Extracto sobre la asimilación de colonos chinos tomado del libro: «Apunte Histórico de los Chinos en Cuba» de Antonio Chuffat Latour*, editado en 1927.
LOS NUEVOS IMPORTADORES DE COLONOS CHINOS
En el 1850 a 1853, siguieron las grandes expediciones de chinos «contratados». Los nuevos agentes suscitaron en los Señores: Wardrop y Compañía, casa inglesa; sucesivamente, los Señores Torices, Duperry, Pereda, La Alianza, Troncoso, Montalvo, Lombillo y otros más.
El resultado, había sido efectivo; las ganancias proporcionaban días venturosos para los importadores. Se enriquecían a paso agigantado, adquiriendo personalidad y representación.
En el 1848 a 1850, gobernaba la Isla de Cuba, el Capitán General Federico Roncali; no fue de gran importancia su gobierno, ni la de su sucesor Gobernador General Valentín Cañedo, de 1850 a 1852, con respecto a los chinos.
En 1852 a 1855, se construían grandes ingenios en las Provincias de Matanzas y Santa Clara. Esta última era la más fértil, por sus grandes montañas y se prestaba por estar próxima a la Habana para una gran explotación. También la Provincia de Matanzas en aquella época, fue la más bella de Cuba, e inmensamente rica por sus Ingenios.
Nos ocuparemos por ahora de la Habana, donde fue el gran desenvolvimiento progresivo para los colonos chinos.
En el transcurso de veinte años, los chinos progresaron admirablemente, dado su carácter. Buscaban la asimilación hacia el blanco, con una perseverancia incomparable.
Imitaban todo lo bueno de las costumbres Eiuropeas, fijándose la nueva ruta que habían de tomar, para realizar sus aspiraciones.
Como hombres laboriosos luchaban ansiosos dentro del círculo de hierro de la esclavitud, para sacudir el enorme yugo, romper las cadenas que le ataban los pies, para dar el paso firme que había de conducirlos al camino de la fortuna y la bienandanza.
La gran economía, que es la base de todos los extranjeros que luchan por adquirir y conservar el producto de su trabajo, para luego ser amantísimos padres y constituir un hogar virtuoso, y ser útiles a la segunda Patria que viviere; era la base de los infelices chinos aquellos.
La raza china llena de aspiraciones, observadora constante del refinamiento de la raza blanca, procuraba con gran interés de ilustrarse, civilizarse, educarse y prepararse para su adelanto y beneficio de la humanidad.
Mientras que otra raza perdía lastimosamente el tiempo en sandeces y boberías, sin aspiraciones ni pretensiones a nada, el chino se aprovechaba, avanzaba hacia el progreso, hacia los adelantos modernos, en pro de un nuevo horizonte, para ser digno de respeto y consideración de los demás hombres.
La intelectualidad adquirida por los chinos, es el factor principal que ha superado a otras razas en todo el orden social.
El chino se considera blanco y basta. La superioridad de inteligencia; el desarrollo de las facultades mentales; el conocimiento, es el gran enemigo de la ignorancia.
El ignorante no progresa porque no aspira, y es una desgracia para los mismos que lo rodean. Es funesto, pésimo; es muerte en vida.
La asombrosa constancia del chino, la inteligencia y el talento que poseen; la idea de adquirir con esa pasividad que le acompaña, bajo una obediencia propia de su carácter sumiso, amable, sincero; poderoso armamento para la lucha por la vida, lo ha llevado a ser dueño de una gran fortuna, desde la dominación española, hasta el presente. (lee aquí sobre las constituciones de las primeras sociedades chinas en Cuba)
A costa de inmenso sacrificio, y acompañado de una honradez e intachable conducta, han obtenido los chinos considerables créditos en el extranjero, y representaciones bancarias en el universo.
La preocupación social en la época colonial, era deprorable; los, convencionalismos, las tendencias de razas, el antagonismo, se imponía; pero una vez convencidos aquellos del progreso del chino, se le dio entrada a éste en los círculos, y en todos los establecimientos públicos; mientras que al negro infeliz le estaba vedado.
Así fue el gobierno colonial con sus propios hijos. La efectividad del malestar de una sociedad arraigada de cuatro siglos, no se borra ni se extingue con los procedimientos violentos, trae por consecuencia el odio, la poca estimación, el desprecio y el poco caso.
Y aquel proceder injusto, sirvió de acicate a una generación entera.
Si te educas, te ilustras, adquieres fortuna con tus esfuerzos a costa de tu trabajo, de tu honradez y buen cumplimiento con los compromisos contraidos; tendrás todas las atenciones y la consideración de tus semejantes por tu bien quedar.
Jamás pretendas ir donde no te van a aceptar, porque te expones a un bochorno; y el hombre consciente nunca se lanza a pasar por tan penoso trance».
Así pensaban los chinos en Cuba; preciosa lección para los aspirantes y los pretenciosos
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