Extracto sobre la trata de colonos chinos tomado del libro: «Apunte Histórico de los Chinos en Cuba» de Antonio Chuffat Latour*, editado en 1927.
DIARIO DE LA MARINA
Por cartas de Manila, del 12 de Febrero, recibidas por vía de Europa, sabemos que del día 14 al 15 del mismo mes, debía salir de Emuy (Amoy) una fragata inglesa, conduciendo sobre 300 chinos de los contratados por la Real Junta de Fomento de los Señores Zulueta y Compañía de Londres. De suerte, que con los 206 que han llegado, casi se completa el número de los contratados, al arribo del buque indicado.
Habana 8 de Junio, Martes de 1847.
Los chinos venían vestidos con pantalón y camisa bien anchos, de color gris, con un sombrero de caña de bambú tejido en forma de una canastica.
A los breves días de estar en la zona cercana a los almacenes de Regla, eran solicitados por los hacendados, dueños de ingenios, con previo pago de setenta pesos de contado, por cada uno, según contrato celebrado por la Real Junta, con los Señores Zulueta y Compañía de Londres, y en su representación el Sr. Don Joaquín Arrieta, quien había de abonarle la cantidad de ciento setenta pesos por cada chino, puesto en la Isla de Cuba en los puertos designados.
Es decir, que abonando 70 pesos de contado, el resto quedaba a lo que conviniese el hacendado con Don Joaquín Arrieta, único y exclusivo representante de los señores Zulueta y Compañía de Londres, importadores de chinos para los trabajos de agricultura en la Isla de Cuba.
Los chinos eran muy útiles; trabajadores infatigables para la ruda faena de los ingenios, que se fomentaban en toda la Isla de Cuba.
Prestaron grandes servicios; desmontaron los extensos bosques vírgenes que existían, con una constancia asombrosa. Realizaban la labor de los trabajos más fuertes que se les encomendaba.
Los chinos enriquecieron a millares de hacendados, trabajando por el mísero sueldo de cuatro pesos mensuales. La cantidad de cuatro pesos para trabajar catorce horas diarias, con un mayoral, tratados como si no fuesen seres humanos.
La negrura del destino, con toda su desventura. Encerrados en el círculo de hierro, en espera del castigo inmerecido.
Desesperanza para los colonos chinos
La tarde triste del esclavo sin consuelo; sin esperanza. Viendo caer el «Febo» cuando se ocultaba allá en Occidente, con todo su esplendor, en la ancha tumba que le preparaba su fulgor.
Cuántos pensamientos; cuántas ideas a la novia amada que le prometió una vuelta feliz lleno de oro y de días venturosos! Al hogar amado de su Patria, de su querida China; allí donde dejara a sus ancianos padres, a sus queridos hermanos, a sus cariñosos parientes. Su aldea; su ribera donde pescaba para ganar unos céntimos, para en amena charla con sus camaradas, beberse una taza de te, en la bodega inmediata.
Este era el pensamiento del chino esclavo. Cuánto le había pesado venir en condiciones tan funestas y desastrosas para el hombre que naciera libre, como el aire.
En 1847, se celebraron fiestas con motivo del casamiento de Isabel II con Don Francisco de Asís. Se cantó el Te-Deum en todas las iglesias de la Isla de Cuba, hubo corridas de toros; se dieron bailes públicos en los teatros, y serenatas en las calles. Hubo cucañas, carreras de patos, juegos de barajas, riñas de gallos, procesiones cívicas y otras fiestas. Duraron tres días estos esparcimientos, 10, 11 y 12 de Febrero.
Un acontecimiento para el pueblo español. cuando los pobres chinos lloraban su amargura, y el engaño incontrastable de la mentira y la insensatez de los hombres, sufriendo el pueblo esclavo los rigores de la tiranía, gozábanse los vampiros, como el cóndor cuando devora a su víctima y la deja caer sobre las rocas que habían de darle la muerte. Se divertía un pueblo de parias. Fuerte, poderoso, soberbio, ignorante y orgulloso, sin más problema que la corrupción y la concupiscencia.
Los analfabetos, la mesocracia imperante del hombre inculto, que usaba la chamarreta y la gorra en su aldea, para convertirse en señorito en Cuba. ¿Qué podía esperarse de semejante individuo sino la inhumanidad de saciar su ferocidad, sobre el negro esclavo y el chino contratado?
Pero no fueron españoles solos; también hubo franceses, ingleses y portugueses.
Busquemos, investiguemos, registremos la historia del pasado, y encontraremos los otros factores; fueron casi peores que los españoles para tratar a los esclavos en Cuba.
Relatar los nombres de los mayorales y capataces, es bochornoso y causa pena. Echemos un velo, o el manto del olvido, y perdonemos sus errores.
* Ex-Profesor y Traductor de la Colonia China de la Habana, Ex-Secretario del Consulado Chino de Colón y Jovellanos en 1892, Ex-Secretario de la Unión Comercial China de Cienfuegos 1901, Ex-Inspector de Sanidad, Jubilado, Actual Secretario Traductor del Partido Nacionalista de China «Kuo Min Tang», de Cienfuegos.
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