Resumir la inquieta figura de José Pepe Jerez Varona a simplemente el mediático Jefe de la Policía Secreta de La Habana es un reduccionismo total de lo que un ser humano puede llegar a ser a lo largo de su vida. Precisamente los méritos de su vida radican en emociones intangibles para los cronistas de estos tiempos y que escapan incluso al pulcro mármol donde se graban las fechas de los que ya no están.

Pepito o Pepe Jerez Varona tiene el mérito de haber dado nombre a un parquecito de la ciudad sin que hubiese ninguna oficialidad de las autoridades. Sólo con su presencia convidaba a sus amistades al recodo de Monserrate y San Juan de Dios donde residió con una de sus hermanas durante años.

Tuvo muchos y poderosos amigos el hijo del Camagüey nacido a comienzos de la sexta década del siglo XIX. Hijo de un coronel de ejército español que a su vez fue accionista del Teatro Principal de la tierra de Agramonte. La familia se asentó en La Habana y Pepe Jerez desde sus años de estudiante comenzó a forjar sólidos lazos dentro la sociedad habanera de la época.

En esos años se enrola en el cuerpo de Bomberos Municipales, particularmente dentro de la brigada conocida como los Camisetas Rojas (llegando a ser el jefe de estos en la ciudad). Estos entusiastas y reconocibles bomberos reunían a los hijos de algunas de las figuras más poderosas económicamente de la ciudad. Dentro del bando de los Bomberos del Comercio -o Camisetas Negras- existía una contraparte que dirigía el futuro bibliotecólogo Domingo Figarola Caneda.

pepe-jerez-varona-con-la-camiseta-roja-de-los-bomberos
Pepe Jerez Varona con el uniforme de bombero

Entre ambos cuerpos existía una casi insana rivalidad para ver qué cuerpo apagaba más fuegos anualmente, llegando incluso a contar con zonas que simpatizaban más con unos bomberos que con otros. El gobierno de ocupación militar estadounidense acabó con esta rivalidad uniendo en un solo cuerpo a ambas fuerzas.

Su hermano mayor, Juan, ejercía como ayudante de la Reina María Cristina al estallar la guerra independentista de 1895 y gracias a gestiones suyas salvaría la vida otro de los hermanos Jerez Varona, el teniente Coronel del Ejército Libertador, Ernesto Jerez Varona.

En la familia coexistían las tres corrientes políticas de mayor arraigo en aquella época. Juan era un integrista consumado al igual que el cabeza de familia; Pepe Jerez simpatizaba con el Partido Autonomista, donde tenía grandes amistades y del cual llegaría a presidir interinamente algunas asambleas. Aunque posteriormente formó parte de los fundadores del partido Unión Democrática dejando al más joven y más rebelde el lado mambí.

Ernesto Jerez Varona, quien a pesar de salvar la vida una vez mediante las conexiones familiares, no cejó en su empeño independentista y se unió a la contienda el 15 de junio de 1895. Al finalizar la misma formaba parte del Departamento Occidental (4to cuerpo) destinado en el regimiento de Infantería «Serafín Sánchez«. Posteriormente estuvo al frente de la Audiencia de Camagüey durante varios años.

Pepe Jerez Varona, un muchacho de la acera del Louvre

A finales de 1895 o comienzos de 1896 a Pepe Jerez, entonces capitán del ejército español, se le trasladó a Puerto Rico como parte de la escolta del general Sabas Marín. Allí permanecería, ajeno a la contienda, hasta el 3 de julio de 1898 cuando desembarca en Oriente y se pone a las órdenes del Lugarteniente del Ejército Libertador, el Mayor General Calixto García con los grados de teniente.

1913 parque jerez varona con la lampara y el politeama al fondo
El parque Jerez Varona, bautizado así en honor de Pepe Jerez Varona que vivió en la vivienda de doble altura, a la izquierda de la imagen. Obsérvese el famoso lamparón que estaba en la plazoleta de Monserrate (de Albear). Al fondo a la derecha se observa parte del antiguo teatro Politeama que estaba en la segunda plaza de la manzana de Gómez.

Así consta en su acta de licenciamiento pero algunos mambises lanzaron sobre él una nube de sospecha y lo sumaron al alto grado de hijos de familias pudientes que se unieron a las fuerzas del Ejército Libertador en los meses finales de la guerra, cuando apenas se combatía y el riesgo era bastante controlado. Poco podemos opinar sobre este tema que se generalizó durante aquel año de 1898 y al cual la historiografía cubana le ha quitado importancia pero que sin dudas ensombreció a algunas figuras.

Retomando a Pepe Jerez Varona, sus méritos en la ciudad antes de la guerra se unieron a los de su hermano en la manigua, razón por la cual se incorporó rápidamente como Inspector de los Ferrocarriles Unidos y de la Junta de Beneficencia, ocupando posteriormente el cargo de Jefe de la Policía Secreta de La Habana, en sustitución de Federico Bacallao.

En este cargo ostentó gran poder y reconocimiento desde su nombramiento por el general Leonard Wood en 1900. Al frente de la Secreta se encontraba todavía cuando se produjo la siguiente intervención militar estadounidense en 1906. Su labor al frente de la Secreta durante la Guerrita de Agosto le produjo enemigos entre los liberales, que una vez en el poder, le cesaron de su cargo.

Se dedicó entonces Pepe Jerez Varona a hacer campaña por los conservadores de Menocal y usando su posición en el Union Club consiguió reunir fondos para la campaña presidencial del «Mayoral del Chaparra», quien le devolvió su puesto al frente de la Secreta al ocupar el sillón presidencial.

Desgraciadamente para él se encontraba aquejado de una enfermedad degenerativa que terminaría con su vida el 11 de agosto de 1913. Su deceso casi a continuación del asesinato de Armando de la Riva, recibió gran repercusión en la prensa de la época, e incluso El Fígaro de Manuel Serafín Pichardo le dedicaría su portada y un especial.

Sus restos no descansan en el Panteón de la Secreta del Cementerio de Colón (actualmente ocupado por el MININT) sino que lo hacen en el de su familia. Aunque pueda parecer esto sin importancia, cabe señalar que ejercía un cargo de singular importancia al momento de su fallecimiento y por ello recibió un entierro militar con gran despliegue de las principales figuras de la política republicana y tres descargas por parte del pelotón de Artillería.

Entre las coronas que le llegaron destacaban las del Presidente de la República (ausente del sepelio por encontrarse en Oriente) y su esposa, la de sus amigos de la Acera del Louvre y la del cuerpo de Bomberos de La Habana. Rafael Montoro despidió el duelo como Secretario de Gobernación y como amigo personal de Pepe Jerez Varona; quien fue un hombre singular que sin proponérselo dejó su nombre a uno de los rincones más simpáticos de La Habana.