Los Alacranes del Club Almendares, el original equipo azul de la capital, era uno de los cuatro equipos de la antigua Liga Profesional de Béisbol de Cuba.
Surgidos en el lejano 1878, fue el segundo equipo en activo más antiguo, después del Habana, y además el segundo más ganador, también detrás de aquellos.
Según coinciden las fuentes, el Club Almendares surgió por iniciativa de Carlos y Teodoro Zaido, quienes además fungían como jugadores, en un equipo donde además se encontraban: Leonardo Ovies, Alfredo Lacazette, Antonio (El Vizcaíno) Alzola, Zacarías Barrios, Alejandro Reed,
Adolfo Nuño, Fernando Zayas, Joaquín Franke, Eduardo Delgado, entre otros pioneros del equipo azul.
Su sede original estaba ubicada por la zona del actual Tulipán, en la cuadra que hoy forman las calles Lugareño, Luaces, Almendares y Bruzón. Tal vez haya sido por su color, o sus primeros propietarios -entre los cuales estuvo el acaudalado Juan Pedro Baró-, o simplemente por mística inexplicable, pero desde su surgimiento los Alacranes del Club Almendares fueron el equipo de la clase aristocrática de La Habana.
Pero eso no les valió para ganar, en sus inicios los azules no lograban el campeonato – bueno en realidad en sus inicios no lograban mucho-, a pesar de conseguir récords inéditos en la Isla como: la primera protesta, o el primer «cero hit, cero carreras» logrado por Carlos Maciá, el 13 de febrero de 1887. Uno podría pensar en que algo de esa mística le contagiaron luego a los Industriales.
El primer campeonato llegó en la temporada 1893-94, dirigidos por Ramón Gutiérrez, y por mucho tiempo se discutió hasta que punto el éxito se debía a la labor del director, o a la concienzuda labor de reorganización que desde 1889 desarrolló Óscar Conill.
Aquel Club Almendares que, por primera vez en quince años, se alzaba con el campeonato de Cuba, estaba formado por una generación de peloteros que, en 1895, se lanzaría en gran número a los campos independentista. Entre ellos se encontraban: Rafael Hernández, Eugenio de Rosas, Alfredo Hernández, José Manuel Pastoriza, Antonio María García, Francisco Delabat, Esteban Prats, Evaristo Cacharro, Manuel López y Manuel Martínez.
El Club Almendares entra en el siglo XX
En el siglo XX la historia del club seguiría siendo bastante parecida a lo que ya había sido, al menos hasta la década del 40 cuando se inicia su preponderancia. En la nueva centuria el primer campeonato es obtenido en 1905, quedando con balance de 19 y 11, por delante del Habana y del Fé.
Durante estos años, destaca el nombre de Abel Linares, quien los dirigió en la conquista del campeonato de 1905, siendo además el propietario del equipo. Curiosamente también era el dueño del gran rival de los Alacranes, el equipo Habana.
Otros directores destacados en los primeros años de la centuria fueron: Eugenio Santa Cruz, Juan L. Sánchez y Alfredo Cabrera.
Pero de estos años, el nombre más destacado, sin lugar a dudas -y pese a la presencia de hombres como Cristóbal Torriente-, es el de Adolfo Luque, quien brillará como jugador excepcional -pitcher excelente, bateador fenomenal- y como director exitoso, en una época en la que aún se podía tener doble función.
El Havana Perfecto sería uno de los jugadores iconos de los Alacranes, casi seguro su primera superestrella, con ellos ganó más de 100 juegos como pitcher, y varios campeonatos entre las funciones de jugador, director, o entrenador.
La Junta del Vedado Tenis Club o el despegue del club Almendares
En 1944 el club pasa a ser dirigido por una junta -que probablemente lo haya comprado a la viuda de Abel Linares o a alguno de sus herederos-, de señores de la aristocracia habanera, cuyo presidente fue Mario Mendoza Freyre de Andrade, siendo el Doctor Julio Sanguily su tesorero, y el Doctor Juan Pórtela como secretario. Formaban además la junta los vocales: José Gómez Mena, Generoso Castro, Luis Aizcorbe, Indalecio Pertierra, Raúl Perera, Julio Pertierra, Eugenio Sardiñas, Martín Menocal y Monchy de Arcos.
Con dicha junta el club Almendares iniciaría la preponderancia en el país, e incluso fuera, al ganar invictos la primera Serie del Caribe. En sus filas, a partir de entonces, podemos encontrar a verdaderas estrellas, continuadores algunos de la leyenda de Adolfo Luque.
Entre esos grandes jugadores descollan tres: Conrado Marrero, Fermín Guerra y Roberto Ortiz. Conrado Marrero, el Guajiro de Laberinto, fue un grande del box, usual líder en importantes departamentos como victorias, ponches y lechadas. Por su parte Ortiz fue un jonronero temible, del que se decía que tenía tanta fuerza como Torriente o el mismísimo Babe Ruth.
Fermín «El Isleño» Guerra fue otra cosa, gran receptor, tremendo bateador, y excelente director-jugador. Tuvo además el raro mérito de ser, hasta donde sabemos, el único manager en dirigir a los dos equipos azules de la capital, pues al frente de los Industriales quedo segundo en la temporada 66-67.
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