El Centro Escolar Flor Martiana, situado en la intersección de la Avenida 31 con la calle 100, en el llamado Centro Cívico de Marianao, era una escuela pública en las que se cursaba desde el Kindergarten hasta el 8vo grado.

Al igual que los edificios circundantes (la Escuela del Hogar, la Escuela Normal de Kindergarten y el Asilo Conchita Gómez), el Centro Escolar Flor Martiana abrió sus puertas el 4 de septiembre de 1944, en homenaje a la revolución de los sargentos que, en esa misma fecha pero de 1933, había convertido al sargento taquígrafo Fulgencio Batista en el hombre fuerte del país.

Para rendir tributo al Septembrismo, Batista, que ya terminaba su mandato constitucional, hizo erigir el Obelisco y construir la Plaza 4 de Septiembre a las puertas de la fortaleza de Columbia.

La obra le fue encomendada al arquitecto José Pérez Benitoa, uno de sus más hombres de mayor confianza y quien durante los dos mandatos del general Batista gozó de numerosas contratas de obras públicas.

Pérez Benitoa se decantó por un déco monumental, en el que todos los edificios del conjunto poseen grandes pórticos y altas columnas coronadas por un frontis con el nombre de cada institución en letras mayúsculas.

Centro Escolar Flor Martiana
Centro Escolar Flor Martiana poco antes de su inauguración

Centro Escolar Flor Martiana, homenaje al Apóstol de la independencia de Cuba

El Centro Escolar Flor Martiana se situaba en el sector noroeste de la Plaza 4 de Septiembre y las paredes de su fachada se encontraban decoradas con bajorrelieves en los que se podían apreciar escenas de la vida del Apóstol de la independencia de Cuba, José Martí.

A diferencia de las edificaciones vecinas que fueron levantadas desde cero, para el Centro Escolar Flor Martiana se aprovechó una edificación existente que ya era utilizada como escuela en el Campamento de Columbia, la cual fue completamente reformada para adaptarla al nuevo estilo de la Plaza 4 de Septiembre.

Contaba el Centro Escolar Flor Martiana con una matrícula de 640 alumnos, distribuidos desde el Kindergarten hasta el octavo grado; los cuales disfrutaban de salón de actos, sala de juegos, museo y un gabinete dental anexo a la escuela.

Frente a la entrada principal de la escuela se construyó, en mármol verde y bronce, una pequeña fragua en las que, en fechas Martianas significativas se hacía arder una llama y ante la que desfilaban respetuosamente los estudiantes para depositar rosas blancas ante el busto del Apóstol que se colocó en el lugar.

Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 el edificio mantuvo su misma función social hasta que se decidió convertirlo en sede de la histórica Academia de Artes de San Alejandro.