En una esquina del Parque de Tulipán se encuentra el busto del poeta Gustavo Sánchez Galarraga, hoy casi olvidado, pero que en las primeras décadas del siglo pasado fuese considerado como una de las voces líricas más importantes de Cuba.

Nació el 2 de febrero de 1892 en la Calzada del Cerro, en la casona hoy señalada con el número 1364. Hijo único de un acaudalado matrimonio, curso las primeras letras y parte del bachillerato en el prestigioso Colegio de Belén, donde descolló por el dominio de la lengua española.

Casa natal de Gustavo Sánchez Galarraga en la Calzada del Cerro de La Habana
Casa natal de Gustavo Sánchez Galarraga en la Calzada del Cerro

Con sólo 14 años el Diario de Cuba le publicó su primer poema y desde entonces supo Gustavo Sánchez Galarraga, que había encontrado la vocación de su vida.

Gustavo Sánchez Galarraga 100 % Poeta

Libre de cualquier presión económica gracias al respaldo de la fortuna familiar, pudo Gustavo Sánchez Galarraga dedicarse a lo que daba sentido a su vida: las letras.

En 1912 estrenó «La verdad de la vida» su primera comedia, que fue un gran éxito de público y crítica y tres años después fue laureado en los Juegos Florales de Güines, a la vez que su indiscutible talento era reconocido por la Academia de Artes y Letras, que le otorgaría premios en varias ocasiones.

Menos de una década después, en 1921, los teatros de Nueva York estrenaría Gustavo Sánchez Galarraga su obra «El mundo de los muñecos» lo que le convirtió en plena juventud en uno de los consagrados de las letras cubanas.

Una de sus facetas más interesantes como creador fue la de letrista: Muchos lo desconocen, pero Gustavo Sánchez Galarraga fue quien escribió la parte argumental de las famosas zarzuelas María la O, Rosa la China, Flor del Sitio y Cafetal, entre otras que musicalizaría el maestro Ernesto Lecuona.


A pesar de su origen acomodado, prefirió siempre codearse con las personas más humildes: leyó poemas y dictó conferencias en sindicatos obreros; y, por largos años mantuvo reservada permanentemente una mesa en el restaurante «Mar y Tierra» de Belascoaín y Lagunas, para que los intelectuales que no tuvieran nada que comer no se acostaran con el estómago vacío.

La poesía tremendamente intimista, romántica, sentimental y con constantes alusiones al amor y la muerte de Gustavo Sánchez Galarraga, fue utilizada por sus contemporáneos como inspiración para sus canciones; Ernesto Lecuona en particular sentía predilección por ellas.

Entre las numerosas canciones populares compuesta por Lecuona, cuyas letras derivan de las obras de Gustavo Sánchez Galarraga se cuentan:

  • Bajo el claro de la luna
  • Vestal serena
  • Por allá se ha ido
  • Ya se que me olvidaste
  • Desengaño
  • Madrigal
  • La hermana
  • Funeral
  • Soy razonable

Homenajes hasta después de la muerte

La vida de Gustavo Sánchez Galarraga estuvo colmada de emprendimientos y éxitos. En 1915, junto al maestro Gonzalo Roig y el profesor Salvador Salvador Salazar fundó la Sociedad Pro Teatro Cubano y doce años después, junto a Ernesto Lecuona y José Cid, creó la Compañía Hispano Cubana de Autores Nacionales.

En 1934 fue electo como presidente de la Sociedad Cubana de Autores Teatrales. Todo sin dejar de escribir y recibir honores en Cuba y en el extranjero, como el premio que le entregó el presidente argentino  Hipólito Yrigoyen por su «Canto a América»; la concesión de la insignia Simón Bolívar por su canto «Bronce heroico» al Libertador Simón Bolívar; y la Orden de Isabel la Católica, recibida de manos del mismísimo rey Alfonso XIII.

Monumento a Gustavo Sánchez Galarraga en el Parque Tulipán en el Cerro
Monumento a Gustavo Sánchez Galarraga en el Parque que lleva su nombre en el Cerro

A Gustavo Sánchez Galarraga le sorprendió la muerte el 4 de noviembre de 1934 en plenitud de su genio artístico. Las autoridades municipales de La Habana quisieron inmortalizar su memoria rindiéndole múltiples homenajes. Así, colocaron una tarja de bronce. que aún se conserva en su casa natal de la Calzada del Cerro No. 1364, con las palabras que en vida dedicara al poeta otro insigne de la cultura cubana, el filósofo Enrique José Varona:

«He podido complacerme con las promesas de su ingenio en agraz, y solazarme con los aciertos de su talento poético en plena madurez… Al considerar su actividad infatigable, al ver como su voz se ha ido elevando y afinando, me he cerciorado de que era usted un poeta. Pocos entre nosotros han logrado serlo tan exclusivamente»

El 5 de noviembre de 1953 sus amigos más íntimos y admiradores develaron un busto frente a la casa de la calle Tulipán donde viviera el poeta hasta su muerte. Ese mismo día el Ayuntamiento de La Habana tomó un acuerdo para renombrar el parque en su honor.

“Milagro de poesía, amigos míos… y milagro de poeta (…) sobre el cual dirán otras generaciones la última palabra”

Escribió la gran Dulce María Loynaz en 1955, refiriéndose a Gustavo Sánchez Galarraga. Desgraciadamente, el bardo del Cerro ha sufrido la triste suerte de los poetas y es hoy un gran olvidado a pesar de la grandeza de su obra.



Seis poemas escogidos de Gustavo Sánchez Galarraga

En falso

A mi pecho oscuro
Asoma tu rostro
¡Oh! mujer que fuiste
Mi lejano amor,
Para ver curiosa
Si es que está cerrada
La herida que abriste tú
En mi corazón.

Contempla la herida
Pero no la toques
Con tu mano blanca
Cual lirio de abril,
Mira que hay heridas
Que cierran en falso
Y si alguien las toca
Se vuelven a abrir.
Empieza a perdonar

Empieza a perdonar, corazón mío.
Serénate, ave loca, que es la hora.
Estamos ya muy lejos de la aurora,
y hay sombra en torno, soledad y frío.

Deja que el tiempo, en su flotante río,
arrastre tus agravios; calla, y ora,
y no inflames tu carne pecadora
con la torpe arrogancia del impío.

Empieza a perdonar... ¡tú tienes tanto
que lavar en las aguas de tu llanto,
tal como en un Jordán copioso y triste..!

No te erijas en juez, ¿con qué derecho?
Y en vez de recordar lo que te han hecho,
¡solloza, corazón, por lo que hiciste..!

Treno a la Virgen de la Caridad del Cobre 

¡Virgen de Cuba, Virgen trigueña y amorosa,
que sobre el mar en furia aparece ayer,
¿por qué en esta tormenta que a las almas acosa 
no tomas  dulce Madre, de nuevo a aparecer.
La Patria es hoy palenque donde combaten fieras
cada aurora, entre sombras, entrega su arrebol,
y un yerro mar de sangre, sin fondo ni riberas
va creciendo su agua para tragarte al sol.
El odio, como un cáncer en las entrañas mina,
sereno este sangriento y loco frenesí.
¡Que no caiga del mástil la bandera divina
¡Que flotó en el divino ensueño de Martí!
Contén esta epiléptica y suicida demencia.
Derrama en este caos tu limpia claridad.
¡Qué brotó mucha lagrima por nuestra independencia!
¡Qué rodó mucha sangre por nuestra libertad!
Tú lo recuerdas, Virgen. Tú que miraste en día
en las maniguas foscas al patriota caer,
mientras que por él volviera, bajo tu imagen pía
_ esposa, hermana o madre _ rezaba una mujer.
Señala tú la ruta que salva del abismo,
Dile a los corazones, Señora de la Mar
que estrangulen la sierpe del funesto egoísmo,
¡que lo cimero es Cuba, que es templo, Dios y altar!
Tanta victoria bélica, tanto épico trofeo,
todo el legado heroico de la revolucion,
_osadías de Gómez, arrestos de Maceo_
¿no han de domar las iras de nuestro corazón?
¡Mas si no ceja el odio de hermano contra hermano
si unos u otros no amasan tu cruenta hostilidad,
Tú que riges las olas, ordena el océano
que salte y nos sepulte bajo su inmensidad. 

Cancioncita

Osculos suaves,  caricias locas,
sois los de siempre, los de otros días,
así he besado todas las bocas,
todas las bocas que fueron
mías.

¡Y no!… Yo quiero, mi bien amado,
cuando tú llegas temblando a mí
darte aquel beso que nunca he dado,
ese que sueño yo para ti.

Darte del néctar, recién vertido,
la copa nueva… ¡Tú boca en flor,
no ha de posarse donde han bebido,
ya tantas bocas, mieles de amor!

¡Pero ya es tarde! ¡Todo ha volado!
Mi vida loca solo ha dejado
los desencantos del frenesí,
y ha muerto el beso que nunca he dado,
¡ese que sueño yo para ti!…

Al dolor

¡Ah, qué temprano viniste,
Dolor! Aún no te esperaba,
cuando resonó la aldaba
y en mi puerta apareciste.

Con qué placer sonreiste
Al ver que me desangraba,
mientras en mi se clavaba
tu pupila obscura y triste.

Hermano: ¿por qué te fuiste?
Ya que foscamente heriste,
vuelve a herir, por compasión.
Mira que cuando partiste,
por cada golpe que diste
fue brotando una canción.

Simil

Frente a la buena y blanda mecedora
se tiende la pared, tosca y sencilla,
como una gris visión de pesadilla,
como una vieja lámina incolora.

Una ventana abierta la decora,
perforando la mole hecha de arcilla,
y un resplandor azul, que lejos brilla,
acrecienta el encanto de la hora.

Tal es mi vida solitaria y muda:
una vieja pared, hosca y desnuda,
ante la cual nostálgico medito;
y sobre el muro gris, una ventana,
¡Ojo ideal, abierto a la lejana
y pálida visión de lo infinito!…