La Iglesia de la Merced es una de las joyas de la arquitectura colonial criolla. Si la Catedral de La Habana es considerada el momento de máximo apogeo de este estilo, la Iglesia de la Merced es el último elemento de valor dentro del período barroco colonial en Cuba.
Unos comienzos complicados
En la zona más antigua de la Habana colonial fray Gerónimo de Alfaro solicitó una licencia para montar una casa de huéspedes, una argucia que intentaba burlar las constantes negativas de los cabildos de la época para conceder licencias a iglesias y conventos nuevos. La miseria de la zona donde se encuentra la iglesia, en aquel momento, había impedido incluso la fundación del convento de monjas proyectado con antelación. Pero como a veces pueden más los deseos y la fe, en 1638 se inició la construcción de la falsa hospedería que funcionaría como lugar de culto hasta que en 1754 se le confiere la real licencia.
Así el 31 de enero de 1755 se inicia la construcción del Convento de Nuestra Señora de la Merced que pese a tener gran aceptación entre las masas no se vio exento de problemas constructivos. Finalmente en 1792 el prelado Santiago José Echevarría terminó de erigir la obra, que continuaría presentando problemas en su estructura y seguiría así hasta que en 1862 la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl tomó las medidas que posibilitaron la finalización del templo con todas las condiciones necesarias.
Sería otro Gerónimo -en este caso el padre Gerónimo de Valdés- el encargado de consumar el sueño, que se había iniciado en 1638, cuando cerró totalmente la bóveda junto con la restauración de las diversas obras a medio terminar que estaban en muy malas condiciones debido al abandono.
Estructura y principales características de la Iglesia de la Merced
Lo primero que sorprende de esta estructura religiosa es que pese a que se terminó en el siglo XIX, la iglesia de Nuestra Señora de la Merced se enmarca dentro del estilo barroco de fines del XVIII, con su nave principal desprovista de torre. Su ubicación en una pequeña plaza permite observar perfectamente su puerta principal de arco abocinado y con nicho central. Estos elementos, junto a las altura alcanzada por sus columnas, los óculos y otra serie de piezas la convierten en el último ejemplar del singular estilo barroco habanero, muy presente en el período colonial.
Las naves principales de la iglesia de la Merced forman una cruz latina que, junto a los pabellones laterales y las capillas de la cabecera, completan un rectángulo. Las naves están cubiertas por la intersección perpendicular de dos bóvedas de cañón -este estilo es denominado también como bóveda de arista- y están separadas entre ellas por medio de arcadas ornamentales sobre bastos pilares, en contraste con la suntuosa decoración mural que cubre sus paredes.
La capilla de Lourdes fue inaugurada en 1876 y las obras plásticas que cubren sus paredes corresponden a los destacados pintores cubanos Esteban Chartrand, Didier Petit, Miguel Melero, Melero hijo y Motioti. Aunque también hay pinturas de Zuloaga, Murillo y Alonso Cano. Otros artistas que participaron en la obra fueron: Jaime Comema -decoración, Camarín y Planella -decoradores, de la parte alta del presbiterio se encargó Juan Crossa, de la cúpula Francisco Piera y del resto de naves: Manuel Lorenzo.
El cuidado conjunto pictórico la convierten en la institución religiosa de mayor calidad dentro de las construcciones de su tipo en la arquitectura colonial cubana. Su diseño imita a la Basílica de San Pedro con esos tonos amarillos y dorados.
El claustro de dos plantas está diseñado para magnificar el estilo monumental presente en toda la iglesia. Está conformado por un puntal alto con grandes arcos de medio punto apoyados en columnas. Otro elemento que llama la atención en el interior es su iluminación por medio de claraboyas en las bóvedas.
Adyacente a la iglesia de la Merced se encuentra el convento cuyo elemento más notorio, dentro del patio claustral de singular belleza, son las arcadas de punto alto sin repello que deja al desnudo los sillares de piedra labrada. Se han realizado obras de reparación en 1931 y en su centenario 1963 debido al desgaste en el color de sus pinturas, en dicha restauración se reconstruyeron también los altares para dotarles del tono perdido .
Se celebra su festividad el día 24 de septiembre y se acercan por igual devotos de la Virgen de Las Mercedes como de la deidad yoruba Obbatalá haciendo de esta celebración la tercera en importancia tras la de la Virgen de la Caridad del Cobre (Oshún) y San Lázaro (Babalú Ayé).
Está ubicada en la intersección de la calle Cuba con la calle Merced, allí terminaba el trayecto de uno de los tranvías que recorrían antiguamente La Habana. Los tranvías, símbolo del progreso de la ciudad, desaparecieron y, en cambio, la iglesia permanece pétrea, resistiendo los azotes del tiempo.
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