El general Armando de la Riva fue herido de muerte, a tiros, en el Paseo del Prado de la Habana, a plena luz del día. Los perpetradores: un General Gobernador -que según sus acólitos iba para presidente-, y dos  senadores.

El asunto es complicado de tratar, pues -como pasa con muchos sucesos de la historia republicana- ha sido contado desde los dos bandos en pugna, encontrándonos argumentos disímiles.

El hecho indiscutible

En la tarde del día 7 de julio de 1913, el general Armando de la Riva, jefe de la Policía Nacional, paseaba con sus dos hijos en coche por el Paseo del Prado, cuando se vio envuelto en una trifulca a tiros, como consecuencia de la cual fallecería dos días después en el Hospital de Emergencia.

Armando de la Riva
General Armando de la Riva

La causa aparente del suceso fue la orden de arresto del portero del «Club Ernesto Asbert», por parte del General Armando de la Riva, pese a que aquel tenía licencia para portar armas. Este hecho desencadenó el enfrentamiento a tiros, ocurrido en Prado entre Animas y Trocadero, pues de pura casualidad el arrestado Zulueta logró informarle a su jefe, el General y Gobernador Provincial Ernesto Asbert, justo cuando iba pasando en coche el General de la Riva.

Versiones de la muerte del General Armando de la Riva

Mientras paseaba en compañía de sus dos hijos por el Prado, el jefe de la policía divisó al portero del «Club Ernesto Asbert» en actitud francamente amenazante, pavoneándose en la puerta del establecimiento, con su enorme corpulencia, del revolver que portaba en la cintura. El general consideró tal actitud como una ofensa a la moral y a los clientes , y ordenó a un agente de la zona que procediera al arresto del señor Zulueta .

Ordenada la detención el General continuó el paseo con sus hijos, sin saber que mientras el portero era conducido detenido se cruzó con su jefe, el General Asbert -quien iba acompañado de los senadores Vidal Morales y Eugenio Arias-, y lo puso al corriente de la situación, haciendo incapie en que lo detenían sin causa alguna. El gobernador Asbert se molestó, pues consideró una afrenta a su posición el arresto sin motivos del portero de su club.

Mientras esto ocurría el coche del General Armando de la Riva había dado la vuelta en el Parque Central y se dirigía ahora hacia malecón, por lo que pasa por el lado del coche estacionado del General Asbert, que acababa de ser puesto al corriente de la situación, el policía detiene su auto a unos 8 metros del otro, frente al número 84 de la calle Prado, para explicarle la situación al General Gobernador, no llegó a hacerlo.

En cuanto se percatan de la llegada de Rivas los tres integrantes del otro auto van  a su encuentro, hasta aquí la situación. Ahora las versiones.

Primera versión

El policía baja de su coche y se dirige a hablar con el General Asbert, quien está algo alterado -pero sin llegar a la violencia-, aquel no entiende los motivos del policía, la discusión se prolonga e interviene el senador Arias, que comienza a ofender al General Armando de la Riva y le propina un golpe en el estomago, el policía se defiende con un puñetazo al pecho de su oponente, ambos sacan los revólveres y se generaliza la balacera.

Ernesto Asbert
Ernesto Asbert

Al ver la batalla, el Capitán de la policía Emilio Campiña acude a defender a su jefe, los disparos se detienen cuando se agotan las balas, el General de la Riva  tiene tres disparos en el cuerpo. El propio Campiña lo lleva a Urgencias, pero de la Riva entra por sus propios pies, y antes de ser atendido declara que cada uno de sus contedientes  le propinó un disparo, asignándole al General Asbert el impacto del estómago, que sería el que al final, y pese a los esfuerzos del Dr Souza, le provocaría la muerte.

Segunda versión

El General Armando de la Riva detiene su coche, e inmediatamente se acerca el Gobernador Asbert, comienzan a discutir, sin que el policía haya logrado bajar del carro donde viajan sus hijos, el General Asbert se violenta y le propina un golpe en el tórax al Jefe de la Policía, este trata de bajar, pero el senador Arias se le encima  propinandole otro puñetazo, el cual de la Riva contesta poniendo a su oponente fuera de combate por unos segundos, quien trastabillando saca su revolver, de la Riva abandona de un brinco la cercanía al auto donde están sus hijos, y entonces se generaliza la balacera. Lo demás ocurre igual, el Capitán Campiña llega en auxilio de su jefe quien recibe tres disparos.

Sin embargo la sentencia

Del lugar del atentado el Gobernador Asbert acudió a ver al Presidente Menocal, y los senadores a dar parte al Congreso. No obstante la gestiones políticas el gobernador Asbert y el senador Arias fueron encontrados culpables de atentado y homicidio, y condenados a prisión, sin embargo fueron amnistiados poco tiempo después. El senador Vidal Morales fue juzgado por atentado y disparo de arma de fuego, obteniendo una sentencia leve.

¿La verdad?

Pese a lo anterior, las verdaderas causas de lo sucedido no radican en el hecho de la violencia que se vivía en el país, por parte de una generación que había crecido en la guerra. Las causas, al final son de corte monetario, con un revestimiento político y discriminatorio.

El General Armando de la Riva se había propuesto, al ser nombrado Jefe de la Policía Nacional, acabar con el juego prohibido en La Habana, pero comenzando, según sus palabras: «…desde las altas esferas«.

En esta cruzada intervino clubes, arrestó senadores, y parecia que nadie podría detenerle, al menos legalmente, pues según se decía era apadrinado desde las más altas esferas del gobierno.

Lo primero que se hizo fue acusarlo de obtener suficientes méritos militares, lo cual aquel rebatió fácilmente mostrando partes donde el General Calixto García elogiaba su valor en el combate. Luego fue acusado de poco hombre, por no acudir a los arrestos que ordenaba -en realidad acudió a los primeros, pero fue disuadido por el secretario de gobernación a no continuar haciéndolo para evitar provocaciones- y finalmente dejaron entrever -usando, entre otras cosas, un desafortunado artículo medio humorístico que el propio de la Riva escribió describiéndose-, una latente homosexualidad.

¿El epílogo?

Muchas años después de olvidado el asunto, una investigación concluyó que el Gobernador Asbert no llegó a disparar, y tampoco el senador Arias, quienes -curiosamente- eran las dos figuras más notorias de los tres presentes en el altercado.