de la Asociación de los pintores y de los escultores de La Habana, poco después expone sus obras en el Museo Nacional de Bellas Artes. Semejante éxito de un guajirito no pasa desapercibido para sus coterráneos, quienes le invitan a presentar sus obras en Sagua La Grande.
Esto sería decisivo para Wifredo Lam, pues gracia a ello el Ayuntamiento de su ciudad le otorga -en 1923- una beca para irse a perfeccionar sus conocimientos a Europa, para donde partirá muy pronto, armado además, con un carta de recomendación de Antonio Rodríguez Morey, Director del
Museo Nacional de La Habana, que le valdrá para insertarse en los altos círculos de Madrid.
La corta estancia de catorce años
Lam no tenía como objetivo España, para él sería una corta etapa antes de pasar a Francia, el destino que soñaba. Más Madrid le calaría hondamente, y la estancia de paso se convirtió en catorce años, decisivos en la formación de su estilo y nombre.
En suelo español Wifredo Lam entra en contacto con las ideas y movimientos artísticos modernos, es el periodo posterior a la Primera Guerra Mundial y las vanguardias artísticas ofrecen atrevidas visiones del mundo, en ellas se sumergirá el chino, al tiempo que realiza un estudio a conciencia de la técnica de los grandes maestros españoles, a los cuales analiza diariamente en el Museo del Prado.
Wifredo Lam, realizará sin embargo una lectura muy propia de todo ello, más que imitar estilo el chino procesa e interioriza todo el mundo artístico que bulle a su alrededor y lo devuelve con firma propia, encontrando correlaciones entre todos.
Más no todo es una panacea, en 1931 la vida golpea fuertemente al chino Lam, la tuberculosis le arrebata a su esposa e hijo, destruido Lam se refugia donde único se siente a salvo, en la pintura. De este periodo son sus cuadros reflejando madres e hijos, rostros que en su diferencia son siempre los mismos. A su rotura personal se une la de España, la República se instaura y comienzan los enfrentamientos, hasta que estalla la Guerra Civil.
Wifredo Lam se une a los republicanos, estará donde más falta haga, pintando carteles, diseñando proclamas… ¡Dirigiendo una fábrica de municiones! Pero el chino es un artista que mientras colabora procesa, de ahí saldrá su sobrecogedor lienzo «La Guerra Civil».
Como casi todos los intelectuales republicanos, Wifredo Lam abandona España rumbo a Francia. Han pasado 14 años, ha visto la muerte a su lado, ha comprendido y asimilado vanguardias, elevado su nivel técnico, participado en una guerra… El hombre mestizo, de ojos chinos, que parte rumbo a París un día incierto, es ya un artista, España lo ha moldeado.
Francia, Picasso y la eternidad
Wifredo Lam llega a París lleno de incertidumbre, pero con la añoranza de quién sabe está por conocer cosas grandiosas.
En la Ciudad Luz el cubano se va a reencontrar con amigos, quienes serán sus primeros amigos y guías en el ya revuelto París de 1938, ellos son: Alejo Carpentier, Pablo Neruda y Mario Carreño.
Está ansioso por conocer a Picasso, pero no sé apura, visita primero el Louvre, y luego la Galería de Bellas Artes, solamente luego de eso está en condiciones de conocer al genial español. Este encuentro, propiciado por Carreño, quien le facilita una carta de presentación para aquel, será fundamental para Wifredo Lam, quien algún vez lo comparó con el efecto de un detonador o la incitación a la libertad.
Es comprensible, incluso desde la más simple interpretación, pues entre otras cosas, en el momento en que Lam visita el estudio de Picasso este se encuentra inmerso en el período de Arte Negro, y las piezas adornan el estudio. Lam queda subyugado por esa.entrada a sus orígenes, siente el poder y la energía que emana de los símbolos. Debió recordar entonces a su abuela esclava, o a su madrina santera.
Picasso lo vuelve su inseparable, se verán a diario, incluso el mismo día de su primer encuentro lo tomó de la mano y se lo llevó a comer, en el plazo de solo días el chino Lam conocería y haría amistad con hombres como: Henri Matisse, Georges Braque, Fernand Léger, Paul Éluard, o Tristan Tzara. La crema artística de su tiempo la alcance de un saludo.
Pero de todo ese mundo Wifredo Lam se quedará con el Arte Negro, y gracias a amistades puede sumergirse en los sótanos del Departamento de África Negra del Museo del Hombre. Uno de esos amigos es Michel Leris, quien es el encargado de dicho departamento, y será un guía en el trayecto de aprendizaje que el chino hará de sus antepasados negros en una capital blanca. Además Leris le presentará a los surrealistas, a Joan Miró, a André Masson, y las colecciones de Pierre Loeb o de Charles Ratton.
Con los surrealistas Lam quedará impresionado, André Bretón es una fuerza creadora, y Lam comprende que está en camino de encontrase a si mismo más allá de alienaciones.
Como antes en España Wifredo Lam está aprendiendo, procesando, sometiéndolo todo a la libertad de su sello, buscándose a si mismo entre tantas vanguardias.
El mismo ha dicho:
Pintaba sin tregua y sin atreverme a mostrar mis cuadros, de modo que mi pequeña habitación de hotel se llenó, no podía moverme y menos pintar.
Sitio Web Wifredo Lam
Estos años parisinos dejan una marca en su pintura que asumirá características frontales, hieráticas, maternidades evolucionadas a totémicas, etc.
Una correción: el nombre es WIFREDO, sin la L
Saludos,
En la página oficial de Wifredo Lam lo explican de la siguiente manera: Hijo menor de una familia de ocho niños, es bautizado Wilfredo Oscar de la Concepción Lam y Castilla. Perdió su « l » después de un error administrativo hecho en medio de los años 1920 y el pintor, que tomó bien el asunto, comenzó a firmar sus obras con este nuevo nombre.
Exacto, fue un error de inscripción.
Saludos,
Buen escrito,pero falto Martinica y el regreso a Cuba,después es que llega El Gran Picasso,fui amigo de Lam desde 1976 hasta su Muerte.