Integrante de una de las familias más teatrales de Cuba, desde su bisabuelo el catalán José Robreño, el pinareño Gustavo Robreño Puentes sería una de las figuras más importantes de la dramaturgia y las tablas de Cuba, al que algunas fuentes llaman: el autor cubano por excelencia.
Nació un 18 de diciembre de 1873 en vueltabajo, su hogar era como una compañía teatral, pues desde su bisabuelo todos se habían dedicados a cultivar las tablas, es por ello que desde los cinco años comienza a dar sus primeros pasos en la escena, ya para su adolescencia era figura importante de la compañía de Justo Soret.
Con veinte años, debido a sus labores independentistas, abandona la Isla para radicarse durante muchísimo tiempo en España. Este tiempo en el extranjero sería clave en su formación, allí se relaciona con los integrantes de la futura Generación del 98, comparte con ellos los procesos de avidez literaria, la curiosidad intelectual, va conformando -acaso sin saberlo-, la rara cualidad de integrar el talento dramatúrgico y las dotes actorales.
Gustavo Robreño se inventa el Alhambra
Luego del 98 regresa a Cuba y se radica en La Habana, donde tras un corto tiempo en el Teatro Lara pasa a ser uno de los fundadores del Alhambra, el lugar donde haría casi toda su carrera, y para el cual escribió, junto a su hermano Francisco, mas de 200 obras de teatro vernáculo.
Desde este coliseo destacó además como un actor preferido del público, su nombre en el cartel de promoción era una apuesta de público segura, pues además de sus dotes interpretativas fue un gran imitador de políticos del momento, destacando su interpretación de Mario García Menocal y el general Freyre de Andrade, las sátiras políticas tenían tanta acogida que eran parte de las tandas del teatro ubicado en Consulado y Virtudes.
Gustavo Robreño, como otros dramaturgos importantes de la época, sobrepasó los límites de la dramaturgia para abarcar, en su producción literaria, géneros como la narrativa, la poesía o las crónicas periodísticas. Siendo, como Gustavo Sánchez Galarraga, uno de los libretistas mas completos de su época.
En su extensa producción teatral destacan títulos como: “La madre de los tomates”, “Ni toros ni gallos” -con música de Anckermann-, “El jipijapa”, “El ciclón”, “Napoleón”, “La emperatriz del Pilar”, etc. La más famosa y versionada de sus obras fue “Tin Tan te comiste un pan”, que más tarde se tituló “El velorio de Pachencho”.
La narrativa de corte satírico de Gustavo Robreño cuenta con joyas del género como: “Historia de Cuba, narración humorística”, y “Saltapericos”. También escribió obras de corte histórico como “La Acera del Louvre”, la cual esta basada en muchas de sus vivencias con contemporáneos suyos a los que conoció en España. Su versatilidad lo lleva también a la zarzuela, donde destaca “La emperatriz del Pilar”, que fue muy aplaudida en el Teatro Martí, donde fue estrenada en 1936
Como periodista uso casi siempre el seudónimo cazabobos, sus colaboraciones aparecieron en medios tan importantes como: el Diario de la Marina, La Prensa, La Discusión, La Lucha, etc. y en los semanarios Gráfico, La Política Cómica y La Semana, de los cuales fue fundador.
Gustavo Robreño se retiró de la vida dramatúrgica en 1936, y murió en La Habana un 11 de marzo de 1957.
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