El restaurante Monseñor, también llamado Monsiegneur en francés, se encuentra ubicado en un sótano en la esquina de 21 y O en el Vedado, muy cerca de los hoteles Nacional y Capri fue considerado, por mucho tiempo, uno de los principales referentes gastronómicos de La Habana por su elegancia, servicio e historia.

De estilo francés, el restaurante Monseñor Se inauguró el 13 de diciembre de 1957 para la más selecta clientela. Su primer propietario fue Efrén de Jesús Pertierra Liñero – aunque el inmueble en el que se encontraba pertenecía a un ruso blanco – Pertierra tenía, además, intereses también en otros centros turísticos como el Cabaret Montmartre y el Frontón Jai Alai.

A la inauguración del Monsiegneur asistieron, entre otros personajes de las noches habaneras, Meyer Lansky y George Raft, quienes operaban el cercano casino del Hotel Capri.

Efrén, quien operaba el Monseñor bajo la razón social de «Restaurante, Bar, Café Monsiegneur SA» era hijo del rico almacenista de tabaco, comerciante y hacendado Indalecio Pertierra; y sus hermanos eran los socios propietarios del Almendares, el más popular de los clubes de Liga de Béisbol Profesional de Cuba.

Del Restaurante Monseñor al Chez Bola

El Monsiegneur habanero tomó como ejemplo a un restaurante parasino de igual nombre que alcanzara gran celebridad en la década del 30′. Sus promotores se propusieron recrear el glamour y el ambiente bohemio de la capital francesa, con música en vivo y ambiente íntimo, pero acompañados de la cocina más selecta y el servicio más exquisito.

Restaurante Monseñor

La cercanía del Hotel Nacional, en el que se alojaban, desde los más altos dignatarios extranjeros que visitaban la Isla, hasta las estrellas de Hollywood y los mafiosos ítalo norteamericanos que regentaban los casinos de la capital cubana, favoreció al restaurante Monseñor, que a muy poco de su apertura ya era el preferido de las clases más adineradas.

Tan bien le fue al restaurante Monseñor, que el francés dueño del original Monsiegneur de París, durante una visita a La Habana, debió confesar asombrado que el local de 21 y O tenía más glamour que el suyo.

Para ambientar las veladas de tan exigente clientela, Pertierra contrató a los mejores músicos y cantantes de la época: Por el restaurante Monseñor pasaron, Elena Burke, Sarita Montiel, Bola de Nieve y «La Unica» Rita Montaner.

Tras el triunfo de la Revolución Cubana el restaurante Monseñor fue nacionalizado por el Gobierno de la Isla.

Estuvo varios años cerrado, hasta que, en 1965 reabrió sus puertas como «Monsiegneur Chez Bola», un indicativo inequívoco de que el célebre pianista sería desde entonces su principal anfitrión y el dueño de sus noches musicales.

Bola reformó todo el local a su gusto (cuentan que mandó hasta a colocar alfombras para que no se sintieran las pisadas de los comensales) y cuidó cada detalle para que, dentro de lo posible y en un momento de muchas privaciones en la Isla, el restaurante Monseñor se asemejara lo más posible al que había abierto sus puertas en 1957.

«Estoy en mi casa tengo el derecho a limpiarla, a restaurarla, a remozarla…»

Expresaría el Bola en una entrevista concedida poco antes del 25 de agosto, fecha de de la reapertura. Luego, cada una de las noches cantaría, a veces acompañado de Teresita Fernández, la mayoría de las veces solo. Eso sí, cuando el cantaba se tenía que parar todo el servicio, porque el espacio era suyo y el sabía como emplearlo.

Decadencia y resurrección

Por muchos años después de la muerte del Bola en 1971, al restaurante Monseñor Se le siguió considerando uno de los mejores, sino el mejor de La Habana; aún cuando la calidad del servicio y la carta había descendido notablemente en comparación con sus mejores tiempos.

A esto favorecía la falta de competencia dentro de la gastronomía cubana, dirigida centralmente y sobre la base de «asignaciones», una ventaja que desapareció con la aparición de nuevos actores económicos más eficientes y competitivos dentro del sector.

Entonces la fama bien ganada no le resultó suficiente al restaurante Monseñor, que comenzó a sufrir en comparación calidad – precio con otros restaurantes de la ciudad; que si bien eran menos lujosos, ofrecían un mayor incentivo a los clientes.

Tras varios experimentos de poco éxito, que fallaron en devolver al restaurante Monseñor la preferencia de los clientes, en junio de 2021, el local que hoy pertenece a la Empresa Restaurantes de La Habana pasó a un nuevo modelo de gestión que busca dotar a la administración de una mayor autonomía que les permita competir con el sector privado.