Don Mariano Martí nació en Campanar Valencia, una fría mañana del 31 de octubre de 1815. Fue Mariano de Todos los Santos Martí y Navarro el tercer hijo de dos jóvenes de 28 años de edad: Vicente Martí Guillot y Manuela Navarro Beltrán, humildes trabajadores de las barracas valencianas.
De su padre aprendió el oficio de hilador, sastre y tejedor, una actitud derecha ante la vida y la irrenunciable certeza que la familia era lo más importante para un hombre.
En Valencia recibió la instrucción educativa básica, lo cual es significativo si tenemos en cuenta que la mayoría de las fuentes coinciden en que -al parecer- dos de sus hermanos eran analfabetos.
El 9 de diciembre de 1844 se registra su entrada -por un plazo mínimo de ocho años- a la Artillería Real, lo cual es posible gracias al nivel medio de instrucción que tenía pues el acceso a la institución dependía de aprobar una serie de exámenes que incluían gramática, aritmética, historia, conocimientos eclesiásticos etc. Su unión al ejército decidiría su vida.
Por cuestiones de designación llega a La Habana por primera vez -según consta en el folio 2 de su expediente de servicios- el 25 de abril de 1845 -no el 12 de junio de 1850 como se consigna en algunas fuentes-, desde el 24 de diciembre de 1842 su futura -y aun desconocida- esposa se encontraba radicada ya en La Habana.
Al embarcar en el puerto de Barcelona llevaba en los bolsillos una carta de su primo hermano Juan Martín Navarro que le aseguraba que La Habana era una ciudad de oportunidades, y el lugar para que los jóvenes trabajadores hicieran fortuna. Seguramente pensaba en ello cuando firma su juramento oficial en mayo de 1845.
Mariano Martí conoce a la bella Leonor
Pero La Habana no le traería la fortuna económica a Don Mariano, demasiado honesto para sacar provecho de su posición en el ejército, pero si la dicha familiar, aquí conocería a la bella Leonor, un día sin precisar del verano de 1851.
Queda para los escritores de novelas de amor precisar cómo se conocieron realmente, si en la versión tradicional que apunta a un encuentro casual en un baile en los salones del Café Escauriza, o a través del primo Juan Martín Navarro que estaba casado con una hermana de Leonor, o mediante el propio padre de la joven que estaba también designado en la brigada de artillería, o todas a la vez.
El día 15 de enero de 1852 Don Mariano Martí presenta ante las instancias militares los documentos para la aprobación de su matrimonio con Doña Leonor Pérez Cabrera, requisito indispensable para obtener el adelanto de un año de haberes y poder pagar la dote de la novia la cual, al parecer, fue fijada en la muy significativa cifra de 500 pesos.
Vencidos por ambas partes los requisitos legales finalmente contraen matrimonio el 7 de febrero de 1852, en la Iglesia de Nuestra Señora de Monserrate, en ceremonia oficiada por el presbítero Don Francisco de Pavea y Gispert. El festejo se realizó en la casa de los padres de la esposa en la calle Colón.
Los jóvenes se instalan junto a la pareja de Rita Pérez Cabrera y Juan Martín Navarro en una casita de dos pisos de la calle Paula # 41, en el piso de arriba, la misma donde unos meses después nacería el primogénito de la familia, según atestiguó la propia Leonor a una comisión de la academia de historia a inicios del siglo XX.
Entre los años 1853 y 1855 es reconocido por méritos militares, ascendido y premiado por su labor en defensa de los intereses de la patria. Sin embargo, Don Mariano Martí es un hombre de salud delicada y el 18 de junio de 1856 abandona el servicio activo.
Entre tanto la familia ha seguido -y seguirá hasta 1865- aumentando, comienza un período para el matrimonio Martí-Pérez marcado por continuas mudanzas y duros golpes filiales por la pérdida de dos hijas -particularmente Doña Leonor tuvo que sufrir el más duro castigo que una madre puede recibir, pues vio morir a todos sus hijos excepto Rita Amelia.
Hasta ahora este escribidor había asumido los cambios de domicilio como un signo de problemas económicos, pero en el libro “Leonor y Mariano, padres de Martí” su autora Olivia América Cano Castro plantea que durante un periodo Don Mariano se dedicó al comercio de la compra venta de casas, y fue propietario de una barbería y una cafetería, esta última llamada “La Fuente de la Salud” y ubicada en la calle Muralla. ¿Podrían obedecer los cambios de domicilio a ello?
En 1857 Leonor recibe una parte de la herencia de sus padres y ante los achaques de Don Mariano Martí deciden partir hacia España buscando un mejoramiento en la salud del cabeza de familia. Para ello el día 3 de mayo renuncia Don Mariano a su cargo de celador y embarcan en un larguísimo viaje de 75 días rumbo a la península. Con ellos van Pepe, La Chata y Ana. María del Carmen “La Valenciana” viaja en el vientre materno y nacería en la península.
La situación no fue la esperada, el matrimonio no logra salir adelante, y tras un paso por Tenerife, tierra de la canaria Leonor, regresan a La Habana, en algún momento alrededor del mes de junio de 1859, donde Don Mariano retoma su antiguo trabajo de celador, esta vez en el barrio de Santa Clara, donde quedará cesante en 1860, por un incidente provocado por su sentido de la honradez y la igualdad.
El 13 de abril de 1862 padre y primogénito se encuentran en el Partido Judicial del Hanábana, a donde Don Mariano a llegado a ocupar el muy incomodo cargo de “juez pedáneo”, o sea juzgar e impartir la ley al pie de los hechos y sin tribunal auxiliador. Le acompaña el niño José, que con las vivencias que tendrá en esa aventura por la Ciénaga comenzará a convertirse en Martí.
Fue esta una designación difícil, la zona cenaguera era un lugar predilecto por los tratantes de esclavos, negocio de contrabando que además de ser ilegal contaba en esos momentos con la tenaz persecución de Inglaterra, la cual presionaba fuertemente al gobierno español. Con el objetivo de investigar y parar el asunto -que la mar de veces involucraba a la casi totalidad de los moradores- llega el honesto ex artillero a su nuevo designio. (En el libro antes citado hay una extensa investigación que recomendamos)
En efecto el nuevo destino duró hasta la llegada de un cargamento de bozales, la negativa de Don Mariano ante las presiones del gobierno para que hiciera la vista a un lado dictó su separación del cargo y el regreso a La Habana, nuevamente cesante.
A inicios de 1863 emprenden de nuevo padre e hijo un viaje, esta vez el destino es Honduras, pero ha llegado muy poca información de ese periodo, solo consignar que fue una estancia breve.
Luego los destinos de Don Mariano son de escasa duración, el incidente de 1860 cuando era celador le sigue persiguiendo.
A partir de 1869 todo se precipitará, las actividades conspirativas del hijo son cada vez más evidentes.
Luego del arresto de su primogénito Don Mariano Martí quemará las naves por la familia, su hijo era primero, así logra el cambio de condena y el destierro hacia Isla de Pinos, a donde iría a verle.
Luego de esto los destinos de la familia penden de un hilo, pues los trabajos del padre ahora son pocos y breves, pero el primogénito se ha salvado y Don Mariano no se queja.
En 1874 la llegada de José Martí a México hace que la familia haga nuevamente las maletas y embarquen a reunirse con Pepe, el dinero a duras penas les alcanza para el pasaje, pero su hijo es hombre de amistades fuertes como puentes y uno de ellos, Manuel Mercado, le tiende la mano a Don Mariano.
Los cobija en su casa y le consigue un contrato de suministros al ejército mexicano, con lo cual la familia va saliendo adelante, y pronto incluso logra Don Mariano que tengan casa propia.
Ya muy enfermo hacia 1883 pasara un tiempo al cuidado de su hijo José Julián en New York, pero el frío del norte se le mete en los huesos y le llena de tristeza.
Regresa a La Habana a fines de 1884, y en esta ciudad muere el 2 de febrero de 1887.
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