José Agustín Acosta y Bello es considerado como una de las plumas cubanas más notables del siglo XX. Nombrado oficialmente con la distinción de «Poeta Nacional» en 1955, es una de esas figuras de las letras a las que, por razones ajenas al talento, la historia no ha sabido rendirle un justo homenaje.

Nació en una casona de la Calzada de Tirry, No. 40 en la ciudad de Matanzas, el 12 de noviembre de 1886, hijo de inmigrantes canarios.

Cursó los primeros estudios en su ciudad natal y desde muy joven comenzó a trabajar de telegrafía en los ferrocarriles, en los que fue escalando posiciones hasta ser nombrado Jefe del Servicio de Telégrafos de Telégrafos en Matanzas y en La Habana entre los años 1909 y 1920.

El paso por los ferrocarriles y los telégrafos influiría decisivamente en su poemario «Caminos de hierro» (1963) el último de sus poemarios publicado en Cuba:

Yo quisiera ser jefe de estación
en un pueblo pequeño,
donde no hubiera cura ni notario,
ni médico,
y en donde solo un botiquín vendiera
calmantes y antisépticos;
con una tienda y unas pocas casas,

Al mismo tiempo que trabajaba como telegrafista, Agustín Acosta estudiaba en la Universidad de La Habana, donde se graduó de Dr. en Derecho Civil en 1918. Tres años después obtendría también el título de notario público y establecería una notaría en Jagüey Grande, Matanzas, donde viviría la mayor parte de su vida.

Amigo cercano de Rubén Martínez Villena y miembro del Grupo Minorista, Agustín Acosta se opuso al gobierno del General Gerardo Machado, por lo que sufrió prisión política y a la caída de este, en agosto de 1933, fue nombrado Gobernador de la provincia de Matanzas, cargo en el que se mantuvo hasta 1934.

Agustín Acosta y miembros del Grupo Minorista
Miembros del Grupo Minorista durante el homenaje que en septiembre de 1924 rindieran a Agustín Acosta. Entre ellos aparecen, Alejo Carpentier, Juan Marinello, Alberto Lamar, José Zacarías Tallet y Emilio Roig de Leuchsenring

Desde entonces mantendría una activa política – no exenta de vaivenes – que lo llevaría a ocupar la Secretaría de la presidencia durante el gobierno de Carlos Mendieta; la presidencia del Partido Unión Nacionalista (1936 – 1937) y un puesto en el Congreso como Senador de la República por la provincia de Matanzas entre los años 1936 y 1944.

Agustín Acosta: «Poeta Nacional»

A la par de su trabajo y su vida política, Agustín Acosta desarrolló una fecunda actividad literaria:

En la vertiente de lo que luego se conoció como como posmodernismo, el poeta ganó los juegos florales de 1913 y 1915 en Santiago de Cuba y La Habana, respectivamente; y fue un colaborador habitual de los principales medios de prensa de la República por más de 30 años. Trabajos suyos aparecieron con regularidad en el Diario de la Marina, las revistas Social y Carteles, Orto, El Fígaro, entre otros.

Su obra poética está libre del pesimismo que caracterizó a la lírica cubana de las primeras décadas republicanas, y su estilo destaca por la sencillez de los posmodernistas (dentro de los que, además de Agustín Acosta, destacan figuras como Regino Boti y José Manuel Poveda).

Curiosamente, el Agustín Acosta, que luego sería ministro de Mendieta y senador de la República burguesa, es el autor de «La Zafra» (1926), considerado el primer poema antiimperialista de Cuba:

Lentas van formando largas teorías
por las guardarrayas y las serventías...
Vadean arroyos, cruzan las montañas
llevando el futuro de Cuba en las cañas...
Van hacia el coloso de hierro cercano:
van hacia el ingenio norteamericano...

La Academia de Artes y Letras lo acogió entre sus miembros en 1938 y en 1955 el Congreso Cubano lo honró con el título de Poeta Nacional, que había quedado desierto por más de veinte años, tras la muerte de Bonifacio Byrne en 1936. Precisamente, una «leyenda negra» de la literatura cubana asegura que Agustín Acosta hizo una fuerte oposición a que se le otorgara la distinción al autor de «Mi bandera», porque ansiaba el honor para sí mismo (lo que parece, más que todo, un embuste armado para desprestigiar al segundo Poeta Nacional).

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Agustín Acosta visto por Conrado Massaguer

Agustín Acosta está considerado por la mayoría de los especialistas como uno de los más grandes escritores cubanos del siglo XX y un precursor de la poesía social en Cuba.

Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 permaneció en la Isla por casi tres lustros, a pesar de la marginación a la que fue sometido por el nuevo Gobierno del país, el cual no sólo le negó su condición oficial de «Poeta Nacional», sino que lo condenó al ostracismo por su pasado político.

Tuvo que soportar en vida, la humillación de ver elevado a la condición de Poeta Nacional a Nicolás Guillén; a quien, para más sal en la herida, tuvo que escribir para rogarle utilizara sus influencias como presidente de la UNEAC y se le facilitara la salida del país, pues se encontraba solo con su esposa (que sufría desórdenes nerviosos), casi ciego e inválido, con todos los familiares cercanos en el exilio:

«(…) mi mujer y yo poseemos en el reparto Marazul, de la playa, una casa de dos plantas, completa y decorosamente amueblada; nuestra jubilación, sumadas, completan la cantidad de 506 pesos mensuales; nunca hemos tenido automóvil; tengo además un pequeño solar, escriturado, cerca de Peñas Altas, a una cuadra de la carretera central. Esa es toda nuestra riqueza, de la cual, con resignada pena, nos desprenderíamos, si obtuviéramos nuestra salida (…)»

Le escribía con resignada tristeza el defenestrado Poeta Nacional al nuevo…

Finalmente, en 1972, muy anciano ya, abandonó Cuba y se estableció en Miami, Estados Unidos, donde murió el 12 de marzo de 1979.