Puede sorprender al lector la historia que ahora relataremos. No hace tantos años la Plaza del Santo Cristo del Buen Viaje cambió su nombre por el de Plaza de España.
Este pequeño espacio, adyacente a la iglesia de igual nombre, que en períodos lejanos de la etapa colonial cubana fuera uno de los mercados más importantes de la ciudad intramuros, reconstruido por el vehemente constructor y represor General Miguel Tacón, fue el centro de un entronizado debate entre historiadores, políticos, prelados, entidades comerciales y ciudadanos en general que no dudaron en mostrar su postura con respecto al hipotético cambio.

Un poco de historia
La Plaza Vieja fue Nueva hasta que la Plaza del Santo Cristo del Buen Viaje, adyacente a la Iglesia de igual nombre, robó su adjetivo al ser erigida en 1640. Desde entonces quedó en algunos planos como Plaza Nueva del Cristo, perdiendo con el tiempo los detalles y sintetizando su nombre en Plaza del Cristo.
Allí radicó uno de los mercados coloniales más pintorescos de intramuros, aquel bullicio organizado desde 1814 sin ningún sostén gubernamental alcanzaba picos extremos de decibelios cuando en semana santa los feligreses acompañaban el recorrido del vía crucis que terminaba en la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje, donde había estado antiguamente la ermita de Nuestra Señora del Buen Viaje primero (mediados del siglo XVI) y la del Humilladero (levantada primeramente donde se erigió con posterioridad la iglesia y el hospital de Paula).
En 1836 el Capitán General Tacón mandó a dar forma a aquel desorden y se erigió un conjunto de casillas de mampostería bajo el nombre de Mercado del Cristo. Aunque según Federico Villoch también recibió entre los habaneros el nombre de Mercado de las Lavanderas «por ser allí donde se reunían las negras viejas que entonces, en su inmensa mayoría, se dedicaban al oficio, y casi todas, si no todas, hablaban el lenguaje africano llamado de nación«.

Todo aquello quedó arrasado por un incendio que algunos establecen en 1860 y otros en 1862, pero que puede deberse a que en esta segunda fecha se terminaron de retirar los restos de las antiguas casillas. Jacobo de la Pezuela nos retrata este lugar en ese mismo año de la siguiente manera:
En el centro de la Plaza del Santo Cristo está el edificio de la iglesia parroquial del Santo Cristo del Buen Viaje, que le da su nombre, y una línea paralela de mezquinas y defectuosas casillas donde estaba el mercado que recientemente devoró un incendio… Los pisos bajos de la mayor parte de los cuatro frentes, están ocupados por tiendas de mercaderes y bodegas, ofreciendo esta localidad un aspecto que su-ordinario desaseo no hace muy grato…
Jacobo de la Pezuela. Tomo III del Diccionario de la Isla de Cuba
Unos años después (alrededor de 1865) en honor al gobernador civil de La Habana José María Michelena se nombró al pequeño parque situado al costado de la iglesia con su apellido, quedando solo vigente este nombramiento al corredor del mismo.

En palabras del Dr. Emilio Roig de Leuchsenring «el nombre de Michelena no ha perdurado, pues nunca llegó a popularizarse como sucede con todos los nuevos que se aplican a lugares antiguos que el pueblo se ha acostumbrado, a través de los siglos, a denominar de un cierto modo«.
De Plaza del Santo Cristo a Plaza de España
En febrero del año 1936, debido a la propuesta del cambio y restitución del nombre original de las calles de La Habana redactado por el Dr. Roig, Historiador de la Ciudad, se generó el debate que a continuación detallamos.
La Avenida de España del Vedado perdió su nombre por el de Avenida 17, generando una reacción sentida de la gran masa de españoles radicados en Cuba de la cual fue vocero el Diario de la Marina.
La mayoría de estos inmigrantes españoles habían llegado a la isla en los años siguientes a la independencia cubana favorecidos por algunas de las políticas del primer gobierno de Estrada Palma, tendiente a recibir emigrantes y no guardaban ninguna animadversión hacia la República de Cuba.

Su reivindicación venía por razones nostálgicas y afectivas. La colonia española era vastísima y contaba con diversos Centros y Clubes sociales como los conocidos Centro Gallego, Centro Asturiano, Casino Español y demás que reivindicaban la condición de españoles y cubanos de sus asociados. Buscaban que se dotase una zona de la ciudad con el nombre de «la madre patria de todos los cubanos«.
Es entonces cuando el alcalde saliente de La Habana, Guillermo Belt, propone cambiar el nombre de algún lugar de carácter histórico que reponga dicho error y se realiza un proyecto de ley.
El primer sitio nombrado con el nombre de Plaza de España fue la Plaza de la Catedral (Decreto Ley 568-7 de febrero de 1936) en un error grosero pues este símbolo del barroco colonial tenía demasiado arraigo social. La repulsa fue general, obligando casi seguido al Decreto Ley 574 (12 de febrero de 1936) mediante el cual se subsanó el anterior entuerto sancionando el cambio de nombre de la antiquísima Plaza del Santo Cristo como Plaza de España.

A fin de cuentas según las crónicas del siglo XVIII esta iglesia, con sus dos torres y merced del afán de varios funcionarios eclesiásticos, estuvo a punto de convertirse en Catedral mediante una grandísima renovación. Aquellos fondos, debido a la epidemia de cólera, el Obispo de Espada los convirtió en el cementerio que llevó su nombre (más aquí) y que tuvo definitivamente mayor utilidad para La Habana.
Propuestas
Una vez nombrado legalmente Plaza de España (a la antigua Plaza del Santo Cristo) por parte del presidente provisional de la República de Cuba, José Agripino Barnet, nacido en Cataluña en 1886 de padres cubanos, los esfuerzos se centraron en renovar y embellecer la plaza.
Entre las ideas surgidas estuvo el traslado de la estatua de Miguel de Cervantes del parque de San Juan de Dios, mientras otros sectores apostaban por erigir una de Isabel I de Castilla, conocida como la Católica a la cual apodaban como madrina de América.
El gran impulsor de esta idea era el periodista español Jorge Fernández de Castro González quien desde su sección De día en Día (Diario de la Marina) dio amplia cobertura a estas propuestas bajo la firma de Tartarín de Tarascón.
En cambio otras figuras públicas como el Dr. José Ignacio Rivero señalaban que bastaba con que a la calle Paseo se le nombrase Paseo de España para resarcir el daño realizado.
Un nombre sin trascendencia
Finalmente aquello quedó en agua de borraja y el 29 de julio de 1948 se develó en la Plaza del Santo Cristo el busto de Plácido, el poeta mulato, impulsado por iniciativa del Club Atenas cuyo presidente era el señor Jorge Santana Fernández.

La obra fue realizada por el escultor Teodoro Ramos Blanco y en el acto tras la interpretación del himno Nacional por parte de la Banda de Música Municipal dirigida por el maestro Roig hicieron uso de la palabra el Gobernador de la Habana Antonio Pérez Olivera y el Dr. Miguel Ángel Céspedes.
En 1949 comenzaron a realizarse proyectos de ampliación de las calles para favorecer el tráfico automovilístico en la Habana Vieja, dentro del proyecto de creación de parqueos soterrados elaborado por Honorato Colette la Plaza del Santo Cristo (el término legal de Plaza de España desapareció sin arraigar en la población habanera) entró entre los lugares señalados junto al parque de San Juan de Dios, el Parque Central y la Plaza Vieja. Tras grandes debates solo se construyó el consabido parqueo de la Plaza Vieja que destruyó al Parque Juan Bruno Zayas que allí se había levantado a comienzos de la época republicana.
En 1975 se iniciaron una serie de reformas en la Plaza del Santo Cristo que sacaron el tránsito del corredor de Michelena, con los daños que eso provocaba a la iglesia, y convirtió en un gran parque peatonal a la zona que rodea a la Iglesia del Cristo del Buen Viaje.
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