La monumental visión del Capitolio habanero sería distinta sino fuese por la demolición del parque de Isabel I «la Católica», que se extendía desde la calle Dragones (antigua Real de Güines) hasta mediados de la cuadra del teatro Tacón, posteriormente empezaría frente al teatro Payret, esquina a la calle San José.

Los orígenes de este parquecito se remontan a las obras que dieron origen al paseo de Extramuros, posterior Alameda de Isabel II. En algunos documentos antiguos también se le conoce simplemente como «el Paseo» y a pesar de que su nombre oficial es Paseo de Martí, en la actualidad es extraño que se le llame de otra forma que no sea el Prado habanero.

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De derecha a izquierda: en rojo el tramo del actual Paseo del Prado, en verde el parque Isabel II en una de las propuestas primigenias del futuro Parque Central, en rosado el tramo del parque de Isabel I «la Católica» entre las calles San José y Dragones; y en amarillo el parque de la India o Noble Habana. En azul claro un corte transversal del paseo. Obsérvese en el extremo derecho el proyectado parquecito de La Punta que todavía no había sido definido. El plano data de 1863.

Volviendo al parque de Isabel I su verdadero esplendor estaba precisamente hacia la esquina del Payret y el hotel Pasaje. En esta zona se encontraban gran parte de los fletes que cubrían la ruta hacia los muelles y que eran atraídos por la afluencia de clientes extranjeros al hotel Pasaje y, posteriormente en la misma acera, al hotel Brooklyn.

Justo en esta entrada de la esquina de San José estaba uno de los quioscos típicos de frutas, refrescos y meriendas que dieron gran colorido a las calles habaneras desde la época colonial. Existen múltiples postales que detallan el costumbrismo que encerraban estos pequeños reductos del comercio donde se detenían los habaneros a refrescar del calor cubano.

Por ser considerados pésimos para la sanidad y el ornato fueron suprimidos durante el gobierno de Machado, dejando a la ciudad huérfana de aquellos «castillitos comerciales», sin embargo la venta ambulante no desapareció.

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Imagen de 1895, el puesto de un vendedor de frutas en la acera oeste del parque de Isabel I «la Católica». Al fondo a la derecha el teatro Tacón.

Por la acera oeste del parque de Isabel I «la Católica» estaba uno de los edificios principales del Depósito y Estación de Villanueva (ver imagen anterior) cuyo gran armatoste en la esquina de San José afeaba la entrada del paseo.

La demolición de las dependencias ferrocarrileras para levantar allí el edificio, que con los años y varias modificaciones, sería el Capitolio dio paso durante el gobierno de Alfredo Zayas a la construcción del Luna Park, un parquecito de atracciones que una vez reiniciadas las obras del palacio del Congreso fue trasladado para el tramo entre el parque de La India y la calle de Teniente Rey.

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El parque de Isabel I a comienzos del siglo XX

Esta zona fue transformada radicalmente por el secretario de Obras Públicas del gobierno de Machado, Dr. Carlos Miguel de Céspedes. El Dinámico no solo modificó el parque de Colón para dar paso al parque de la Fraternidad, sino que demolió el parque de Isabel I para ampliar la calzada y crear en esa zona un parqueo al aire libre entre finales del año 1928 y el primer semestre de 1929 (ver foto que encabeza el artículo).

El parque de Isabel I y su ilustre huésped

Al igual que el paseo del Prado, el gobierno militar de ocupación (1899-1902) renovó el parque de Isabel I para modernizarlo con un jardín central y tandas de bancos a los lados. En el centro del mismo estaban los postes que llevaban la luz eléctrica.

Entre estos canteros también se ubicaban varios elementos ornamentales como fuentes, estatuas de estilo griego y el famoso busto de Gonzalo de Quesada que fue trasladado posteriormente al Vedado, a un parque que dio nombre oficial y que todos los habaneros conocen como «de Villalón».

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Vista del comienzo del parque desde el hotel Inglaterra. En azul los kioskos cuadrados característicos del parque vistos desde el ángulo señalado por la flecha roja. En amarillo uno de los kioskos del parque Central.

Aunque hemos realizado una búsqueda exhaustiva no encontramos la Real Orden que dio bautizo a esta extensión del antiguo Paseo de Isabel II como parque de Isabel I «la Católica». Suponemos por las transformaciones y proyectos urbanísticos realizados entre 1863 -a raíz del comienzo de la demolición de las murallas- y 1879 cuando se puede dar por concluido el parque Central -o de Isabel II- con la forma y extensión que ha llegado a nuestros días.

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El parque alrededor de 1901 antes de ser renovado

El ambiente eminentemente monárquico de La Habana por aquellos años turbulentos de República y posterior restauración de la Monarquía en la península, puede haber contribuido al interés de los gobernantes habaneros en refrescar el impacto de los reyes de la corona de Castilla y Aragón en la ciudad. De ahí que se renombrase a este tramo de la antigua Alameda de Extramuros con el nombre de la reina Isabel I.

El notable Federico Villoch nos cuenta que en el parque de Isabel I existieron dos estatuas de cierta celebridad. Una de ellas tenía un ángel con un pájaro sujeto con una de sus manos que por el pico soltaba agua, sin embargo a pesar de su curiosa escena la más conocida era la copia, en menor proporción, de la Venus de Calipigia de Nápoles.

Basta con observar la versión de la estatua elegida para entender el por qué de la fama y expectativa que generó entre cientos de solitarios habaneros ese tramo del parque de Isabel I. Le ahorro la búsqueda a los lectores, a la Venus se le veían las nalgas, indefensas a las miradas procaces de los transeúntes del parque.