Juan Francisco Manzano nació en La Habana en agosto de 1797. Hijo de una esclava de la Marquesa de Jústiz de Santa Ana con un mulato que ejercía los oficios de músico y sastre, llevó, como era costumbre en la época, el apellido del esposo de su ama.

Poseedor de un talento fuera de lo común, a los 10 años conocía de Memoria Lo sermones de Fray Luis de Granada, el catecismo, loas y entremeses y a los 12 dictaba décimas propias.

A la muerte de la Marquesa de Jústiz en 1809, el niño Juan Francisco Manzano pasó a la propiedad de su madrina Doña Trinidad de Zayas y más tarde a la de la Marquesa de Prado Ameno. De la mano de esta última, que lo maltrató, conocería las infamias de la esclavitud bajo la que había nacido.

En 1818 entró al servicio de Don Nicolás de Cárdenas y Manzano, segundo hijo de la Marquesa en cuyos libros estudió retórica al mismo tiempo que aprendía a leer y escribir de forma autodidacta.

Juan Francisco Manzano, el Poeta Esclavo

Aunque a los esclavos les estaba prohibido escribir, Juan Francisco Manzano se atrevió no sólo a escribir versos, sino también a publicarlos en 1821 bajo el título de «Cantos a Lesbia», libro del que han llegado referencias, pero del que no se ha podido localizar ningún ejemplar hasta el momento. De esa época son también sus nanas y décimas, que circularon anónimas por Matanzas y también se han perdido.

Obligado a volver al servicio de la Marquesa de Prado Ameno, cruel mujer que mostraba una perversa inclinación a maltratarlo, Juan Francisco Manzano se evade y regresa a La Habana donde comienza a trabajar con Tello Mantilla.

Allí escribe cuentos en los que se entremezclan apariciones milagrosas con leyendas africanas y canciones de cuna, en las que bien pueden ser consideradas como las primeras muestras del sincretismo en la literatura cubana.

En 1830, Francisco Manzano conoce a Domingo del Monte quien lo protege y le introduce en los círculos intelectuales de La Habana en los que la presencia de un poeta esclavo provoca curiosidad y revuelo.

Del Monte le publicaría en «La Moda» con una presentación suya al poema «Al nacimiento de la Infanta María Isabel Luisa de Borbón» y en 1834 aparecerían sus «Romances cubanos» en «El Pasatiempo» de Matanzas.

Mientras, entre 1830 y 1830, sus poesías habían aparecido eventualmente en el Diario de la Marina, lo que, tomando en consideración que en esos años Juan Francisco Manzano continuaba siendo, a todos los efectos legales, un esclavo, resulta muy significativo.

En 1835 se casa con Dalia, mulata, poetisa y pianista y publica su soneto «Mis 30 años», un grito desgarrador contra la institución de la esclavitud que sobre él gravitaba. Este poema motivó a su amigo y protector Domingo del Monte, secundado por Ignacio Valdés Machuca, a iniciar una suscripción para liberarlo.

Tras ser comprada su libertad por sus amigos, Juan Francisco Manzano se alejó de los círculos intelectuales habaneros y se estableció en Matanzas, donde abrió una dulcería para ganarse la vida. Ocasionalmente enviaría algunos de sus trabajos a Domingo del Monte que buscó siempre la forma de publicarlos.

Sería precisamente a iniciativa de Domingo del Monte que Juan Francisco Manzano escribiría su «Autobiografía de un esclavo», un testimonio de enorme valor histórico cuya segunda parte sería extraviada por Ramón de Palma.

Su última publicación «Corona fúnebre consagrada a la tierna memoria del prebístero Don Manuel de Laza y Cadalso, cura párroco de la Iglesia de Guadalupe» data de 1842.

Dos años después sería injustamente implicado en la llamada «Conspiración de la Escalera» por una supuesta denuncia de Plácido. A diferencia de este que sería ejecutado, Juan Francisco Manzano salvaría la vida y sería absuelto gracias a las gestiones de Domingo del Monte.

Sin embargo, las atrocidades que vivió en las prisiones coloniales quebrantaron su espíritu creador y ya nunca volvió a escribir. Desde entonces, y hasta su muerte ocurrida en 1854 mantuvo un perfil muy bajo y se ganó la vida ejerciendo Oficios humildes.

Sus poesías aparecieron recogidas en el «Diccionario de las Musas» (1837) de Manuel González del Valle y varias de sus poesías y su «Autobiografía» fueron traducidas al inglés por el abolicionista Richard Madden con el título «Poemas por un esclavo de la Isla de Cuba recientemente liberado».

La «Autobiografía» de Juan Francisco Manzano fue un éxito de ventas y en ese año de 1840 fue traducida también al francés. Algunos historiadores han aventurado que su inclusión sin pruebas pudo deberse más a la ira que la publicación de la misma provocó entre los negreros que en la supuesta denuncia de Plácido.


Mis 30 años

Juan Francisco Manzano

Cuando miro el espacio que he corrido
desde la cuna hasta el presente día,
tiemblo y saludo a la fortuna mía
más de terror que de atención movido.

Sorpréndeme la lucha que he podido
sostener contra suerte tan impía,
si tal llamarse puede la porfía
de mi infelice ser al mal nacido.

Treinta años ha que conocí la tierra;
treinta años ha que en gemidor estado
triste infortunio por doquier me asalta;

Mas nada es para mí la cruda guerra
que en vano suspirar he soportado,
si la comparo, ¡oh Dios!, con lo que falta.