El antiguo y enorme cine Alkázar (o lo que de él queda) se encuentra situado en el número 302 de la calle Consulado, esquina Virtudes y perteneció, a partir de la década del 40 del siglo XX, al llamado Circuito Smith, de Ernesto P. Smith, que estaba conformado entre otros por los cines Riviera, Encanto, Fausto, Alkázar, Favorito, Florencia, Universal, Strand y Arenal.

De estilo Art Déco, como la mayoría de las salas cinematográficas de La Habana que se construyeron en la década del 30, el cine Alkázar (que comenzó como teatro y heredó su nombre de su elegante homólogo madrileño) abrió sus puertas en la misma esquina en la que, en 1935, se había derrumbado, de forma tan repentina, como estrepitosa el célebre Teatro Alhambra.

Del cine Alkázar al Gran Teatro Musical de La Habana

Con un edificio moderno y elegante, en el que se combinaban armónicamente las funciones residencial y comercial, el cine Alkázar funcionó de forma alternativa como teatro y como cine (sobre todo como cine, pues siempre fue un negocio mucho más rentable) hasta poco después del triunfo de la Revolución Cubana de 1959 en que fue cerrado por reformas y reinaugurado tres años después con el nombre de Gran Teatro Musical de La Habana.

Para fines de la década de los años treinta era administrado por Manuel Alonso García, quien según Arturo Agramonte y Luciano Castillo en Cronología del Cine Cubano:

… alcanzó gran popularidad por las originales campañas publicitarias de los estrenos para rivalizar con los competidores (que en febrero de 1937 llegó a incluir hasta una noche de carnaval y «La Fiesta de los Cartones», con un programa de diecisiete dibujos animados para disfrute de los niños). Esto le permitió vislumbrar el negocio de la publicidad cinematográfica, prácticamente en pañales.

Como parte del Circuito Smith el cine Alkázar acogió importantes presentaciones, como por ejemplo el Noticiario Nacional o las presentaciones en La Habana en 1941 del actor y cantante mexicano Tito Guízar. Con anterioridad, en octubre de 1937, gracias al empleo de la propaganda cinematográfica -ubicada en grandes carteles a la entrada del cine-, el Alkázar revolucionó La Habana, al exhibir durante más de una semana enormes colas para presenciar el filme No pasarán. Bohemia calculaba que el primer día al menos seis mil personas acudieron a la presentación.

Las reformas a las que fue sometido el cine Alkázar provocaron importantes cambios en su planta y en su aforo, que se redujo de 1 700 butacas a menos de mil (846 en la sala principal del teatro y 66 en el pequeño e íntimo Salón Alhambra, que se destinó para las presentaciones de cámara).

Sede de la Compañía Teatro Musical de La Habana, el cine Alkázar funcionó de forma más o menos ininterrumpida como teatro hasta su cierre definitivo en la década de 1990 por «problemas técnicos».

Tres décadas cerrado han acelerado el deterioro del inmueble, afeado aún más por el abandono del entorno y la falta de higiene que le rodea; lo que hace temer que nunca más se puedan escuchar los aplausos en la esquina de Consulado y Virtudes, templo sagrado del teatro en Cuba.